Un suponer: decides que vas a invitar a ocho personas a comer "sopa cristal de faisán". Bueno, ahí hay tajo. Primero, salir a la búsqueda de todos esos ingredientes. Luego, proceder a su manipulación, que ni les cuento. And last but not lest, convocar a las ocho personas para el festín. ¡Con lo ocupado que está todo el mundo! Quizá, como aquel rico de los evangelios, te puedas arreglar con mendigos que, a D.G., de esos nunca faltan y, si es a buena hora, no se hacen de rogar.
Sopa cristal de faisán
Ingredientes
- PARA OCHO PERSONAS
- faisán
- 1 rabo de ternera
- 150 g de garbanzos
- 2 zanahorias
- 1 puerro (la parte blanca
- 2 huesos de cadera de ternera
- 250 g de uvas
- 50 g de pasas
- 12 cucharadas de sémola
- 1 paquete de masa de tempura
- 2 rebanadas de pan de molde
- 1 cucharadita de levadura
- 3 trufas
- 100 ml de Pedro Ximénez
- 2 huevos
- 2 cucharadas de harina
- Mantequilla
- 4 l de agua
- Sal
Instrucciones
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En concreto, nada de lo que asustarse. Queda mono y para cuando has terminado el asunto ya es hora de irse a dormir. Además, si consigues comensales, y mejor si son mendigos, al día siguiente ya estará reciclado y disponible en forma de inmejorable fertilizante.
En fin,el caso es tener la sensación de que uno se sofistica. De que transita por el camino de la fina sensibilidad. Y, además, para mayor gloria, sin excesivos sudores.
¡Ah!, se me olvidaba, por lo que me van contando, a Bartlebooth, ahora, cuando se acerca al final de su proyecto, no le van muy bien las cosas. Parece ser que está angustiado por la presión excesiva a la que le somete las dificultades que encuentra para ensamblar los puzzles. Ya veremos en qué acaba todo eso.
En concreto, nada de lo que asustarse. Queda mono y para cuando has terminado el asunto ya es hora de irse a dormir. Además, si consigues comensales, y mejor si son mendigos, al día siguiente ya estará reciclado y disponible en forma de inmejorable fertilizante.
En fin,el caso es tener la sensación de que uno se sofistica. De que transita por el camino de la fina sensibilidad. Y, además, para mayor gloria, sin excesivos sudores.
¡Ah!, se me olvidaba, por lo que me van contando, a Bartlebooth, ahora, cuando se acerca al final de su proyecto, no le van muy bien las cosas. Parece ser que está angustiado por la presión excesiva a la que le somete las dificultades que encuentra para ensamblar los puzzles. Ya veremos en qué acaba todo eso.
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