martes, 21 de febrero de 2012
La letra pequeña
Yo, como la mayoría, supongo, leo sólo los titulares de los periódicos y, muy de vez en cuando, arrastrado por sabe Dios qué sentimiento, me paro en una noticia y leo la letra pequeña. Es lo que me ha pasado esta mañana al leer lo siguiente:
"TVE pagaba un millón a Nadal por las entrevistas". Y, a continuación, sin negrilla, "Una auditoría revela que ese era el precio por las declaraciones tras los encuentros"
Claro, comprenderán que, así, de entrada, me haya hecho cruces y haya añadido uno más a la ya larga lista de despropósitos con los que se ha construido nuestro divertido presente. Entonces, dada la que me ha parecido gravedad del asunto, he hecho click sobre la noticia para enterarme a conciencia. Y fíjense en qué consistía la realidad: el millón es lo que le han dado por las entrevistas en exclusiva de dos años en los que ha ganado millones de títulos. O sea que, habida cuenta de que si conectas TVE tienes muchas probabilidades de que salga Nadal diciendo cualquier cosa, las entrevistas le salen al chaval a menos la hora que si se dedicase a limpiar pisos.
Bueno, me dirán que esa es la táctica más habitual del periodismo, la del macice, echar mucho cebo para atraer a los lectores y una vez captados soltarles una menudencia sin importancia. Nada de particular que no practique cualquiera que necesite clientes para sobrevivir. Trucos sin malicia en definitiva. Porque, ¿a quién perjudica eso si todos sabemos a qué estamos jugando?
Aunque, por otra parte, conviene no perder de vista la enorme pereza que nos entra a algunos ante la sola vista en lontananza de la letra pequeña. Y no sólo en los periódicos. También en los contratos. Habrán sido millones las veces que me he prometido no volver a firmar nada sin leérmelo todo antes. Misión imposible. Hace tres meses compré unos pagarés del banco de Santander que según me dijo el fámulo de turno, seguros al cien por cien. ¿Para qué, entonces, leer la letra pequeña? Bien, pues ya han empezado a mermar. No falla.
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Lo que sería bueno es encontrar a quien lea la letra pequeña de las páginas de internet a las que uno se apunta, como las cuentas de correo electrónico y cosas por el estilo. No harías otra cosa en la vida...
ResponderEliminarY qué me dices del contrato de compraventa de una casa que vas al notario y se empeña en leértelo entero. Bueno, en realidad eso sólo me paso con el notario de Cabezón de la Sal. Estuvo más de media hora leyendo, haciendo caso omiso de las insinuaciones que le lanzamos. Parecía disfrutar el tipo con la tortura que nos estaba infligiendo.
ResponderEliminarA quien se le ocurre... Seguro queno tenía nada que hacer en toda la tarde. Es como la policía japonesa, que vas a decirles que has perdido una libreta y te sacan el té, te preguntan que de dónde eres, que qué te parece el clima, el paisanaje, las mujeres... Les has salvado del tedio durante. un rato y no te sueltan. Ya l o decía Sherlock...
ResponderEliminar¡Jo! Y eso que era cuando los notarios tenían curre. Vas ahora y a lo mejor te leen Los Hermanos Karamazov porque, según dicen, la mayoría se pasa el día a verlas venir.
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