sábado, 14 de abril de 2012
El mejor amigo un enemigo
La cosa no tiene solución. Siempre ha sido así y siempre lo será. Es un cemento podrido, pero todo lo que toca lo funde en una masa homogénea que no admite marcha atrás. Es decir, que no hay operación física ni química que sea capaz de volver a aislar los elementos fusionados.
Ese cemento se llama enemigo. Ya lo dijo Nosequién, dadme un enemigo y construiré una nación. Así de sencillo. Se lo digo yo que he vivido en el País Vasco y Cataluña y, por tanto, tengo sobrado derecho a exhibir experiencia en el asunto de marras. Era tanta la insistencia con la que aquellas buenas gentes citaban al enemigo, por tierra, mar y aire, que no podías sino llegar a la conclusión de que les resultaba de todo punto imposible prescindir de él so pena de padecer un dolor mil veces más agudo del que se siente cuando se pierde a un amigo muy querido.
Ya les digo, es un cemento podrido que sólo fragua en las sociedades podridas. Sociedades acostumbradas a vivir de privilegios, o de recursos naturales, o de cualquier cosa, en fin, que no sea ese capital humano que surge del estudio o esfuerzo en general. Sociedades que, como se han acostumbrado a vivir opíparamente sin haber hecho demasiado para merecerlo, dan en creer que todo ello es debido a su condición superior. Y, entonces, hablan y hablan, con un aplomo, o seguridad en si mismos, que si no supiésemos que son argentinos pensaríamos que está hablando el mismísimo Dios.
Y aquí es a donde quería llegar yo, a los argentinos. Hace unos cuantos años estaban fatal y pensaron que podían salir del paso señalando a un enemigo y yendo a por él. Se equivocaron. El enemigo les dio para el pelo. ¡Pues buenos son los ingleses! La Isla del Tesoro se defiende al precio que haga falta pagar. ¡Faltaría más! Los argentinos quedaron maltrechos y en un arranque de dignidad echaron a los felones que les gobernaban. Pero como no tienen solución los sustituyeron por un tipo estrafalario, experto, ¡cómo no!, en frases lapidarias: "estamos mal, pero vamos bien", sentenció al tiempo que condenaba a sus conciudadanos al tormento del "corralito". Bien, entre unas cosas y otras y después de muchas y lastimosas vicisitudes la cosa mejoró algo, sobre todo debido al aumento de la demanda mundial de soja. Argentina, que tiene mucho terreno, se dedicó al monocultivo de la soja y tuvo pingües ingresos, pero no sin crear los graves problemas sociales que siempre se asocian a las economías monotemáticas. ¡Que nos lo digan a nosotros con lo de la burbuja inmobiliaria!
Ahora, de nuevo, a Argentina le crecen los enanos. La soja no da para pagar tanta afición a aparentar más de lo que se es. Una afición, todo hay que decirlo, que seguramente les viene por herencia directa de sus ancestros españoles e italianos. Pero eso no hace al caso porque tiempo de sobra y medios tuvieron para corregirse. Y no quisieron o no pudieron. Y así llevan años sumergiéndose en el pozo de la decadencia de la mano del peronismo, un fascismo puro y duro recubierto de palabrería izquierdista. ¡Pobrecillos! Se ahogan. Necesitan la mano amiga que les salve, es decir un enemigo. Han vuelto a ensayar con los ingleses, pero estos les han dicho que pintan bastos, así que mejor volver la mirada hacia alguien que ande pachucho. España, por ejemplo, que además, por haber sido antaño su metrópolis está a huevo para poder acusarla de querer volver a serlo. No en vano España es el mayor inversor extranjero en Argentina. Y en esas estamos, fabricando al enemigo neocolonialista que actúe como cemento fusionador de las más diversas voluntades. Una patria, una nación en peligro. ¡A por ellos! Y se volverán a estrellar.
Ya digo, son como niños, pero nos están haciendo la puñeta. Porque nosotros, los españoles en general, todavía no estamos tan podridos como para que nos cohesione un cemento tan asqueroso.
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Vengo de ver "Thatcher". Uno pensaba por aquellos años en que era una barbaridad enviar a la muerte a tantos jóvenes por unos islotes perdidos. Después conocí por estas tierras a combatientes de ambos bandos y pensé otra vez lo mismo. Pero de un tiempo a esta parte -será la edad- voy dando en pensar si no fue una suerte que los ingleses tuvieran a Thatcher en lugar de otro primer ministro que les hubiera llevado por el camino del compromiso que querían los del FO. Hoy sabemos que si los ingleses hubieran templado gaitas Videla y compañía hubieran ido contra los chilenos y, nos podemos imaginar la sangría que habría sido aquello.
ResponderEliminarEn cualquier caso, oyendo lo que se decía por la parte argentina en la conmemoración de treinta aniversario uno piensa que la estupidez anida igual en la dictadura que en la democracia. En fin.
Bueno, Jacobo, es que yo no creo que lo que hay en Argentina sea una democracia sensu strito. Como tampoco creo que lo sea lo que hay en Cataluña y País Vasco. Son sitios en los que se hostiga sin piedad al discrepa de la linea oficial. Félix de Azúa se ha ido de Barcelona a Madrid porque dice que no quiere educar a un hijo que está a punto de tener, o ya ha tenido, en un régimen como el peronista. Esas unanimidades bien sabemos nosotros como se consiguen. Acuérdate de la conspiración judeo-masónica. Y luego el comunismo, que ese sí que era un enemigo, pero no del franquismo sino del sentido común, lo cual, comprenderás, es mil veces peor.
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