viernes, 29 de junio de 2012

L´Adversaire




Hoy toca hirviendo. Mañana, Dios dirá. Más que nada de lo que se trata es de dar tensión al "relato".


Estoy leyendo una novela muy interesante, L´Adversaire, de Emmanuel Carrère,  que tiene por protagonista a la mentira. La mentira encarnada en un tipo cualquiera al que sus conocidos aprecian. La mentira instalada en lo cotidiano que sin que nadie lo note va corroyendo todo el organismo dejando intacta la piel. Y por eso es que cuando se manifiesta lo hace en forma de estallido, porque la piel es muy fina y si se le suelta un cabo todo se desgarra al momento y lo que había debajo salta por los aires. El tipo en cuestión, entonces, considera que no tiene otra salida que matar a todos los suyos y luego suicidarse. Lo primero le sale bien, pero en lo segundo falla, lo cual anima al señor Carrère a intentar reproducir lo que hizo Truman Capote con los asesinos de "A sangre fría". Y lo consigue plenamente. Entabla relación con l´adversaire y le va sonsacando todo eso que pasa por la cabeza de cualquiera que cada día que pasa va añadiendo nuevas trabas a su propia trampa. Y así hasta llegar a crear una superestructura diabólica que impide todo movimiento que no sea letal. 


Es una buena metáfora para los tiempos que corren, estos de la crisis que tanto se está llevando por delante. ¿Porque de dónde viene todo esto sino de haber estado unos y otros inflando una ilusión a base de mentiras? La ilusión de una riqueza sustentada en quimeras. Pueblos enteros dedicados a fabricar puertas para casas que nadie iba a comprar. 


Entramos el otro día a tomar un café en la cafetería que hay debajo de casa. El dueño, o encargado, estaba solo en medio de aquel espacio bien adobado y, como quien dice, echaba chispas por el nabo cual Cristo de Arrabal. Más que de hablar, el hombre tenía ganas de perorar y no aceptaba intromisiones. "Nos hemos equivocado todos", clamaba. Y seguía: "Lo hemos hecho muy mal todos". Después se despachó a propósito de los funcionarios. El caso era que los que "trabajan" a menos de diez metros de su establecimiento, los de los juzgados, se van a tomar el café mañanero unos kilómetros más allá, al Sardinero, porque andan sobrados de tiempo. Eso era lo que argumentaba el buen señor para redondear su teoría. 


Bueno, bien, me dije, parece que empezamos a aterrizar. Lo digo por lo de la insistencia en el "todos". Porque esa es la verdad incuestionable, que todos, o casi todos, constituían el organismo corroído por la mentira. Y Dios librase a cualquiera de introducir en el discurso la sombra de una duda. Porque la mentira era la verdad absoluta. En fin, para qué seguir si ya se descubrió el pastel.


Y hoy, al inicio de la sesión, tocaba agua hirviendo. Luego se enfriará. Volverá a hervir. Y estaremos así años porque rehabilitar un organismo quebrado lleva tiempo. Pero lo lograremos porque, al fin y al cabo, aunque no lo parezca a veces, esto es Europa. O sea, una princesa fenicia que galopa a lomos de un toro. No puede fallar. 

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