Ni voy a ocultar que tengo mi dinero invertido en la bolsa ni voy a negar que ando preocupado por el cariz que están tomando los acontecimientos. Aunque también quiero serles sincero y decirles que lo que más me está fastidiando en estos momentos es el incesante zureo de unas palomas que se han instalado en el balcón del piso d arriba, que esta desocupado, y no forma ni de echarlas ni de hacerlas callar.
El caso es que la bolsa cayó ayer un 6% y la prima de riesgo subió a niveles que en opinión de los expertos es insostenible. Y todo esto aunque, ya digo, me preocupa, lo que en realidad hace es entretenerme porque, cada vez más, todo este maldito embrollo esta tomando, creo, las características de una guerra entre muy diversos intereses que poco tienen que ver con lo que a primera vista nos concierne.
Porque ya sabemos que aquí no se han hecho bien las cosas y que estamos empeñados, pero también, vamos, miramos, y constatamos que hay muchas cosas admirables, gente muy preparada, empresas modélicas, infraestructuras de quitar el hipo, unas reformas estructurales de aquí te espero... un país, en definitiva, de los pocos que pueden ofrecer ciertas garantías de éxito a cualquier inversor que quiera arriesgar su dinero. Y sin embargo hacemos figura de apestados, ¿por qué será?
Bueno, hay quien dice que es aquí, en España, donde se está dando la batalla definitiva de las monedas fuertes. El Euro estorba a la libra, pero sobre todo al dolar. Y, según he podido entender en algunos de esos debates que me trago, los conservadores americanos han hecho del fracaso del euro la palanca para tumbar a Obama. ¡Vaya usted a saber! Bueno, entre unas cosas y otras y la madeja se enreda y sólo nos queda esperar hasta encontrar el cabo suelto del que tirar para empezar de nuevo. Los devaneos de la historia en definitiva.
Así que, como nada podemos hacer, nos vamos toda la peña a dar un paseo por la costa y comer unas friandises donde la necesidad apriete.
Pue no sé, a mí lo de la prima de riesgo me parece de una claridad pasmosa. Si yo soy un señor que estoy pensando en invertir mi dinero en un país, y el presidente de ese país sale con cara de fiera diciendo que, miren ustedes, estamos jodidos pero, sangre, sudor y lágrimas, y dentro de cuatro días prestaremos dinero a chinos, americanos y alemanes. Pues en ese supuesto, voy e invierto. Pero sale el mismo señor y cuenta con cara de pena que no hay dinero, que a él no le gusta lo que tiene que hacer, pero que qué remedio le queda y que qué malo es el mundo, y entonces voy yo y no invierto ni media peseta.
ResponderEliminarEn fin, que a poco que haya uno vivido sabe que mucho de lo de la economía es confianza, y la confianza no es mucho más que imagen: cómo ves al que tienes delante. Ya lo sabía el escudero del Lazarillo.
En cualquier caso, bobadas. Eso sí, no me gustaría ser uno de los chavales que a los dieciséis años dejaron la ESO para poner ladrillos y ahora andan cerca de la treintena con una familia de cuatro. Esos pobres sí que lo tienen duro. Y lo peor es que ahora, a reclamar al maestro armero.
Por cierto, para las palomas hay unos aparatitos de ultrasonidos muy eficaces que venden en internet. No creo que sean caros.
ResponderEliminarEn mi barrio la solución que tomaríamos sería la escopeta de aire comprimido y bicho que vuela, a la cazuela. Supongo que sabes que Hemingway sobrevivió un invierno en París a base de carne de esos volátiles: dice que no la volvió a probar en su vida. Sé por experiencia que es un guiso apestoso. En cualquier caso, él se llevaba el carrito del niño y unas miguitas de pan y cuando el guardia se iba a tomar su pastís, le retorcía el pescuezo a la más garrida, la metía bajo la almohada del carrito y se volvía para casa. A lo que obliga a veces la mala cabeza de uno. Ya sabes que la tuvo toda su vida. Robinson Crusoe, el colmo de la prudencia a su lado.
Efectivamente, lo de ir por ahí de Jeremías no es lo mejor para inspirar confianza. Y menos simpatías. Pero de puertas para dentro quizá dé resultado a corto plazo. El tiempo de ganar otras elecciones y otros cuatro años al bote para todos mis amigos.
ResponderEliminarYa miraré lo de los ultrasónicos antipalomas. Por cierto que el otro día comimos unos palominos en Villalón y estaban deliciosos. Lo de apestosos supongo que te refieres a las palomas de ciudad. En cualquier caso las palomas constituyeron una de las principales fuentes de proteínas, cuando no la única, para grandes sectores de población. Sólo hay que ver la cantidad de palomares que se conservan por Castilla.
Lo de los chavales que dejaron la ESO para forrarse con el ladrillo, uno más de los fracasos de la naturaleza que ahora tiene cogidos por lo más sensible a sus padres que en su momento no vieron con malos ojos lo que hacían sus hijos del alma. Tenían un buen coche y venían los domingos con los churumbeles a la segunda vivienda para lo de la barbacoa. Cosas de la vida.