miércoles, 18 de julio de 2012

La competencia





















Sé de sobra que muchos de los que me conocen piensan que una entre tantas de mis excentricidades es la de no querer turistear. Es como si no pudiesen concebir que haya gente a la que le aburren de muerte ese tipo de prácticas. Y entonces se inventan cosas como que te da miedo volar y otras extravagancias sin el menor fundamento. No, es simplemente que no le veo sentido al plantarse allí donde nada tengo que hacer ni nadie me espera. Y para ver cosas ya tengo la tele, la que llega por el satélite ASTRA que no ahorra rincón del mundo, tanto cuando en ellos pintan bastos como cuando los cuentos son de hadas. 


Así y todo, de vez en cuando agarro la bicicleta y me voy por ahí a dar una vuelta. Vuelta que a veces dura días. Ocho días, cuartocientos kilómetros. A dos kilómetros la hora aproximadamente. Una forma de turistear como otra cualquiera, pero con más demora en el detalle sin aparente interés por aquello de que en algo hay que entretenerse. 


Pedaleas, a veces con esfuerzo y toda la mente en blanco, pero, mayormente, es un venga y dale automático e imperceptible que te hace avanzar mientras por el cerebro transcurren episodios, ya sean del recuerdo, ya sean relacionados con lo que a la vista se ofrece. Y, luego, un continuo parar para lo que podríamos denominar "lances de encrucijada". Por aquí o por allí, las decisiones tienen que ser meditadas, porque con la bicicleta no se puede pisar el acelerador para salir de un mal trance. Si te equivocas, te tragas todo el marrón y sabe Dios si llegarás a tiempo para encontrar posada. 


En resumidas cuentas, ocho días por Castilla viendo cosas, hablando con gente, y meditando sobre el "estado de la nación".  Porque, sí, son tiempos para pensar y no por nada sino porque, día a día, vamos viendo como disminuye de forma alarmante la piel de zapa. Peau de chagrin en el original.  Chagrin, que es una piel, de la grupa de los équidos, que tiende a retraerse, pero que también significa sufrimiento moral... en fin. 


Bueno, este año las cosechas de cereal no han sido muy buenas que digamos. Todavía hay parcelas sin cosechar y ya sea trigo, cebada, centeno o avena, se las ve, por así decirlo, ralas, con una densidad miserable. De hecho se ve una cantidad sorprendente de cultivos de girasol. Para mí que los agricultores a la vista de la pobreza del cereal han decidido arar los campos y sembrar esa oleaginosa que si hay suerte con el clima puede salvarles el año. Todo esto por lo que hace al secano, porque en lo que hace al regadío, que es mucho, es otro cantar. Creo que ya les conté en entradas anteriores. El Páramo leonés, la Vega del Esla, territorios bastísimos convertidos en vergel. Sin duda, alguien competente tuvo que ver con que eso sea así. 


La competencia, eh ahí la cuestión. Creo que fue Agustín de Foxá el que dijo que la dictadura franquista fue bastante llevadera no porque los censores franquistas fuesen mancos sino porque eran mayormente unos incompetentes. Es muy probable que Don Agustín tuviese razón. Porque en este país, sin duda, hay gente competente que hace presas y sistemas de regadio, y otras muchas cosas formidables, pero luego, vas por ahí, paso a paso, mirando de cerca, y no puedes sino pensar que si "la piel de zapa" se retrae a tal velocidad no es por la maldad o codicia de la gente, no, es simplemente por la preponderancia de la incompetencia. La incompetencia, esa cualidad que está tan íntimamente relacionada con la estupidez que a veces se confunde con ella. 


La incompetencia en el sector público, ya se lo he contado, es apabullante. Nuestros políticos tienen una verdadera pasión por parecerse en desmesura a las tiranías del Golfo. Tal es la desproporción de las obras públicas acometidas en municipios a todas luces modestos. Ya les conté que en algunos se podrían celebrar juegos olímpicos sin recurrir a obras suplementarias. Y, luego, que como ya va para dos años que dura la crisis, todas esas rimbombancias, a falta de mantenimiento, van tomando un aspecto como de Max Mad, ya me entienden. 


Pero el sector privado, en lo que a la hostelería hace, no le va a la zaga en incompetencia al sector público. A Castilla la Vieja me refiero que es lo que acabo de visitar. Hay dos extremos, ya saben, o quemar al santo o no alumbrarle. De alumbrarle sin quemarle, apenas he visto ejemplos. Por un lado, el tipo cutre, que sigue anclado en los tiempos de maríacastaña en todo menos en los precios. Son los que se quejan amargamente de lo miserables que son los sufridos peregrinos extranjeros. Gente ignorante, y vaga por demás, que siguen en una especie de paleolítico, es decir, en plan cazadores-recolectores, que no necesitan nomadear porque las presas y los frutos les viene a las manos. Luego, están los otros, los que ponen duchas de cursillo previo y practican la cocina de altísimos vuelos. Que por pretensiones no quede, como si todos los desgraciados que practican el turismo cultural fuesen, ya digo, jeques del Golfo, porque los precios... claro, se pueden imaginar, vacío casi absoluto si no fuese por algunos extraterrestres que de vez en cuando nos descolgamos por allí. 


Bueno, en cualquier caso, turistear en bicicleta por Castilla es de las pocas cosas a las que todavía les encuentro algún sentido. Hay gente muy amable y que habla muy bien. Se lo puedo asegurar. Por no hablar del paisaje y la arquitectura. En fin. 

3 comentarios:

  1. Hace unos meses tenía que ir a una boda por la parte de la India que me hacía mucha ilusión. Mi idea era pasar una semana en el hotel del Himalaya donde se celebraba, mirando las montañas, escribiendo y leyendo. Los contrayentes me organizaron, con el resto de invitados extranjeros, un tour por las maravillas del país al que seguramente no habría sobrevivido y al que no me podía negar so pena de quedar como un carretero. Al final no pude ir por cosa del trabajo y lo cierto es que me dio pena por no poder estar con los novios, que son una gente a la que aprecio, pero me alegré por mí.

    No puedo soportar esas horas interminables de espera en los aeropuertos y en el avión hasta que despega, las comidas de los hoteles, las camas demasiado blandas o duras, todas esas molestias de los viajes. Bueno, ya está muy trillado el tema.

    Me ha llamado la atención el edificio ese en forma de castillo que hay al lado del de Valencia de don Juan. Cuando hace casi dos décadas pasé el verano por allí los tenían a media construcción y por lo que veo -parece que le faltan los cristales de las plantas superiores- todavía no lo han terminado.


    En cualquier caso lo de la bicicleta me parece lo menos terrible si uno tiene que salir de casa. Yo me apuntaría a dos viajes que seguro que son muy placenteros: el interior de Inglaterra, uno de los lugares del mundo más hermosos y acogedores de lo poco que yo he visto e Islandia. Por lo que me han dicho los que han ido recorrer la isla en la dirección de las agujas del reloj en junio o julio es muy agradable. Los escandinavos son gente reservada y poco dada a expansiones, pero de antiguo son personas austeras, leídas y responsables. En fin, como nosotros. También la parte del norte de Japón, en especial la isla de Hokkaido es ideal para estas cosas, pero os queda un poco lejos. En cualquier caso Islandia tiene una ventaja con respecto a Hokkaido, y es el idioma: con el inglés no hay problema, mientras que viajar por el campo en Japón sin saber japonés se me hace un poquito complicado. Bueno, a lo mejor es que yo me ahogo en un vaso de agua...

    ResponderEliminar
  2. Hablando de incompetencias: fíjate tú que según parece el Santander y el BBVA son dos de los bancos más solventes del mundo, que REPSOL anda comiéndose medio mundo y que ingenieros españoles y empresas como Ferrovial han construido carreteras y obras públicas aquí y allá. También se me ocurre Telefónica, las empresas de ropa como Adolfo o Zara. Lo cierto es que además de la selección de fútbol, hay proyectos españoles de los que sentirse orgullosos. El problema es que ni siquiera dos generaciones de hispanos criados en democracia, hecho insólito hasta ahora, han sido capaces de crear una sociedad vertebrada como la de los países del norte. Triste.

    ResponderEliminar
  3. El castillo no es el de Valencia, es de Laguna de Negrillos. El otro es una fantasía de un coyantino que hace veinte años que la viene dando forma. Es algo así como ese otro pirado que está construyendo una catedral en Mejorada del Campo.

    Lo de recorrer el centro de Inglaterra o Islandia me parece una idea estupenda que quizá tome forma algún día, aunque no a mucho tardar por razones de fácil comprender.

    Lo de la España invertebrada. Quizá sea porque la parte goda es incompatible con la parte mora. No sé, pero el caso es que siempre hubo una minoría homologable con lo mejor del mundo y una caterva de necios que todo lo echaban a perder. Y en ello estamos. No hace falta más que darse una vuelta para comprobarlo.

    ResponderEliminar