jueves, 20 de octubre de 2011

UNFORGIVEN

Había  quedado con Isi y Pedro para dar un paseo por el campo.
El trayecto elegido fue la costa, por el lado de Galizano, hacia el este.
Sudamos bastante porque este octubre anda un tanto pasado de rosca.
De haber hecho frío y viento, aquellos parajes hubiesen recordado, y mucho, a los de la Posada de Jamaica.
Praderías, bosques de eucaliptos, de pinos, acantilados...
De regreso ya, hicimos escala en Langre porque se querían dar un cole.
Yo, les dije, que ni por cien mil demonios hirsutos.
Les esperé sentado al borde del acantilado.
Leyendo "Mi último suspiro".
A mis espaldas, el cementerio de Langre.
El que puso punto final a los sucesos de Liermo que ahora les paso a contar.



LIERMO


I

Sobre una loma que parte
tierras de Ribamontán,
rodeado de eucaliptos,
pinos y prados, está
el pueblecito de Liermo,
casi secreto lugar;
fortaleza inexpugnable
le llegaron a llamar.
Ahora pasaré a contarles
como vino a claudicar
por hechos acaecidos
de difícil olvidar.

II

Mil novecientos ochenta,
veintisiete de noviembre;
era jueves por la tarde
con temporal de noroeste:
vientos húmedos que traen
un cuchillo de aguanieve
que con su filo acerado
viejas rencillas remueve.
El trasgo de la discordia
se pasea entre la gente
con su carga de amargura
y cizaña que promete
inculcársela en el alma
al primero que se encuentre.
Fue Ángel Crespo Solana
en quien recayó la suerte
para ejecutar designios
funestos donde los hubiere:
hacer pago de la cuenta
crudelísima de muertes
que en poco más de una hora
de un horror sin precedentes
entre pasado y futuro
cava el foso de un presente
imposible de saltar
por la sangre que contiene.

III

Está Ángel picando leña
a la puerta de su casa.
Nada hace presagiar
lo que por su mente pasa,
pero allí se están cociendo
los deseos de venganza,
al creer que en sus derechos
la justicia no le ampara;
sensación que se acrecienta
a cada golpe de hacha,
hasta dar en la locura
y desatar la vesania:
si los jueces son corruptos
él medirá con su vara.
A las cinco de la tarde,
rachas atemporaladas;
sin que nadie lo presuma
está la sentencia echada:
la víctima será verdugo,
y los verdugos, becadas.
¡Que se vayan preparando
porque Ángel nunca falla!
Es cazador desde niño;
certero donde los haya.
Afirmado en sus razones
la urgencia le reclama;
abandona su tarea
y va a recoger el arma.

IV

¿Que cuáles fueron las causas
que cuajaron la tragedia?
Como siempre que hay dos partes,
depende de quién las cuenta:
aunque es fácil percibir
que hay acuerdo en la esencia:
es el totem que preside
la propiedad de la tierra.
Lo demás son pinceladas
de una historia truculenta.
En un terreno que Campos
cree suyo por herencia,
construir un miniparque
para niños se planea.
La ejecución de la obra,
con los trámites que lleva,
pronto queda en suspenso
por mezquindades de aldea.
En vez de tender las manos
la envidia arma pelea.
Expropiaciones injustas;
abusos de competencia;
peticiones denegadas;
un carro que se atraviesa;
los ediles lo retiran
y el drama desencadenan.
Sale Ángel de su casa
cuando son las cinco y media,
con la rabia contenida
y terciada la escopeta,
para el periplo sangriento,
la mortífera carrera,
que por voto de los hados
justo a esa hora comienza.

V

Traigamos ahora al relato
la secuencia de los hechos.
Fue Inocencio Palacios
el primero en caer muerto.
Presidente de la Junta
Vecinal y treintañero,
se lo encontró por azar
en un camino del pueblo
y le asestó por la espalda
un par de tiros certeros.
Sin pensárselo dos veces,
con el ánimo resuelto,
a casa de los Revuelta
se dirige sin rodeos.
Amalio está en la cocina
se calienta junto al fuego;
por ser vocal de la Junta
va apagar un alto precio;
el destino le depara
dos disparos a degüello
que entrando por la ventana
hacen diana en su pecho.
Seguido le toca el turno
a Manuel que sale huyendo;
nunca lo hiciera, dos balas
en su cara dan de lleno;
por ser hermano de Amalio
tuvo final tan siniestro.
Será el próximo blanco
del infalible artillero,
Encarnación Cruz, esposa
de Amalio hace mucho tiempo,
que va corriendo a esconderse
en unas ruinas, no lejos,
sin saber que la persiguen
dos ojos siempre al acecho.
Recibe dos andanadas
que la cosen con el suelo;
allí la dejó el matador,
tirada en un caminejo,
siendo la última en hallarse
cuando se hizo el recuento.
Sigue Ángel su derrota
sin detenerse un momento;
la tarea ejecutada
le afianza en su empeño;
de Vicente Lopéz Díaz
se dirige al encuentro;
el ser vocal de la junta
le condena sin remedio.
En la cuadra le tropieza;
en las manos tiene un bieldo;
no le va a servir de nada
de la defensa a efectos;
sin mediar ni dos palabras
allí mismo queda seco
de dos tiros que recibe
en la cabeza y el pecho.
No sintiendo todavía
su instinto satisfecho,
decide Campos saldar
viejas cuentas al respecto,
con vecinos por quien siempre
sintió aborrecimiento.
Es Juan Manuel Veci Cruz,
cuarenta años, soltero,
el siguiente de la lista;
bien que de ello estaba ajeno
mientras hacía en la cuadra
labores de ganadero:
descargas de perdigones
le quitaron el resuello.
No ahíto aún el presunto
asesino con el sexto
homicidio, se encamina
de inmediato al aposento
de la madre de Juan Veci
por quien profesa desprecio.
Pero topa con Elisa
Vici Cruz, porque el dedo
del destino así apuntó,
aunque quiso al hacerlo
que respetase su vida
aunque interesase el cuello.
"Ésta ya tiene bastante",
dice Ángel con despecho.
Ante los gritos de Elisa
viene su madre corriendo;
le esperaba el asesino
con el ánimo dispuesto
a poner punto final
a su periplo funesto.
Es Concepción Cruz Cedrún
a quien el tiro postrero
da de lleno en la cara
destrozándola al completo.
Nada se vuelve a saber
a partir de ese momento
de Ángel Campos Solana
hasta que aparece muerto.

VI

Dolor y llanto en Liermo,
reducto de horror y espanto,
por designio de los dioses
para siempre está marcado.
En poco más de una hora
las Parcas fueron cobrando
monstruosa cuota de muertes
que deja al pueblo diezmado.
Fuerzas del orden rastrean
del lugar los aledaños
en busca del asesino
con perros amaestrados.
La lluvia torrencial caída
toda la noche de autos
actuó de detergente
eliminando los rastros.
Millones de conjeturas
se barajan entre tanto.
Todo el mundo sabe que Ángel,
un cazador consumado,
conoce a la perfección
esos parajes quebrados,
llenos de bosques y cuevas
que estarán dándole amparo.
Quizá desde algún cotero
Campos les esté observando,
no del todo satisfecho,
otras muertes maquinando.
Otros piensan que en el fondo
de una torca haya acabado.
Todos hacen predicciones,
nadie se queda callado;
tratan de ahuyentar el miedo
que les tiene atenazados,
y saben que durará
hasta que Ángel sea hallado.
Nadie sale de su casa,
otros muchos se han marchado;
sólo rompen el silencio
vientos húmedos y helados
que traen mugidos de vacas
a quien nadie ha ordeñado.
Sigue la Guardia Civil
la búsqueda sin desmayo.

VII

Ya dos días han pasado
y sigue el compás de espera;
el asesino anda suelto;
la fantasía exagera.
En la parroquia de Omoño
funerales se celebran;
porque la iglesia de Liermo
está declarada en quiebra.
Mientras en el cementerio
se hacen nichos con urgencia.
A mil quinientas personas
asciende la concurrencia
que dice el último adiós
a muertos que no lo fueran
si la tierra no engendrase
el odio y la intransigencia.
Un aullido rasga el aire
de inconfundible tristeza
cuando se cierran los nichos
de los hermanos Revuelta:
perro que queda sin amo
nunca levanta cabeza.
Todos van sobrecogidos
cuando el camposanto dejan.

VIII

Han pasado cuatro días;
de Campos nada se sabe;
en Liermo y alrededores
está desierta la calle;
sólo la Guardia Civil,
periodistas a quien nadie
quiere dar explicaciones,
menos entrar en detalles.
Es en alas del azar
como llega el desenlace:
vientos salados azotan
la necrópolis de Langre;
cuando arrecia el temporal
las olas sus muros lamen.
Allí lo van a encontrar
dos desconsolados padres
que a su hijo ofrendan flores
cuando es lunes por la tarde;
Federico y Belén
oyen la puerta cerrarse;
sobresaltados se vuelven:
ven dos pies que sobresalen
de la cavidad de un nicho
de los que esperan cadáver;
Y la boina sobre el césped
también pertenece a Ángel.
A su lado la escopeta
compañera inseparable
hasta el último momento
de locura y disparate.
sin duda fue la querencia
de lejanas mocedades
la que hizo escoger
tal lugar pa suicidarse.
Aquí pasó la niñez;
y luego vino a casarse;
porque nunca dio qué hablar
todos le aprecian en Langre;
todos fueron a su entierro,
el último adiós a darle.
El resumen de su vida
queda escrito sobre el aire:
"Mató y murió por la tierra
que es la verdadera madre"

NOTA.- Este romance ha sido confeccionado en su totalidad con los datos -y expresiones- recogidos de los rotativos ALERTA y DIARIO MONTAÑÉS de los días 28, 29, 30 de Noviembre y 2, 3 de diciembre de 1980.

5 comentarios:

  1. Ya lo conocía desde la época en que lo publicaste en aquellos libros tan buenos preinternéticos que hacías en los noventa. Cuando pienso que a los chavales no se les anima en las clases de literatura a escribir romances, que es una de las cosas más divertidas del mundo...

    ResponderEliminar
  2. Sí, aquellos libros. ¡qué atrevimiento! Pero disfruté mucho fabricándolos. Eso creo yo, que se debiera animar más a los chavales, y a la gente en general, a hacer cosas en vez de pasarse la vida admirando lo que hacen otros.

    ResponderEliminar
  3. Yo creo que deberías hacerte escritor público. Dejar ya de escribir para la family y los amigos y producir directamente un libro gordo que puedas menear por editoriales o por premios. Mjeor aun: lo publicamos en formato librónico de Amazon o Apple y los que vayan saliendo, y a vacilar.
    Materia prima y talento sabes que no te falta. JP.

    ResponderEliminar
  4. Por cierto: yo también soy vocal de una junta vecinal, tronzo leña (a motosierra) y también apoyaría, si llegara el caso, la construcción de un parque infantil en nuestros terrenos comunales... JP.

    ResponderEliminar
  5. Gracias, JP, por como me valoras, pero de momento mejor no meneallo.

    Lo del parque infantil está bien, pero conviene tener en cuenta a quién tienes que desalojar de allí. En aquellos tiempos que se relatan la democracia tenía muy poco recorrido y muchos no conseguían entenderla. Imponérsela por la fuerza, a veces, como en el caso comentado, no daba los resultados apetecidos sino todo lo contrario. Faltó la pedagogía con su carga de paciencia. Soy de pueblo y conozco bien el percal. Puedes tocarlo todo menos una linde.

    ResponderEliminar