viernes, 11 de febrero de 2011

Alemania, I suppose



Fritz Lang rodó en 1933 "El testamento del Dr.Mabuse". En 1933, precisamente, fue cuando Hitler se hizo con el poder. Luego, como es de suponer, la película no llegó a las pantallas. Sólo se podía ver en las reuniones privadas de los altos cargos nazis.

En  1927, Walther Ruttman rodó un documental titulado "Berlín, sinfonía de una ciudad". Trata  de lo que hace la gente en una gran ciudad a lo largo de un día. Empieza con la recogida de basuras y acaba con fuegos artificiales. Más o menos, pensaba al verla, igual que cualquier ciudad de sus dimensiones. Todas esas personas yendo y viniendo en metros, trenes, autobuses y coches con los consiguientes agobios de las horas punta. Y por la noche, juerga. Pero, en cualquier caso, ni una alusión a la política.

Cuenta Stefan Zweig en sus memorias, que hacia el año 1924 empezaron  a aparecer por Austria cuando menos  se esperaba grupos de jóvenes perfectamente organizados que lo mismo se ponían a cantar canciones patrióticas que a pegar mamporros si les parecía que la ocasión lo merecía. Aparecían en camiones nuevos, iban impecablemente uniformados y se producían de forma que sugería la necesidad de muchos ensayos previos. ¿Quién financia todo esto?,  preguntaba una y otra vez Stefan sin obtener la menor respuesta. Ni que viniesen caídos del mismísimo cielo.

El Dr. Mabuse tiene una trama criminal sin el menor afán de lucro. Y sus secuaces viven lujosamente. Incluso pueden regalar collares de perlas a sus amantes. Su única finalidad es la de sembrar el caos. El caos del que, inevitablemente, surge control. Como en "Superagente 86" (Get Smart), pero en serio. ¿Quién financiaba a Mabuse? La película no lo aclara. Pero hay una escena que quizá lo diga en clave délfica. Es al final. El Profesor Baum, que es en quién se ha encarnado el Dr. Mabuse, se sabe desenmascarado y huye enloquecido en la noche. La policía le pisa los talones. Es una escena bellísima. Los árboles iluminados a ambos lados de la carretera. El coche que parece que se los va a tragar. Entonces aparece el fantasma del Dr. Mabuse sobre el estribo derecho y empieza a gritar. ¡El Imperio del Crimen¡ ¡El Imperio del Crimen!
Y entre las sombras de la noche todo el tiempo destaca el tenue resplandor producido por el plateado símbolo de la marca Mercedes. Es omnipresente.

Bueno, qué habrá querido significar Lang con la exhibición de ese símbolo, me preguntaba. Acaso ha querido decir que esos son los que han financiado al Dr. Mabuse, perdón Hitler.

Perdón.

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