José Daniel dijo
Yo hacía deporte con Diaz de Villegas cuando eramos pequeños, era un estudiante extraordinario, una persona educada, simpática y honesta a más no poder. Era ejemplar y no creo posible que haya cambiado.
Desconozco lo que ocurre en la CEOE, pero si Yves denuncia, es porque hay algo que denunciar, no me cabe duda.
Ánimo Yves
Éste de arriba es un comentario aparecido en un blog del "Diario Montañés" a propósito del culebrón que viene desarrollandose en una asociación local de empresarios. El guión, según lo que se lee en los periódicos, es más o menos así. Un día de hace cuatro o cinco años, en una asablea de la citada asociación, un grupo de empresarios se impuso a la mayoría en una cuestión en apariencia banal: la forma de elección de su secretario general. Hasta la fecha era algo que se había hecho al más puro estilo de la provincia, es decir, por amiguismo. Desde entonces se habría de hacer por un concurso de méritos que se encargaría de valorar una empresa especializada y del todo ajena a cualquier miembro de la organización. Bien, pues así se hizo y el ganador fue el Sr. Diaz de Villegas.
Yves Diaz de Villegas es ingeniero de caminos y habla cuatro o cinco idiomas. Aparte de eso, no sé nada de él salvo que ha puesto en circulación una serie de documentos en los que se desenmascaran las prácticas, no por habituales menos deshonestas, del presidente de la cosa, un tal Sr. Mirones.
Bien, pues hay movida.Y afecta a todo el establishment provincial. O provinciano, si quieren. Y no es una movida al uso, entre los mafiosos de los partidos políticos para ver quién se queda con el contrato en juego. No, según me parece observar esta vez es diferente. Esta vez se trataría de una nueva versión de la antigua lucha de clases, sólo que en vez de proletarios contra burgueses sería la lucha de los letrados contra los iletrados. Cenas de solidaridad con el Sr. Mirones de los empresarios contra manifiestos de apoyo al Sr. Villegas fimados por legión de ingenieros, arquitectos, catedráticos y así. En resumen, que la cosa promete.
En fin, que, si algo hay de cierto en la conclusión que les acabo de exponer, sólo me queda añadir un jubiloso ¡Ya era hora!
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