viernes, 7 de septiembre de 2012

Olvido



A mi, francamente, lo que más me fastidia es no haberme espabilado para ver el vídeo Olvido Hormigos. Una pena, porque todo parece indicar que merecía la pena, valga la redundancia. Y es que, además, está la cosa tan aburrida que ni el descubrimiento de que a uno de los leones del Congreso de los Diputados le faltan los huevillos está sirviendo para agitar un poco los espíritus. 

Desde luego, hay que reconocer que esto del sexo tiene unos perendengues que se arrastran por el suelo. Seguramente el ser humano, algunos al menos, tienen una inevitable propensión a  mostrar a los otros hasta que punto es capaz de gozar y proporcionar goce. Y de ahí que desde que existen los medios de reproducción hayan sido multitudes los que se han dedicado a fotografiarse y gravarse de la forma más artística posible, es decir, por los alrededores del clímax. Recuerdo, al respecto, un amigo del colegio, que al poco de casarse -porque por aquel entonces no había otra forma de hacerlo-, se dedicaba a ir por ahí enseñando con orgullo a los amigos fotos de él con su mujer haciendo todo tipo de excentricidades, vulgaridades o normalidades, como mejor quieran ustedes llamar a ese tipo de cosas que hace todo el mundo cuando nadie les ve. Por lo demás, ese amigo era un profesional competente y honorable ciudadano a todos los efectos. 

En realidad no es más que otro de los innumerables enigmas de los que está compuesta la conciencia humana. Y que, ni poniendo a todos los argentinos a trabajar seremos capaces de desentrañar ni siquiera en una mínima porción. Sabemos, efectivamente, que hay exhibicionistas porque hay voiyeurs, o "paleros", como decimos aquí. Pero más allá de eso es imposible comprender la existencia de unos y otros. Enseñar la mercancía unos, ver escaparates otros, ¡que aburrimiento!, y, sin embargo, si no hubiese rendimiento, no habría inversión. Eso, va de soi

Incluso, si vamos un poco más allá, que tire la primera piedra quien esté libre de algo de lo uno o de lo otro. O, mejor incluso, de los dos a la vez.  Cosa de los genes, en realidad, que nunca se acaba de domesticar sea cual sea la potencia del látigo del domesticador. 

Siempre recordaré al respecto aquel cepo que tenían dispuesto las autoridades de inmigración en Barcelona para cazar ilegales. A la altura de Bogatel o así, hay un trozo de playa en el que la gente anda completamente desnuda, nada, por otra parte que se salga de la normalidad de estos tiempos singulares. Pero el caso es que ese trozo de playa está expuesto a la vista de la gente que se demora por el paseo que hay justo detrás de la playa. Bien, pues los inmigrantes llegados de países musulmanes parecen no tener otra cosa en la cabeza cuando llegan a Barcelona que quedarse allí clavados, siempre en grupo, mirando como de reojo a los cuerpos que se exhiben sobre la arena. Y allí les caza la policía, claro, en plena orgía voiyeurista, o palera si quieren. 

En fin, ya digo, qué pena no haber visto el vídeo de Olvido Hormigos. Porque a mí, no me importa confesarlo, me va esa marcha. 

2 comentarios:

  1. Pues ya habrás visto que el vídeo merece la pena. Lo que me ha extrañado es el que Esperanza o Valenciano o el resto de la gente que la ha apoyado con la campaña del #yotambienmemasturbo no hayan tenido la simple ocurrencia solidaria de subir un vídeo de ellas en la misma actitud. Eso sí que hubiera sido dar trigo y no solo predicar.

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  2. Reconozco que el vídeo tiene su aquel. Ahora que si Esperanza hubiese subido uno suyo en solidadaridad ya hubiese sido como para cobrar royaltis y salir de la crisis sin rescate ni leches. ¡Pues anda que no!

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