Una ves más la Alemania nazi ha sido derrotada por las fuerzas progresistas, mayormente francesas, faltaría más. Así lo confirman esas más que mil palabras que es la imagen que ilustra este comentario. Imagen, claro está, aparecida en la prensa autodenominada independiente, o sea, progresista para entendernos.
Ahora que parece que la clase política va entrando por el aro de un cierto sentido común, a la fuerza ahorcan, va la chusma periodística y se mantiene en sus trece atizando la burbuja de la mentira. Y así es que se esfuerzan en mantener activo a su público presentando lo que sólo son las decisiones del natural trascurrir de la historia como si fuesen victorias o derrotas en una batalla de la guerra decisiva entre partes que sólo ellos distinguen.
"Gana el flanco sur". "Alemania humillada". Y muchos titulares por el estilo han aparecido en los medios desde que, hace unas horas, se llegó en Bruselas a un pequeño acuerdo entre las diversas partes de la Comunidad. Pequeño acuerdo, uno más entre miles, que a buen seguro ha sido alcanzado porque todos han considerado con la mejor voluntad que es lo que más puede beneficiar al conjunto. Que hayan acertado o no, eso es otra historia que el tiempo se encargará de dilucidar. Y posteriores acuerdos de corregir si las circunstancias lo exigen.
La mentira, bueno, lo confieso, estoy obsesionado con ella porque todavía me dura la lectura de L´Adversaire que ayer les decía. Un tipo que cada vez las cuenta más gordas porque se ha percatado de que lo de menos es el tamaño del embuste y lo de más la adecuación a las preferencias del personal. El personal, ese ente amorfo que sólo piensa en la satisfacción inmediata de sus pequeñas necesidades. Y lo que hay más allá, se la bufa. No quiere problemas y por eso que sea tan difícil desentrañar la mentira allí donde se la podría atacar: "en los principios si un mal, aunque sea leve, se descuida, fuerzas del abandono va cobrando, que después el remedio inutilizan", dijo el clásico.
En realidad, si bien se mira, todo el esfuerzo de la que se conoce como filosofía no es otro que el de desentrañar la mentira que señorea el mundo. Eso no es así por muy simpático que le resulte a usted, dice, es de este otro modo por muy doloroso que sea. Y luego, ya, esos otros intentos desde la primera línea de fuego, como el de aquel tal Karl Kraus que publicaba una revista, Die Fackel, dedicada a analizar los diversos textos periodísticos de la época poniendo de relieve su verdadero significado. Y, en fin, muchos otros que le imitaron e imitan, pero por más lanzazos que asestan al dragón poco daño le hacen si juzgamos por la buena salud que exhibe el animal. No será fácil derrotarle porque, en el fondo de nuestras almas, eso que llaman el inconsciente, todos le amamos sin reservas.
La mentira, ¡ay!: "yo soy de los que siempre va con la verdad por delante", dicen algunos. Demasiados.
Qué felices éramos de adolescentes cuando todo era o blanco o negro, cuando los buenos de las películas y los malos se distinguían tan bien.
ResponderEliminarQuizá lo bueno de dominar -o intentar dominar- cualquier disciplina sea que eso te lleva a caer en la cuenta de que la realidad es complejísima, que si uno no domina ni su limitada parcela de conocimiento en toda la vida, como para llegar a conocer nada de lo demás, en lo que solo somos aficionados.
A mí parece claro que la política es una ciencia tan compleja como cualquiera, el caso es que, como pasa con el hacerse actor, la mayor parte de la gente que practica esta ciencia suelen ser aficionados que no se han parado ni cinco minutos a pensar en esa complejidad, que se lanzan a tumba abierta con cuatro ideas simplonas que aplican lo mismo a un roto que a un descosido: el keynesianismo, liberalismo, socialdemocratismo o cualquier otro ismo.
Claro que unos y otros han hecho lo que saben hacer, pero como me imagino que pasa en la medicina, uno aplica los remedios que sabe y después el cuerpo funciona de una manera u otra, digo yo. Si no te mueres, te curas. Si te mueres, no había nada que hacer. Si te curas, fue por el remedio. Nunca podemos saber si las causa y los efectos fueron así o de la otra manera. Pues eso...
Desde luego que todo es endemoniadamente complicado. Pero los periodistas viven de vender periódicos y los políticos de conseguir votos. Y como son instruidillos saben que eso sólo se consigue reduciendo la realidad a historias de buenos y malos o de barcelonistas y madridistas. Ahora estaba discutiendo en casa a propósito de un político sudamericano que da su sueldo integro a los pobres. Se ha hecho famoso por eso y nadie se pregunta si es buen o mal político. Como aquella película, Las sandalias del pescador, que tanto gustó y sigue gustando a los que no ven más allá de sus narices. Imagínate,la Iglesia prescindiendo de sus oropeles, no dura cuatro días.
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