lunes, 27 de febrero de 2012

Glamour y Monotonía


El otro día le pilló la muerte a una viejecita de cien años mientras contemplaba a pie de pasarela un desfile de moda. En New York. Lo más de lo más. Me puedo imaginar su ilusión mientras se emperifollaba para asistir al evento. Con el inmarcesible deseo de resultar atractiva, de atraer las miradas, de suscitar algún que otro pensamiento libidinoso entre la concurrencia. Bien, no estoy muy seguro de ello, pero puede que sea algo parecido a eso lo que llaman glamour. ¡Mira cómo estoy, monada, pero no soy para ti! Y ellos, cuando van de acompañantes, que es como si les asomase el garrote por debajo el dobladillo. ¡Madre mía! 

Y llegan estas fechas y ¡toma sobredosis! Estés donde estés, hagas lo hagas, siempre acabas topándote con las imágenes fatídicas de la cúspide del glamour. Holywood. Los Oscars. La alfombra roja. ¡No, otra vez, no, por favor! Si parece que fue ayer que nos tragamos la última. 


Un poco monótono, n´est-ce pas?, que diría Hercule Poirot. Siempre a la expectativa de lo que tiene que llegar. Primero los preparativos, luego el evento, después los cotilleos. Quién fue la más elegante, quién tenía la colita más larga, y todo eso. Y así se pasa la vida y se viene la muerte tan callando. 


En llegados a este punto uno ya no sabe a qué carta quedarse. Quizá, me digo a veces, si me fuese a Afganistán a quemar coranes... porque parece ser ser que es de las pocas cosas que todavía funcionan. Chiscas sobre la yesca y emociones fuertes garantizadas. 

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