jueves, 23 de febrero de 2012

El cáncer


El otro día oí decir a un médico venezolano que le gustaría mucho saber qué es lo que se mete el Presidente Chávez para estar tan optimista. Yo, no lo sé, pero a juzgar por la pinta, juraría que cortisona. Pan para hoy por la mañana y hambre para la tarde a más tardar. Vaya por delante que no me alegro en absoluto de los problemas de salud que arrastra el Presidente Chávez. Soy supersticioso al respecto. Podría sobrevenirme algún mal si me dejase arrastrar por ese sentimiento podrido. Como se suele decir, una cosa así no se la deseo ni al peor enemigo. 


Tampoco me cuesta aceptar que mi opinión sobre dicho mandatario podría ser errónea. ¡Faltaría más! Pero mientras no tope con algún desmentido que parezca convincente seguiré pensando que ese tipo es un fantoche absolutamente pernicioso para la salud mental de su entorno y, por ende, del mundo en general. Y es por tal que me sentiré aliviado el día que desaparezca de la escena pública. 


Un tipo curioso ese Chávez que, sin duda, no está donde está por casualidad. Para mí que es como el más puro destilado de la estirpe criolla. Traté mucho a esa gente en mis años de estudiante en Valladolid y si de alguna forma podría condensar mi recuerdo sería diciendo que eran unos señoritos de provincias maleducados y resentidos. El primer día de curso gastaban mucho en cuadernos, lapiceros de colores y textos lujosamente encuadernados. El resto del año sólo gastaban en putas y en alcohol. Seguramente había excepciones, pero pasaban desapercibidas. 


Sí creo recordar que había alguno de entre ellos muy aficionado a recitar entre copa y copa versos de Rubén Darío de exaltación patriótica debidamente contrapunteada con la demonización del imperialismo. Quizá fuese por entonces cuando tuve mis primeros conocimientos de ese mal universal que por querer de los tiempos se sustancia en los Estados Unidos de América. Sin ese imperialismo, según aquellos criollos, sus naciones hubieran sido un desideratum de bienaventuranzas. 


Ahora, cuando veo muy de vez en cuando el Canal Sur me percato de que los señoritos criollos no han movido un pelo su discurso. Imperialismo por aquí, imperialismo por allí. Sin imperialismo no existirían. Normalmente es el imperialismo USA, claro está, pero también dedican sus buenos ratos a dejarse matar por los muertos del pretérito imperialismo español. Bueno, no sé si saben que ese Canal Sur es un invento del Presidente Chávez con pretensiones de eclipsar a la CNN en todo Hispanoamérica. O Latinoamerica como les gusta decir a otros. Pero, la verdad, para mí que no consigue otra cosa que dar por el gusto a las clases más desfavorecidas e ignorantes de esos países. Y alertar, también, a las burguesías locales del peligro que corren si no se ponen las pilas. 


Porque Canal Sur no es como Cuba Visión. Canal Sur está respaldado por los petrodólares. Cuba Visión, sin embargo, dio sus últimos do de pecho en aquellas memorables emisiones en las que Fidel Castro se pasaba cinco horas cantando las excelencias de la olla arrocera que por aquel entonces estaba distribuyendo el gobierno cubano entre sus súbditos. A partir de entonces, culminadas ya por lo visto las conquistas revolucionarias, apenas hay política en Cuba Visión y, por contra, hay una programación musical que, diría, la convierte en una de las mejores del mundo en lo que a ese arte se refiere. 


Canal Sur para adoctrinar y el partido de los trabajadores para cuidar que nadie se desvíe de esa doctrina. Me suena. Lo malo es que haya tantos petrodólares para mantener la ficción. Sí, desde luego, será fabuloso el día que el Sr. Chávez desaparezca de la escena, pero es frustante que tenga que ser por lo que va a ser. Es señal inequívoca de que puede ser sustituido por otro de la misma calaña. 

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