Ayer, así, de entrada, parecía que iba a ser un día glorioso. Lo más importante de todo, no nos engañemos, la bolsa, se disparaba hacia arriba como un cohete Apollo 11 con destino la luna. ¡Vana ilusión! Andábamos por la media sesión y el cohete perdía fuerza. Un poco más adelante y caía hecho trizas.
Es una triste historia perfectamente previsible por lo demás. Hasta un principiante podía comprender que los cálculos matemáticos eran erróneos. No se puede despegar con el mismo combustible y cien mil kilos de más en la bodega. Se necesita más madera. ¿De dónde sacarla? ¡Ay, madre, que vienen a por mi!
El problema, decía el otro día un sabio en un programa de debate de la cadena Blomberg, es la percepción. Los humanos actuamos en función de la percepción que tenemos del ser de las cosas. Porque de la percepción nace la simpatía o la antipatía, la confianza o la desconfianza. Y ahí está el punto, que Europa en general y España en particular, son percibidas por los dueños de la pasta como territorio infestado de trileros, embaucadores, y demás oficios relacionados con la picaresca. Expertos en el arte del birli-birloque. Nada por aquí, nada por allá, y mira lo que me sale de la manga: cien mil millones. Y todo arreglado. Estos a asar chuletas, los otros a la noche blanca, los demás allá a Petra y todos a vivir que son dos días.
Hoy leo yo, y me hago cruces, que los directivos de las instituciones financieras intervenidas sólo podrán ganar 600.000 euros. Supongo que será al año, aunque tal y como son las cosas también puede que sea al mes. Y como ésta ni les cuento porque huelga. Todo el mundo sabe que del Rey abajo ninguno, empezando por mi mismo, pocos pueden tirar la primera piedra so pena de verse envuelto en un torbellino de vergüenzas.
En fin, acabo de poner el coche a la venta en ebay. Porque para qué le necesito yo. Y es un pastón al año.
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