viernes, 30 de septiembre de 2011

Cuentas nada más

Al final uno ha tenido que sucumbir a la aceptación de que lo que de verdad cuenta son las cuentas. O echas bien las cuentas o te hundes. Lo siento por los sentimentales, pero con el Sagrado Corazón de Jesús no se llega a ningún lado que no sea el placer de la queja que no cesa. Y da igual que le disfraces de Carlos Marx porque no engañas a nadie, ni siquiera a ti mismo.

El problema es que hacer cuentas no es fácil. Exige el esfuerzo del aprendizaje. O la diligencia, que como bien sabemos los que mamamos de los pechos del Padre Astete se da de tortas con la pereza. ¡Dichosa pereza! ¡Resulta tan atractiva! El todo a cambio de nada. La cuadratura del círculo. Desidia a la orilla del mar.

El caso es que, como ando de mercadeo, no me queda más remedio que hacer gestiones de vez en cuando. Así es que me he llegado a la oficina del Banco de Santander de aquí al lado. Sólo había una señora que quería pagar una multa que le habían puesto a su hijo cuando venía de Castellón. Me ha atendido la directora sin la menor dilación y con la eficiencia adecuada. Un espacio funcional, un trato civilizado. Un islote de progreso en medio de la casticidad del barrio.

Venía para casa sorteando todo tipo de obstáculos para poder avanzar... ya saben, casticidad es equivalente de hago lo que me sale de los cojones: cagadas de perro por doquier, coches en las aceras, pitidos sin cuartel, ect.. Y entonces he visto que había mucha gente congregada delante de una sucursal de Caja Cantabria. He echado una ojeada al interior y no cabía un alma más. ¿Quiénes eran esas gentes? Pues se lo diré: pobres gentes. Gente que como no ha querido tomarse la molestia de aprender a echar cuentas se ha tragado todo ese discurso carajonero de la "función social de las cajas". O sea, poner por todos los barrios locales para que los jubilados jueguen al mus... como los borrachos en el cementerio. Porque la realidad es que esos locales si a algo se parecen es a cementerios. Y los jubilados a zombis que es una forma de borrachera. Pero esa es otra historia. A lo que iba es que gracias a esa función social y otras zarandajas por el estilo, la sociedad, ese ente del que todos formamos parte, se ha tenido que gastar unos cuantos cientos de miles de millones de euros para que no se vayan al garete todas esas  Cajas que tanta confianza inspiran a las pobres gentes. Pobres gentes que aunque sigan ignorándolo son   los que a la postre han pagado, están pagando, los platos rotos por la función social que en teoría realizaban las cajas. Paradojas de la vida.

Sí, sale cara la desidia a la orilla del mar. Porque en contra de lo que creen las pobres gentes devotas del Sagrado Corazón o, en su defecto, de Carlos Marx, los que se esfuerzan para aprender cuentas luego no están para contemplaciones. Las utilizan en  beneficio propio y a las pobres gentes que les den dos duros. Dos duros y poniéndose a la cola.

8 comentarios:

  1. Las cuentas. Dice Pepiño que ha mandado a sus hijos a los colegios privados a que aprendan inglés. A lo mejor también aprenden cuentas y sacan al país de la ruina: y matan a su padre algún día, que falta les hará...

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  2. Por cierto, me acaba de llegar el iPad y no es que tenga nada que escribir, pero menudo flipe el cacharrito...

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  3. La verdad es que ser de izquierdas de toda la vida tiene que ser esquizofrenizante. Conservar el discurso y practicar lo contrario. Los de derechas son mas consecuentes,hacen lo que defienden.

    Bueno, ya nos dirás lo que te ofrece el iPad.

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  4. Sí: es como ser cura pero a lo refinado: predicar la pobreza, el desprendimiento, la otra mejilla y luego hacer lo que te pide el cuerpo que es lo contrario.

    Lo del iPad no sé todavía si me va a servir de mucho o no. De momento no me convence demasiado, pero cuando me enteré que en Harvard se lo regalaban a este año a los estudiantes cuando hacían la matrícula pensé que algo tendría y que mejor pasarse de peludo que de calvo. Se puede llevar en cualquier parte, eso sí, ahora que más no sé...

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  5. Perico, para tu información: si en Google escribes "100 eur to yen" o similar te devuelve cuántos yenes compras con cien euros; si escribe "100*123456" o similar te hace la cuenta correspondiente. ¿Para qué, pues, queremos aprender a hacer cuentas?
    JP

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  6. Ya, JP, pero es que lo bueno es saber hacerlas. Es como lo del camino, que lo de menos es llegar.

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  7. Mi bisabuela dicen que solia decir: "La que lo sabe hacer lo sabe mandar." No por otra cosa...

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  8. Muy bueno lo de tu abuela, Jacobo. Ese es el punto y el sustento de la debacle, que los que mandan, por lo general, no tienen ni puñetera idea de qué es lo que están mandando.

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