Si hay algo que Santiago Carrillo, el que fuera líder indiscutible de los comunistas españoles, haya conseguido dejar claro, eso es que fumar tabaco no siempre es tan pernicioso como sostienen la mayoría de los médicos. Por lo demás, para mí, en términos estrictos, era uno de esos mediocres que a sus noventa y tantos años todavía necesitaba que le fotografiasen todo rodeado de sus muchísimos libros como para dar fe indeleble de su valía como intelectual. ¡Si no sabré yo, con todos estos libros a mis espaldas!
El hombre se murió ayer a los 97 años con un cigarrillo entre los labios. Y el Rey, enterado del suceso, salió corriendo hacia el domicilio del finado para dar el pésame a los familiares. ¡Caramba! De mediocre a mediocre. O mejor, si quieren, de símbolo a símbolo. Porque ahí es donde reside el meollo de la cuestión, cuando las personas dejan de ser reales y pasan a ser símbolos. Y, mira tú por donde, Don Santiago, por el querer de las circunstancias históricas, pasó de ser un redomado hijo de perra, representante en la tierra de una de las más nefastas ideologías paridas por la mente humana, a símbolo indiscutible de reconciliación, querido por muchos y respetado por casi todos.
Curiosa mutación, desde luego. Pero no rara en un país que blasona de estar consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Porque al fin y al cabo, ¿qué dos cosas hay que más se puedan parecer que los entresijos de esas dos ideologías, el marxismo, tan admirablemente representada por D. Santiago, y el sagradocorazondejesusismo, tan infiltrada en el ánimo de las masas criadas a los pechos del Padre Astete? O a la sombra de las sacristías, si mejor quieren. ¿O es que acaso no estaban por aquel entonces llenos los escaparates de las librerías de libros titulados "Cristianismo y marxismo"? No había intelectual, de esos que se conocen como orgánicos, que no echase su cuarto a espadas al respecto. Cristianismo y marxismo, dos cosas, venían a decir, que se parecen mucho más de lo que todos ustedes podrían pensar. Así que, señores, no me demonicen a los comunistas porque no piensan tan diferente a ustedes. Y entonces fue cuando caló honda la idea de que en gran parte aquello de "la transición" fue posible gracias a que Carrillo, en realidad, se parecía mucho más al Sagrado Corazón de Jesús que al demonio. Y así fue que, él, Carrillo, devino en símbolo con todas las de la ley y ya, en adelante, fue intocable.
Por lo demás, para mí, no creo que pueda haber mejor ni más sintética descripción de Carrillo que la que en cierta ocasión escuché a Félix de Azúa. Era así: "el hombre que colaboró con todas las dictaduras menos con una". Todavía recuerdo aquellos artículos publicados en El País donde Carrillo presumía de su amistad con el angelito Kim Il Sung o con el rey del salami Sr. Cauchescu. Claro, todavía no había caído el muro. Ni la careta.
Por lo demás, los símbolos, ¡qué importante enseñar a los niños en las escuelas a distinguirlos de lo real! Y a comprender su significado. Porque es que ni lo uno quita lo otro ni lo otro lo uno. Es decir, que ni ser símbolo de reconciliación quita el haber sido un verdadero hijo de perra, ni el que haya sido un verdadero hijo de perra quita para que le tengamos que estar agradecidos por haber sabido utilizar su poder simbólico para, evitándonos problemas absurdos, rehabilitarse en la medida de lo posible. Aunque, seguramente, en aquellos tiempos se le dio mucha más importancia de la que en realidad tenía. Al fin y al cabo, cuando llegaron las verdaderas elecciones, los comunistas sólo sacaron cuatro diputados. El pueblo dijo que marxistas sí, pero de los del Sagrado Corazón. Y votaron a Felipe.
Desde luego que si el rey ha ido a las exequias de este pájaro qué vamos a decir, sino recordar a todas las víctimas del terrorismo de los años de plomo a cuyos funerales solo acompañaron miembros de segunda fila del Gobierno.
ResponderEliminarPor cierto, que algún día habría que hacerle un homenaje a Gerardo Iglesias (Gerardín o Follardín), quien le quitó el puesto a este individuo, para después regresar a la mina "porque tenía que dar de comer a los niños".
A mi me parece que mucho de lo que pasa en este país es porque lo simbólico ha tomado tanto vuelo que está anulando a lo real. Lo simbólico, las conjeturas, las suposiciones han tomado el lugar de lo real y de lo real nadie quiere hablar porque para la mayoría es desagradable enterarse de lo mierda que es en realidad. En fin, lo dicho, donde estén las matemáticas...
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