Elisabeth Quin es una señora que está francamente bien. Bien, para que nos entendamos, mucho más en el sentido de presentable que no en el de follable, que diría el castizo. Si ustedes quieren comprobarlo se la pueden encontrar cada día laborable dirigiendo el programa 28´ que emite la cadena ARTE hacia las ocho de la tarde. Un programa de debate sobre temas de actualidad. De debate, o sea, de décryptage, es decir, de sacar a la luz aspectos mal conocidos, en este caso de La Françe.
En mi modesta opinión La Françe, osease, los franceses, tienen un grave problema de percepción que les crea no pocos problemas. Ellos se sienten estupendos. Mucho más estupendos que sus vecinos en cualquier caso y ya no digamos que los americanos. A los americanos les enmiendan la plana cada día y no se cansan. Para que me entiendan es algo parecido a lo que les pasa a los catalanes con nosotros, los pobres españoles, que es que parece que no dan a basto a sacarnos la caspa de encima.
Problemas de percepción, dirán, ¿quién es el que no los tiene? Sí, tienen razón, pero no todas las sociedades tiene la misma capacidad de generar anticuerpos contra esa plaga. Algunas, como la francesa, o la catalana entre nosotros, podrían ser consideradas como auténticos paradigmas de la autoinmunedeficiencia autocontemplativa... es decir, que antes se pegan un tiro que reírse un poquito de sí mismos.
El caso es que la Sra. Quin, con su envidiable elegancia, se ataca, por decirlo a la francesa, a esa estulticia nacional dejando que unos y otros de entre los más sobresalientes confronten sus ideas ante el respetable. Y allí, a su vera, tiene siempre a unos fieles, y bellos como ella, escuderos para que velen porque las ideas sean ideas y no simples sloganes.
Porque esa es la cuestión, que exponer una idea no es fácil. Exige capacidad de síntesis, corrección sintáctica, amén de rectitud de juicio. De no ser así la gente se cansa de escuchar e interrumpe. Como era el caso ayer que había dos políticos de la izquierda plural y un economista académico en la liza. El tema a tratar era el de un ministro, el de la "Recuperación Productiva", muy guapo y tal, Sr. Montebourg, que piensa recuperar la productividad francesa haciendo de modelo publicitario para los productos franceses. Luego, además de eso, por supuesto, propone poner trabas a la venta de coches coreanos en Francia y cosas por estilo que aunque no sean proteccionismo económico propiamente dicho huelen a tal que apestan.
Como decía, la gente se cansa e interrumpe. Y entonces los de la "izquierda plural" perdían todo su tiempo suplicando que les dejasen acabar. ¡Déjame acabar! ¡Déjame acabar!, decían una y otra vez los pobres que no podían comprender que no podían acabar porque nada habían comenzado. Sin embargo el economista académico despachaba en cuatro palabras y nadie le interrumpía. La balanza comercial entre Francia y Corea es enormemente beneficiosa para Francia, dijo, y no tuvo nada que añadir porque todo el mundo comprendió que la verborrea de los de los de la izquierda plural no era sino simple basura reaccionaria tan del gusto del populacho.
En fin, que menudo problema tiene Europa con la Françe. Porque es que aquello, como la Catalogne, está de reaccionarios que no cabe uno más. ¡Ministro de la Recuperación Productiva, ya te digo! Distraer al personal jugando con las palabras. Ministro de la recuperación del proteccionismo es lo que gracias al decryptage de la Sra. Quin quedo claro a todo el mundo. O sea, ministro de la vuelta al XIX.
Y mientras tanto ni un recorte y venga a subir la deuda ¡Vive la Françe y le joie de vivre!
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