lunes, 28 de febrero de 2011

LA VIE MODE D´EMPLOI

-Valene: ¿Por qué esa obstinación en querer aprender a pintar a la acuarela?
-Bartlebooth: ¿Por qué no?
-Valene: Porque en su lugar la mayoría de mis alumnos ya habrían desistido.
-Bartlebooth: ¿Tan malo soy?
-Valene: En diez años uno consigue cualquier cosa, y usted lo conseguirá, pero ¿por qué quiere usted dominar a fondo un arte que de forma espontánea le es indiferente?
-Bartlebooth: No son las acuarelas lo que me interesa, es lo que quiero hacer.
-Valene: ¿Y qué es lo que quiere hacer?
-Bartlebooth: Pues puzzles, ¿qué otra cosa podría ser?


Bartleboot es un multimillonario de veinte años que vive rodeado de criados en un apartamento parisino. Tiene veinte años y su única preocupación son las corbatas y la forma de cortarse el pelo. Se aburre. Así que un día decide organizar su vida alrededor de un proyecto único que no tenga más finalidad que la de mantenerle entretenido. Un proyecto limitado, sin duda, pero que se compromete a cumplir hasta las últimas consecuencias. Un proyecto que se desarrollará alrededor de tres principios directores:

El primero es de orden moral: no se trata de un proyecto que busque el reconocimiento del mundo. No será ni espectacular ni heroico. Será un proyecto difícil, sin duda, pero no irrealizable y que, además, se pueda controlar de principio a fin.  En contrapartida proporcionará a su autor una dedicación que gobernará su vida en todos sus detalles.

El segundo es de orden lógico: negándole toda posibilidad al azar, la empresa hará funcionar el tiempo y el espacio como si de coordenadas abstractas se tratase en las que irían a inscribirse con ineluctable recurrencia sucesos idénticos producidos en lugares y fechas prefijados.

El tercero, de orden estético: su gratuidad será la única garantía de su rigor. El proyecto se irá destruyendo a medida que se va cumpliendo. Su perfección será circular: una sucesión de acontecimientos que, al encadenarse, se anulan. Partiendo de la nada, volverá a la nada por medio de transformaciones precisas de objetos acabados.

El proyecto se concreta en el siguiente programa:

-Durante diez años, Bartlebooth se iniciará, de la mano de Valene, en el arte de la acuarela.

-Durante veinte años recorrerá el mundo pintando, a razón de una acuarela cada quince días, quinientas marinas (65x50) representando puertos de mar. Cada vez que una de esas marinas esté acabada será enviada a un artesano especializado que la pegará sobre una delgada placa de madera y luego la recortará en forma de puzzle de 750 piezas.

-Durante veinte años, Bartlebooth, de vuelta ya en su domicilio parisino, irá reconstituyendo esos puzzles a razón de uno cada quince días. A medida que los puzzles vayan siendo rehechos serán enviados al artesano para que  "retexture" las marinas de forma que puedan ser despegadas de su soporte y llevadas al medio en el que habían sido pintadas veinte años antes. Después será sumergidas en un medio detersivo de donde saldrá una hoja Whatman intacta y virgen.

Así se termina, sin dejar rastro, una operación que ha dado pleno sentido a la vida de su autor.

Veinte al inicio, más diez aprendiendo a pintar, más veinte viajando para pintar, más veinte reconstituyendo los puzzles, total: setenta. Y de los setenta en adelante ¿qué?, me pregunto yo. Porque es que yo ya casi los tengo y no me resigno a una continua recreación en la nada. 

Post scriptum: La historieta está sacada de "La vie mode d´emploi", novela de Georges Perec.

sábado, 26 de febrero de 2011

El honrado y principal.

Escribía ayer con más o menos acierto sobre la arrogancia. Y lo peligrosa que es la del pueblo llano, esa que alguien definió como de barba cerrada y gesto torvo. Hoy me atreveré con ese otro sustantivo femenino que tan prodigiosamente quedó definido en aquellos versos de Guillen de Castro: procure siempre acertalla/ el honrado y principal,/ pero si la acierta mal,/ sostenella y no enmendalla. Supongo que ya se habrán dado cuenta de que me estoy refiriendo a la contumacia.

Pues bien, el caso es que estos días pasan cosas, o, más bien, se repiten cosas, que me hacen recordar experiencias tenidas en tiempos no muy lejanos. Tenía yo la costumbre por ese entonces de salir a pasear por los montes con unos vecinos. Formábamos un grupo bastante heteróclito compuesto en su mayoría por menestrales jubilados a los que su buen pasar empujaba a un conservadurismo de naturaleza, por así decirlo, prelógica. Cualquiera de ellos hubiese dado la vida antes de tener que sostener un libro en sus manos. ¿Para qué si lo sabían absolutamente todo? Y si alguna duda tenían ya se encargaba de resolvérsela Federico Jiménez Losantos del que eran fieles devotos. Para ellos, los curas eran todos unos puteros empedernidos, pero su emisora, La Cope, era, sin lugar a la menor duda, la palabra de Dios.

Yo nunca solía abrir la boca si no era para reír alguna de sus gracias, que no eran pocas las que hacían. Tampoco hubiese podido decir algo aunque hubiese querido. Cuando lo intenté, no había dicho cinco palabras y ya me habían cortado. Ellos largaban y largaban, repitiendo día tras día las mismas historias. Era así como habían conseguido construirse una biografía a medida en la que todo era self-apología. Para ser franco diré que no pasó mucho tiempo antes de que me resultasen una verdadera castaña, pero, entre tanto, fue una experiencia curiosa porque nunca había tenido la oportunidad de tratar con cierta asiduidad a gente a la que las circunstancias de la vida había colocado en los escalones más bajos de la ilustración.

Normalmente, el grupo de paseantes era muy respetuoso e, incluso, deferente conmigo. Y no era raro que en ocasiones recabasen mi opinión sobre lo que fuera que se estuviese tratando en el momento. Otra cosa es que, luego, tuviesen la paciencia de escucharme. Ellos parecían querer un sí o un no. Una segunda palabra ya se les hacía insoportable. Entonces, me cortaban con algún chiste y pasaban a lo suyo.

Pero hubo un un par de veces en las que mis dos o tres palabras no les gustó ni un pelo y, alguno de ellos, incluso se puso desagradable. Ya saben, el típico recurso al "porque nosotros no tengamos estudios...". Y, cosa curiosa, el garbanzo de la discordia fue las dos veces el asunto Rumasa. Para ellos, no quedaba la menor duda de que los socialistas habían embargado a Ruiz Mateos por venganza. Ruiz Mateos, argumentaban, daba trabajo a muchas personas y lo que pasaba era que los socialistas querían apoderarse de sus empresas para vendérselas después a sus amigos. Y así, todo tipo de estupideces cinceladas en su cerebro a golpe de COPE.

Y ahora la historia se repite. A los socialistas les tocará de nuevo la obligación de embargar las empresas de Ruiz Mateos. Y los estafados, no lo duden, pedirán que les indemnice el Estado. Pero, ¡ay!, los púlpitos que tomaron el relevo de la COPE ya no defienden a Ruiz Mateos. Lo más, lo más, dicen que es un buen empresario pero un mal administrador. O sea, ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario. Hablar por hablar, cuando hasta un tonto sabe que no se trata de otra cosa que una versión más del timo de la pirámide.

En fin, contumacia pura y dura de todos esos avarientos que pensaron saber como forrarse de la mano del hombre providencial. Aunque, la verdad, apostaría lo que fuese a que el desfalco no ha pillado ni de lejos a mis peripatéticos amigos. Porque una cosa es aprovechar lo que sea para poner a parir a los socialistas, que sí, reconozco que se lo merecen y no poco, pero otra cosa es arriesgar la pasta... en fin, que me muero de ganas de volver a pasear con ellos por el monte y sacar, como de pasada, el tema Nueva Rumasa. Apuesto a que siguen defendiendo a Ruiz Mateos, aunque, de ésta, no se van a poder dar la satisfacción de verle golpeando a un ministro socialista. 

jueves, 24 de febrero de 2011

Dogville

Rebuscando entre los cedés de "La Vidriera" encontré uno de Lars von Trier titulado "Dogville". Había disfrutado mucho, tiempo ha, con una serie televisiva dirigida por este señor que pasaron en la cadena ARTE. El tema era hospitalario, pero nada que ver con lo que se usa al respecto. Nada de épica y mucho de mágico. 

"Dogville" se las trae. Acaso sea todo un tratado sobre la arrogancia. Sobre todo de la arrogancia que se esconde detrás de la humildad. La peor de todas.

La protagonista es una bella adolescente plena de amor cósmico que tiene que sufrir en carne propia los rigores del aprendizaje de la realidad. Y los aguanta por no dar el brazo a torcer. Por arrogancia. Piensa que con los humildes la mejor estrategia de conquista es la humildad y cegada por los primeros éxitos no se percata de hasta que punto son perversos los humildes. Sin duda, no había visto "Viridiana". Y si la había visto no la había entendido.Cuando se quiere dar cuenta está metida en un verdadero infierno y sin escapatoria aparente.

Pero si hay escapatoria. Se la proporciona la estulticia del buenismo de un joven que de pura vaguería ha devenido en iluminado. Se ha marcado la meta de llevar a los suyos a la tierra prometida. Una ambición bastante generalizada entre los que leyeron dos libros a los que no tenían derecho por no haber querido estudiar. Por vagos. Son tipos que también tienen principios brillantes. Mientras su disimulada arrogancia pasa desapercibida a los arrogantes humildes que pretende pastorear. Pero, ¡ay de él cuando empiezan a surgir las primeras dificultades! Entonces de poco sirven los dos libros leídos sino se tiene valentía. Si no se arriesga a transitar por el camino más duro. Imposible para un puto vago. Mejor dar la vuelta y desandar lo recorrido para volver al origen... tan seguro y tan cálido, por más que sea aburrido.

Y es precisamente ese desistimiento del mesías el que salva a la humilde y bella adolescente. El que, por así decirlo, le abre los ojos a la cruda realidad. Es decir, que puestos a ser arrogantes, es mejor serlo desde la posición del poderoso. Porque la arrogancia del poderoso no sólo es más estética que la del humilde, también es menos dañina.

En fin, así es como yo vi la película que vete tú a saber cómo la habrán visto otros.

martes, 22 de febrero de 2011

Purgandus populus.

Desde mi particular visión de la jugada, "Purgandus populus" es sin duda de lo mejor que se ha producido en España para televisión. En uno de sus capítulos, "el macho ibérico", describe a un personaje que resulta gracioso a fuer de ser detestable. En una de las escenas el tipo está indignado porque su mujer echa poca sal a la comida. "Cago en dios que te he dicho mil veces que eches sal a la comida, que te voy a cascar... y tu viejo calla, cago en dios, y ahora me voy al bar que es el único sitio en el que se puede estar y no en esta casa."

Bien, pues el problema actual por antonomasia parece ser que es que al macho ibérico está dejando de gustarle lo de "ir al bar". Las causas son inciertas. En la radio de un coche aparcado que pude escuchar el otro día cuando pedaleaba por una carretera solitaria, argumentaban que el hombre de hoy día se está feminizando. Esa puede ser una razón. Otros argumentan que los bares se han subido a la parra con los precios. Yo no echo nada en falta el bar, me compro lo que sea y lo tomo en casa con los amigos, escuche el otro día en una conversación entre treintañeros. Y luego, los taberneros que lo tienen claro: el gobierno les ha dado la puntilla con la ley antitabaco.

Que si los ingresos han bajado un 20, que si han bajado un 40%, las cifras se barajan anunciando la catástrofe. Y ya, en el colmo del delirio, van los taberneros y anuncian que harán huelga. Cerrarán un día. O unas horas.¡Que tiemble España!

El caso es que, se mire por donde se mire, no es otra cosa que la crónica de una muerte anunciada. Como con las Cajas de Ahorro y otras cuantas cosas más que se han estado sosteniendo sobre la ficción de que somos cojonudos. Pues va a ser que no. De cojonudos nada, lo más, lo más, un poquito bastante vampiros. Y en eso a nadie le gusta reconocerse. 


En definitiva, una muy buena noticia que ilumina un poquito el final del túnel.

lunes, 21 de febrero de 2011

El triunfo de la muerte.

Como se da la circunstancia de que ahora tengo cerca de casa una videoteca pública y, por cierto, muy bien surtida, no es de extrañar que haya redoblado las horas  dedicadas a una de mis aficiones favoritas, o sea, ver historias en la pantalla.

Todo hay que decirlo, casi ninguna de las historias vistas últimamente es nueva para mí. Desde "Simón del Desierto" a "Café Bagdad", pasando por "La Gata sobre el tejado...", "Stromboli", etc., todas, por más que agua pasada, no dejaron de mover el molino de mis emociones. Unas para más admiración si cabía y otras, c´est domage, para la inesperada decepción.

Ahora bien, si las películas me atraen peligrosamente, lo que ya es casi enfermiza pasión es el gusto por las series televisivas. Más o menos, pienso, que la que sentía antaño por las novelas, sobre todo las del XIX. Historias pormenorizadas donde nada parece escapar al ojo inquisidor de los dioses. Personajes que capítulo a capítulo van entrando en tu vida hasta el punto de que a veces es difícil distinguir a qué mundo perteneces. Ríes, amas, odias, sufres, deseas, lloras, incluso más que en la que se considera vida real. Como si la ficción no lo fuese.

Así es que me gustaría mencionarles algo coincidente en tres series que tengo recientes. Tres joyas para mí.  "Retorno a Brideshead",  "Teresa de Jesús" y "Los gozos y las sombras". Se trata, ni más ni menos, que de la retransmisión en directo de la muerte. Y tres actores de lujo para representarla:  Sir Laurence Olivier, Concha Velasco y Amparo Rivelles.

En estos tiempos que dicen son como si la muerte no existiese de banalizada que está. Desde la tierna infancia se está viendo a diario morir a centenares en la pantalla. Y, como si nada hubiese pasado, la vida sigue igual. Vi a Concha Velasco demorándose -¡Ay, Señor, qué largo es esto!- en el trance para el que había estado preparándose toda la vida. Siempre, al parecer, deseándolo. "Pues, Señor mío, no os pido otra cosa en esta vida, si no que me beséis con beso de vuestra boca, y que sea de manera, que aunque yo me quiera apartar de esta amistad y unión, esté siempre, Señor de mi vida, sujeta mi voluntad a no salir de la vuestra; que no haya cosa que me impida pueda yo decir ¡Dios mío y gloria mía! con verdad, que son mejores tus pechos y más sabrosos que el vino."

Sir Laurence, un aristócrata decadente, se diría que se regodea en su última y más elaborada representación. Porque, como diría un catalán, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Y el haber llevado una vida licenciosa y descreída no tiene porque querer decir que a la hora de la verdad no se vayan a poner las cosas donde siempre debieran haber estado. Es decir, en perfecta sintonía con las convenciones sociales. Es una más de entre las muchas ventajas que tiene la catolicidad, que se puede invertir el rumbo a voluntad. Una somera contrición y todos lo entienden.

Amparo Rivelles es otra cosa. Un vestigio Ancien régime. Gestiona su muerte como si de un negocio se tratase. El negocio con el que intenta resarcirse del fracaso de todos los que intentó anteriormente. Una humillación es su desencadenante. La soberbia su reparación.

La verdad es que he visto morir a unas cuantas personas en la vida real y siempre,creo, fue bastante anodino. Mi impresión es que no se enteraron de nada desde mucho antes del tránsito definitivo. Preparados de antemano o no, todos lo hicieron divinamente. Sin teatro. Pero haberlo visto en la pantalla tres veces seguidas en poco tiempo y de forma tan divinamente teatral, confieso que me hecho meditar en el asunto. Sí, me he dicho, en el mejor de los casos, esto ya está cerca. Y no pasa nada. Mientras pueda seguir pedaleando, quiero decir.

viernes, 18 de febrero de 2011

Maliaño for ever, four

En una ciudad viva hasta las paredes hablan. Convengamos que es así y, entonces, tendremos que admitir que Maliaño, si no la que más, es una de entre las más vivas del mundo. Porque no hay pared que se calle.

Cuando mis hijas eran pequeñas, de vez en cuando yo les hacía alguna advertencia sobre la necesidad de tener un cierto orden en casa. Entonces ellas, que siempre han sabido latín, me respondían que el desorden en una casa es síntoma de que hay vida en ella. Lo habían aprendido de unas amigas de origen japonés que por lo visto eran todavía más, si cabe, desordenadas que ellas. Al parecer, y en contra de lo que se suele ver en las películas, en Japón no hay mucho orden en las casas para, así, dar sensación de vida. En fin, no sé, le preguntaré a Jacobo Niponicus sobre este extremo.

En Maliaño, como les digo, no hay pared que se salve. A veces, más bien raras, encuentras un dibujo con gracia. O algún slogan de cierta gastada originalidad (no a la droga que hay muy poca y somos muchos). Pero en la inmensa mayoría es pura y simple zafiedad. Y la verdad, me produce desazón. Les enseñaré unos cuantos ejemplos, desde la pared del polideportivo a la del templo pasando por los entrañables rincones de la plaza del pueblo en donde sobresale el culo cagado de la náyade que la preside.






En cualquier caso no me negarán que es un fenómeno curioso. Dando por sentado que los adolescentes son capaces de tirarse por un precipicio con tal de que ello sea lo que se estila, no por tal dejo de preguntarme por lo que les lleva a esta forma de expresarse. Porque, para empezar es un deporte que se me antoja caro. Se imaginan los miles de euros   gastados en la decoración de esas paredes. Es dinero que los adolescentes tienen que detraer de otras aficiones. Fumar porros por ejemplo. Aunque por mis recientes someras investigaciones he podido constatar que los chavales tienen para dedicarse con soltura a los dos negocios.





Necesidad de expresarse, he escuchado decir a algún sociólogo a la violeta. Bien, pienso, en los dotados para el dibujo, que los hay, lo entiendo. ¿Pero y los zafios? Para mi que esa gran mayoría lo único que quiere es fastidiar. La única manera de hacerse notar de los adolescentes mediocres.




El problema es que quién sea que debiera velar por la higiene y belleza del entorno, no parece estar interesado en
impedírselo. Supongo que son cosas de la catolicidad. Porque lo que es los calvinistas, no pasan una. El otro dí vi un reportaje sobre como en Ginebra a los cuatro días de manifestarse el artista le llega a su papá, vía de apremio, la factura de la limpieza más la multa adicional. Muy  edificante, pero poco apropiado para estas latitudes según criterio de nuestras autoridades.







 Por lo demás demás, tampoco pasa nada. Incluso, mirado por el lado positivo, vemos que, así, se mantiene una poderosa industria del spay. Por no hablar de la de la limpieza, con sus máquinas ad hoc para casos difíciles. Resumiendo: miles de puestos de trabajo. Y no lo duden, día vendrá en que esas pintadas, como ya ocurre en New York, serán atracción de turista... con todo lo que eso conlleva de I+D. 













Y luego, si no te sientes bien con tu propio cuerpo, aquí te dejo una dirección para que lo remodeles antes de que llegue el verano. No vaya a ser que dejes de ir a la playa por sentirte acomplejado/a. Ya sabes: siempre perfecto/a.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Partida de tahures.



Hay un personaje muy sobresaliente en las letras españolas que siempre me llamó la atención no sólo por su saber sino también  por su forma de fumar. Le solía ver en las terrazas de la Plaza Mayor  de Salamanca. Yo venía de pasar mi consulta de neumología en el ambulatorio de la SS y para desintoxicarme un poco me sentaba en una de las mentadas terrazas a tomar el sol y fisgar a la concurrencia. No fueron sólo una o dos las veces que, en tan distendido ambiente, tuve al alcance de mi vista al citado intelectual.

Bien, como digo, yo venía de pasar la consulta de neumología, o sea, es decir que venía de dar caña a los fumadores. El tabaco le está perjudicando y cosas así repetidas hasta la saciedad. Y, entonces, me encontraba allí con un tipo al que admiraba mucho por su saber y que no cesaba de fumar. Bueno, a decir verdad, no era el que fumase lo que atraía mi atención sino la forma en que lo hacía. Era pura fruición. Cada vez que aspiraba el humo parecía que le iba la vida en ello. Lo hacía con tanto entusiasmo que las partes blandas de la cara se hundían como si quisiesen irse detrás del humo por la tráquea abajo. Una vez, estaba tan fascinado contemplando su exacerbada delectación que el tío se dio cuenta y mostró signos de incomodidad. Era, por así decirlo, la imagen viva de la adicción compulsiva o, mejor, si quieren,  del vicio puro y duro. Y eso, no sé por qué, confieso, siempre ha atraído mi curiosidad.

El caso es que el otro día escarbando entre los periódicos di en leer un artículo de este señor en el que se mostraba en total desacuerdo con la ley que prohibe fumar en locales públicos. Cerraba su alegato con un: "y eso lo digo yo que nunca he fumado".

Ni que decir tiene que la frase final levantó polvareda. La provocación surtió el efecto deseado. Foros, artículos, a favor, en  contra de la ostentosa mentira... todavía trae cola.

Ahora estamos con la polémica que ha desatado un artículo de Arcadi Espada en el que éste afirmaba que a Javier Cercas le habían detenido en una redada antiprostitución en el barrio de Argenzuela. Y el bueno de Javier se ha indignado por semejante tropelía. Por Dios, ha dicho, si nisiquiera sé dónde está Argenzuela. Pero es que, lo de Arcadi trae causa de un artículo que escribió Cercas justificando la mentira del santo fumador de marras. Hay que saber distinguir la ficción de la realidad, argumentaba Cercas. Y tiene razón, creo. ¿Pero el periodismo, qué es, ficción, realidad? O ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario. Es decir, según convenga.

Y así ha sido que Arcadi, que no se corta un pelo, va e inventa esa historia porque piensa que lo mejor es que Javier pruebe de su propia medicina. Y tenemos polémica. Y salen a relucir las ideologías. Tu eres un talibán.  Y tú un relativista moral. Pues te llevo a los tribunales. Pues venga, que yo te animo a que lo hagas.

En fin, a la vista está que a mí me sobra el tiempo.

lunes, 14 de febrero de 2011

"La siesta", by Damien Hirst.

En la última novela de Michel Houellebecq, "La carte et le territoire", el protagonista es un artista que se hace mundialmente famoso fotografiando los mapas de la Guía Michelín. Tan famoso que supera la cotización de los dos monstruos que se reparten el pastel del arte en el momento presente, un tal Damien Hirst y otro tal Jeff Koons. Yo pensé que Hirst y Koons eran dos personajes de ficción, pero así todo miré en Internet porque me habían dicho que los personajes de esa novela estaban sacados de la vida real. Y, efectivamente, son personajes reales y superfamosos dentro del mundo del arte. Ignorante de mí.

Así que fui e investigué sobre esos señores. Y bueno, es un poco sorprendente a donde hemos llegado. Al tal Hirst le encanta la casquería. Y el tal Koons hace unos muñecos como esos que
componen para los niños los vendedores de globos que hay en todos los parques.

 Total que, esta mañana, cuando caminaba distraído por la calle, mi mirada ha caído sobre el cartel que les muestro en  la foto de arriba y al instante me he dicho, coño, mira, La Siesta by Damien Hirst.

  Aquí abajo les pongo una de Hirst y otra de Koons, aunque supongo que ustedes, viajados como son, los conocerán de sobra.

sábado, 12 de febrero de 2011

¡Dichosa Historia!

Dicen que conocer Historia es muy útil para no repetir los mismos errores del pasado. Francamente, suena bonito, pero no me lo creo. Cuando el río de los sentimientos se desboca de nada sirve que unos cuantos miles de ilustrados quieran encauzarlo. La masa arrasa con todo y nadie puede prever lo que  crecerá después entre los escombros.

El caso es que cuando se produce una conmoción, como la de ahora en el Magreb, la gente en general muestra una impaciencia enorme por ver la resolución del conflicto. Y suele tener tendencia a desear las opciones de corte romántico. ¡Que se vaya el tirano! ¡Muerte al opresor! Y cosas así. El caso es, como en casi todo, no pararse a pensar. Lo guay es dejarse llevar por los sentimientos junto a la barra de un bar y largar con aplomo de conocedor. La Historia en plan competición deportiva. Saber desde el principio de qué lado estás, quién es el bueno, quien es el malo... en fin, como en los cuentos para niños.

Se acuerdan como las masas europeas pedían indignadas -indignación: lo que reviste de respetabilidad a un idiota- que se parase a los servios fuese como fuese. Y fueron felices cuando los americanos bombardearon Belgrado. ¿Sabían esas russonianas masas contra quién estaban luchando los servios? No, porque sólo les interesaba saber que el fuerte estaba masacrando al débil y eso tenía que acabar. Pero resulta que después hemos sabido que el débil era un redomado hijo de perra que controlaba, y sigue controlando, las mafias más asesinas de toda Europa. Entre sus muchos "negocios" destaca el tráfico de órganos. Cuando les salía un cliente receptor, ellos iban, agarraban a un prisionero servio, le pegaban un tiro en la nuca y le sacaban los órganos. Bueno, hoy muchos piensan que quizá nos equivocamos bombardeando a los servios.

O la famosa teoría de las revoluciones burguesas. Cuando se llega a una determinada masa crítica de clase media, las sociedades estamentales explotan y sobreviene la democracia, dicen los entendidos. Bien, pues no fue eso lo que paso en Persia. Y no porque allí no hubiese clase media de sobra. Echaron al Sha con el aplauso de los europeos, sobre todo franceses, y vinieron los ayatolas. Y en esas andan, como se suele decir, como puta por rastrojo. Y no hay forma de echarlos por más que lo intentan.

Lo de Irak mejor ni mentarlo, porque desató pasiones tan desproporcionadas que daban ganas de irse. Los americanos, tan malos ellos. Apenas hace diez años de todo aquello y ya nadie parece acordarse de que allí reinaba uno de los tiranos más sanguinarios del siglo. 

Y ahora en Egipto. ¡Qué se vaya Mubarak! Etc., etc.. Bien, de vez en cuando le echo una mirada a Al Jazeera. Hoy salían los militares triunfantes con sus hijitos e hijitas en los brazos. ¿Saben cómo iban vestidas las niñitas de los militares? De riguroso islamismo. Y las imágenes más repetidas eran las de la multitud enardecida paseando a hombros a los imanes. O sea, que conviene esperar para hacerse una idea más aproximada de la realidad. Y hay que estar preparado para todo. Puede que desemboque en democracia. ¡Ojalá! Pero la mosca detrás de la oreja no deja de hacer premoniciones funestas. República islámica en el horizonte. ¿Se imaginan? Compartiendo frontera con Israel.

Sí, en cuestiones de Historia conviene tener paciencia antes de hacerse una idea. Y no digo, ya, antes de tomar partido. Porque lo que realmente cuenta, no nos engañemos, es lo que a nosotros nos conviene...  que no creo que sea, un suponer, repúblicas islámicas por doquier.  Aunque nunca se sabe.

viernes, 11 de febrero de 2011

Alemania, I suppose



Fritz Lang rodó en 1933 "El testamento del Dr.Mabuse". En 1933, precisamente, fue cuando Hitler se hizo con el poder. Luego, como es de suponer, la película no llegó a las pantallas. Sólo se podía ver en las reuniones privadas de los altos cargos nazis.

En  1927, Walther Ruttman rodó un documental titulado "Berlín, sinfonía de una ciudad". Trata  de lo que hace la gente en una gran ciudad a lo largo de un día. Empieza con la recogida de basuras y acaba con fuegos artificiales. Más o menos, pensaba al verla, igual que cualquier ciudad de sus dimensiones. Todas esas personas yendo y viniendo en metros, trenes, autobuses y coches con los consiguientes agobios de las horas punta. Y por la noche, juerga. Pero, en cualquier caso, ni una alusión a la política.

Cuenta Stefan Zweig en sus memorias, que hacia el año 1924 empezaron  a aparecer por Austria cuando menos  se esperaba grupos de jóvenes perfectamente organizados que lo mismo se ponían a cantar canciones patrióticas que a pegar mamporros si les parecía que la ocasión lo merecía. Aparecían en camiones nuevos, iban impecablemente uniformados y se producían de forma que sugería la necesidad de muchos ensayos previos. ¿Quién financia todo esto?,  preguntaba una y otra vez Stefan sin obtener la menor respuesta. Ni que viniesen caídos del mismísimo cielo.

El Dr. Mabuse tiene una trama criminal sin el menor afán de lucro. Y sus secuaces viven lujosamente. Incluso pueden regalar collares de perlas a sus amantes. Su única finalidad es la de sembrar el caos. El caos del que, inevitablemente, surge control. Como en "Superagente 86" (Get Smart), pero en serio. ¿Quién financiaba a Mabuse? La película no lo aclara. Pero hay una escena que quizá lo diga en clave délfica. Es al final. El Profesor Baum, que es en quién se ha encarnado el Dr. Mabuse, se sabe desenmascarado y huye enloquecido en la noche. La policía le pisa los talones. Es una escena bellísima. Los árboles iluminados a ambos lados de la carretera. El coche que parece que se los va a tragar. Entonces aparece el fantasma del Dr. Mabuse sobre el estribo derecho y empieza a gritar. ¡El Imperio del Crimen¡ ¡El Imperio del Crimen!
Y entre las sombras de la noche todo el tiempo destaca el tenue resplandor producido por el plateado símbolo de la marca Mercedes. Es omnipresente.

Bueno, qué habrá querido significar Lang con la exhibición de ese símbolo, me preguntaba. Acaso ha querido decir que esos son los que han financiado al Dr. Mabuse, perdón Hitler.

Perdón.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Maliaño for ever, three

No obstante (nevertheless) el panel informativo de la Calle Concordia sigue advirtiendo que la calidad del aire que respiramos es muy mala, pésima diría yo si nos atenemos a la irritación de las mucosas, no por eso dejo de recomendarles que si quieren gozar de una buena salud y una vida casi eterna lo mejor es que vengan a instalarse en este municipio. Nunca vi lugar, acaso no me fijé lo suficiente, en el que hubiese tanta gente dispuesta a velar por nuestro bienestar físico y espiritual.

Vas por la calle y todo son incitaciones a la perfección. Pondré ejemplos:

EUTONÍA.

Eu, como ya sabrán ustedes, es un prefijo griego que significa bueno, bien. Luego eutonía querrá decir que tienes bien el tono. Y por lo visto sin esfuerzo.




El toque eutónico, es decir, sentir el cuerpo para sentirse. Y todo ello, huelga decirlo, garantizado por un autodenominado Centro de Estudios de la Salud. No puede fallar.

A decir verdad, echo en falta que esa salvífica eutonía no se refuerce con un toque de eutrapelia. Pero el desarrollo de esta sugerencia lo dejaremos para otro día.




RAJA YOGA PARTHA.

Bueno, todo el mundo conoce los efectos beneficiosos del yoga. Pero es que si el yoga es raja, entonces ya es la pera. Porque quiere decir que no se centra en el cuerpo sino en la mente. Su finalidad es llegar a un estado denominado de "la mente expandida". No me negarán que suena bonito. A eutrapélico, por así decirlo.

Pero es que si con la raja no quedas bien, bajas un piso y te hacen terapias psicoemocionales.

Técnicas de regresión, técnicas bioenergéticas... embarazo consciente... impasible el ademán.




 


SBELT. TÉCNICAS DE LA SALUD

Bien traído ese nombre. Sbelt sugiere esbelto.  Bien está como aspiración. Porque la realidad es que sobran kilos por doquier.

Pero es que además los de SBELT tienen montada un campaña publicara por todo el pueblo a propósito del tema de moda: dejar de fumar.

La verdad, me lo pregunto y no encuentro explicación plausible. ¿Cómo demonios se puede ayudar a dejar de fumar con el rayo laser? Y, además, ayudar hasta el punto de hacerlo fácil. 







Bueno, ya ven que en Maliaño también los hay de los que no se resignan.

martes, 8 de febrero de 2011

De verdadero horror

La verdad es que cada vez leo menos los periódicos. Procuro que la excursión por entre ellos que suelo hacer por las mañanas no me lleve más allá de los diez minutos. Ni siquiera los extrangeros me interesan ya. Así y todo, en esos diez minutos a veces hay sorpresas. Algunas con verdadero horror.

Así, como en la de arriba, estaba cuando tuve la suerte, aunque por entonces no era muy consciente de ello, de estudiar allí.

Así, como en la de abajo, está hoy en día. Y dicen que hay tanta mierda por los suelos que al andar se pegan las suelas de los zapatos. Y que las barandillas parecen de plastilina de lo pegajosas que están. Por lo visto es el paraíso del "botellón".

"Éste es  el Templo del Saber y yo soy su Sumo Sacerdote", dijo Unamuno en un memorable acto académico en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, allá, por los comienzos de aquella guerra civil de tan infausta memoria.

La Complutense de Madrid estuvo llamada a ser Templo de Templos del Saber de toda España. No hubo genío en el país que no acabase enseñando allí. Y esa estatua, regalo, por cierto, de una escultora norteamericana, es la representación simbólica de la transmisión del saber. Debiera ser sagrada. Y los que la pintarrajean deberían ser quemados en la hoguera pública.

No sé, pero me da muy mala espina ese que parece ser desprecio, o falta de respeto, hacia los Templos del Saber. Y más, cuando parece crecer hasta límites rayanos en la patología el aprecio y respeto por los templos del creer.

lunes, 7 de febrero de 2011

Maliaño for ever, two.

 Ayer, recién caída la noche, empezó a levantarse niebla del lado de la FerroAtlántica. La veíamos avanzar por el callejón que se domina desde la ventana del living room. Lo comentamos no sin cierta aprensión, no por nada sino por el olorcillo que despedía el meteoro. Y con niebla amaneció hoy, pero la fuerza del sol no ha tardado en disiparla dejando un día radiante. Así es que me he dicho, buena ocasión para salir a hacer recados.

Me he llegado a la Vidriera a devolver "Retorno a Brideshead" y "El mundo de ayer: memorias de un europeo". Había buen ambiente allí. Gente leyendo periódicos. Gente estudiando. Gente rellenando quinielas. No me he demorado buscando repuesto para el entretenimiento: tengo cosas más importantes que hacer. Hace cuatro días me llegó "The Queen of Mathematics", el libro que me encareció Antonio. Me exigirá esfuerzo, así que mejor alejar tentaciones, me he dicho.

Por el paso subterráneo entre la Avda. Cantabria y la Calle Concha Espina he podido escuchar: "¿No has ido a trabajar, Mary?" "No. Estoy en el paro. La profesión del futuro."

He entrado a LUPA a comprar yogures y tortas de aceite. Por cierto, no consigo dar en todo el valle de Camargo y aledaños con las legítimas, las auténticas tortas de aceite de Castilleja de la Cuesta. Tengo que conformarme con las de la marca blanca de LUPA. Y no es lo mismo. Uno, aunque pocas, también
tiene sus preferencias. El caso es que había allí un niño dando el tostón. "Deja eso Asier", le ha conminado la que debía ser su madre. ¡Jo! Tengo la impresión de que en Maliaño la mitad de los niños se llaman Asier.

He subido hacia casa por la Calle Concordia. He visto un panel informativo electrónico que nos advertía: "Calidad del aire: muy mala". Y debajo: Conserjería de Medio Ambiente de Cantabría (de soltera Santander). Desde luego que otra cosa podremos achacar a nuestras autoridades, pero no que no nos avisan de la espada de Damocles que pende sobre nuestras mucosas respiratorias.

Un poco más palante, hacia el cruce con la Avenida Bilbao había por todos los lados unos carteles con la leyenda: "Hay alternativas a la resignación: no al paro, no a la precariedad, no... a no se cuantas cosas más". Firmaba una Intersindical con sopa de letras. Pues ya me gustaría a mí saber algo de esas alternativas. Desde luego que deben ser el secreto mejor guardado. Por cierto que el otro día vi a los tipos y tipas que han colocado esos carteles. Habían puesto una mesa petitoria en la citada encrucijada. Me acerqué a mirar: Marta Honeker, el "Libertad para qué" de Lenin, algo sobre el maki, pegatinas del Che y de banderas republicanas. En definitiva: cuarenta años para atrás, indumentaria incluida.

Y esta tarde, si nada viene a impedirlo, agarrare la bicicleta y  me llegaré al MERCADONA de Astillero para comprar naranjas y mandarinas... tal que si las apañases en plena huerta valenciana. Y por dos chavos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Delfos

 Es normal, sobre todo cuando la tertulia se hace insulsa, que al personal le dé por ponerse a predecir el futuro. Tal y como están las cosas, se suele decir, lo más probable es que suceda tal y cual. Los más lanzados prescinden del probable y se zambullen en la certeza.

La capacidad de pensar en el futuro como algo incierto es quizá lo que más nos diferencia de los animales. Es esa capacidad la que nos suministra la prudencia. "Más vale un porsiacaso que dos penséque", decíamos en el colegio. Y nos maravillábamos de la ingeniosidad del dicterio.

Para hacer planes hay que pensar en el futuro. Sopesas las posibilidades en función de la información disponible. Después tomas la decisión. Y actúas o no.

Sopesar las posibilidades en función de la información es ardua tarea. Tan ardua que los griegos de cuando la Hélade, tan listos como eran, transfirieron la tarea a las pitonisas. En Delfos moraba la más famosa. Había allí un templo dedicado a Apolo que tenía un frontispicio en el que se podía leer: "Conócete a ti mismo" "Nada en demasía" . La gente, cuando quería hacer algo de cierta transcendencia iba allí a preguntar si convenía o no convenía hacerlo. Era entonces cuando la pitonisa se iba a la fuente Castalia para narcotizarse con los vapores que de allí salían. Una vez colocada, pronunciaba el augurio como si fuese algo venido del más allá. Augurio, todo hay que decirlo, que se solía prestar a múltiples y contradictorias interpretaciones. Pero para eso había sacerdotes en el templo, para ayudar a interpretar. Así que el demandante de consejo dejaba allí su crátera de plata o sus copas de oro y se iba tan contento con la decisión tomada. Luego, si salía mal la empresa no echaban la culpa al dios Apolo que había hablado por boca de la pitonisa sino a los sacerdotes por haber interpretado mal el augurio. Los sacerdotes hacían de chivo y los que erraban quedaban libres de sentimiento de culpa. La triquiñuela era perfecta y Delfos el mejor negocio de toda la Hélade.

Ahora no es Apolo, pero hay unas cadenas de televisión que se forran prediciendo el futuro a los angustiados. Parece una cosa de chiste, pero funciona a las mil maravillas.

El caso es que no hay manera racional de acertar. Son tantas las variables que conforman el río de la historia que los más esforzados apenas llegan a controlar un pequeño porcentaje de ellas. Por eso escribió el autor:

"Obedeciendo a una ley irrevocable, la historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época"

O sea, a verlas venir.  Y a correr el riesgo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Todo sirve para el convento versus el agobio de lo superfluo.

En mis paseos por el monte con los proscritos era normal que de vez en cuando alguno de ellos encontrase algo que consideraba podría serle de utilidad. Entonces iba y se lo cargaba encima.  Y no fallaba, alguien se aprestaba al momento a repetir una vez más y con no poco regocijo, el chiste de marras. Se trata de un monje que va con una puta al hombro. Unos que pasan por allí, le ven y le dicen: ¡¿ pero hombre de Dios, a dónde vas con eso?! Y el monje, circunspecto, les responde: todo sirve para el convento.

Si bien lo consideramos, podríamos afirmar sin miedo a extravío que pocas doctrinas están más arraigadas en la ciudadanía que la expuesta de forma tan concisa por el monje. Y ahondando un poco más en la teoría quizá llegásemos a la conclusión de que no hay fundamento más sólido que esa doctrina para explicar el mundo que nos ha tocado vivir.  

Axioma nº uno: llevar cosas al convento crea empleo. Crear empleo sube las cotizaciones a la S.S.. Ergo, garantiza las pensiones. Lo cual como que redunda en más cosas para el convento. Más empleo. Etc.. Y así tenemos sin habérnoslo casi propuesto el círculo virtuoso que consolida el Estado del bienestar.

Bien, no tendría nada contra eso si no fuese por el agobio que me causa lo superfluo. Y cada día que pasa más. Será, supongo, cosa de la vejera. Superfluo equivale a falta de espacio, a acumulo de polvo, a daño a la vista, a pérdida de tiempo, a malos olores y peores ruidos, a cacas por las aceras, a burocracias humillantes, a, en definitiva, falta de imaginación para recrearse en los inmensos confines de la nada.

Dice el autor: "Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro llenos de descripciones superfluas, de diálogos plagados de cháchara y de personajes secundarios innecesarios; resultan demasiado extensos y por lo tanto demasiado poco interesantes, demasiado poco dinámicos. Incluso en las más famosas obras maestras de los clásicos me molestan los abundantes pasajes arenosos y monótonos..."

Aprender a distinguir lo útil de lo superfluo. O, si quieren, a comprender la belleza de lo útil. Porque es que, además, es cuestión de supervivencia. Porque de tanto llevar al convento el círculo virtuoso cada vez se gripa más y ya casi no gira por mucho que se le engrase.

En fin, les pido perdón por la digresión, pero es que je viens de déménager y he intentado aprovechar el lance para sacarme de encima unas cuantas cosas que de tener algún valor apuesto que sólo era sentimentaloide. Soltar lastre que le dicen.