viernes, 14 de septiembre de 2012

Lo primero es lo primero



 
         





Lo primero es lo primero. Lo que mueve el mundo. Y por eso da risa que se indignen los limpios de corazón. Como si ellos no... a no ser claro está que padezcan algún tipo de trastorno neurohormonal. Y entonces, claro, se excitan mucho más viendo Nabucco que leyendo el Penthouse. Gente que, como diría Groucho Marx, por andar descuidados se tragan cualquier cosa, incluso una pesada sesión de gorgoritos. ¡Por Dios bendito, si siquiera fuese la "Lulú" de Alban Berg!

Pues sí, me gustó leer la elegancia con la que la Sra. de Botín, Paloma O´Shea, despachaba el asunto de los diferentes ivas según cual fuese el "producto cultural". Dejó claro que no tener en cuenta el componente de apaciguador social que tienen algunos espectáculos de masas, es ridículo. El fútbol, por ejemplo, suprímelo y verás como la gente empieza a matarse por las calles. El mundo es como es y hace falta mucha dedicación a las cosas del espíritu antes de empezar a entretenerse con las sutilezas. En definitiva, que las sutilezas no funcionan con las masas. 

Los puros, ¡puaf!, ellos lo harían no sólo diferente sino mucho mejor. Casi siempre, por supuesto, prohibiendo. Es lo que tiene el verlo todo por el ojo de la cerradura. O de la cerrazón. Pero luego, si por casualidad pillan, disimulan con tan rara habilidad que parece que ni siquiera se cayeron del caballo camino de Damasco. 

Por lo demás, la prostitución no por más inevitable me ha parecido siempre menos horrible. Esas chicas que esperan clientes en las esquinas siempre vigiladas por sus explotadores me llenan de tristeza. Y cada vez hay más. Como si fuera la expresión más manifiesta del fracaso de todos los proyectos de liberación. Porque, a estas alturas de la fiesta, qué menos podríamos esperar que algo en apariencia tan sencillo como el mutuo consentimiento fuese la norma de las relaciones sexuales. 

Pero hay que doblegarse a la evidencia. Desde que Freud hablara sabemos que en asuntos de sexualidad no hay nada sencillo. Por educación, constitución o lo que sea, cada cual tiene su particular forma de manifestarse al respecto. De forma natural, de forma patológica... difícil de deslindar. A lo único que nos podemos atener es a la realidad, o sea, a que de cada diez páginas que se abren en internet una es pornográfica. O que un porcentaje muy significativo de personas prefieren, por lo que sea, recurrir a la prostitución para calmar sus apetitos venéreos. Eso es lo que hay y no parece que en un horizonte visible vayan a cambiar las cosas. Y por eso es que a algún valenciano avisado le haya parecido buena idea cualificar a las, y los, profesionales de la prostitución. Algo así como lo de las geishas que de tan merecido prestigio gozan. Aunque en una semana que dura el curso... no sé.  

2 comentarios:

  1. Una vez me quedé sorprendido de leer en el Times que cada vez hay más demanda de prostitución masculina de lujo por parte de las altas ejecutivas de la City, mujeres la mayor parte de muy buen ver, a las que no les costaría ningún esfuerzo llevarse gratis a la cama a un maromo aceptable. Había explicaciones de ese fenómeno para todos los gustos, pero las interesadas solían responder que lo hacían porque de esa manera se sentían más libres de ataduras y más satisfechas.

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  2. Parece ser que eso es lo que piensan también muchos jóvenes que prefieren terminar sus noches de farra en el prostíbulo. Sin los problemas del despertar con alguien al lado que no da muestras de querer irse. La gente quiere disfrutar sin meterse en problemas. Todo lo que se pueda solucionar con dinero, por qué no. Lo otro son romanticismos trasnochados.

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