En la última novela de Michel Houellebecq, "La carte et le territoire", el protagonista es un artista que se hace mundialmente famoso fotografiando los mapas de la Guía Michelín. Tan famoso que supera la cotización de los dos monstruos que se reparten el pastel del arte en el momento presente, un tal Damien Hirst y otro tal Jeff Koons. Yo pensé que Hirst y Koons eran dos personajes de ficción, pero así todo miré en Internet porque me habían dicho que los personajes de esa novela estaban sacados de la vida real. Y, efectivamente, son personajes reales y superfamosos dentro del mundo del arte. Ignorante de mí.
Así que fui e investigué sobre esos señores. Y bueno, es un poco sorprendente a donde hemos llegado. Al tal Hirst le encanta la casquería. Y el tal Koons hace unos muñecos como esos que
componen para los niños los vendedores de globos que hay en todos los parques.
Total que, esta mañana, cuando caminaba distraído por la calle, mi mirada ha caído sobre el cartel que les muestro en la foto de arriba y al instante me he dicho, coño, mira, La Siesta by Damien Hirst.
Aquí abajo les pongo una de Hirst y otra de Koons, aunque supongo que ustedes, viajados como son, los conocerán de sobra.
Un día, cierto concejal de mi pueblo me pidió opinión sobre la obra de un artista al que el consistorio había subvencionado para permitir que en los bancos de granito de la Plaza Mayor se plantaran unas fundas mullidas de color carmesí, como las de los sofás de las casas particulares, para disfrute temporal de los abuelos que allí se sentaban a tomar el sol. Le expliqué que, desde mi punto de vista, el verdadero arte de esta gente era el de la retórica, la labia que tenían para vender el negocio. Y que como veía, por los resultados, que los había convencido, estaba seguro de que se trataba de un artista extraordinario.
ResponderEliminarAhí están las cosas y nada más: menudo curro, perseverancia, mano izquierda y energía gastó Chillida para convencer al consistorio donostiarra de que le cedieran el rincón más hermoso de la bahía de la Concha, para que detrajeran del presupuesto de bibliotecas (sé de primera mano que estaban muy mermadas en aquellos años de mi infancia) toda la pasta que costaba esa gran instalación del "Peine del viento". ¡Le costó más esfuerzo que si se hubiera empeñado en esculpir el mármol con mayor maestría que Fidias o Miguel Angel!
Pues lo mismo con estos. Si medio mundo afirma que tales mierdas son arte, lo son, y van a misa. Después de todo, estamos en democracia, ¿no?
Bueno, pero no me negarás que "La siesta" tiene un no sé qué como de natural.
ResponderEliminarNo solo de natural. Si no fuera por la cabeza de ajo que le quita un punto de pimienta, diría que hasta erótico...
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