He conocido a unos cuantos como él. Gente gris, con escasa preparación, una cierta fachada y un poderoso "instinto de medre". Fíjense que digo instinto y no inteligencia, dos cosas que suelen confundir los dueños de los perros, o sea, la mayoría de la gente.
Asintiendo a los de arriba y halagando a los de abajo se van escalando peldaños como el que no quiere la cosa. Al final, sin casi darse cuenta y por el querer de los dioses, se está en el lugar preciso por donde se sale del atolladero. Entonces, sin el menor esfuerzo, sale el primero y se queda con la banca.
A partir de ahí, y también por instinto, humilla a los de arriba para manipular a los de abajo. Remueve sentimientos peligrosos, traspasa lineas rojas, juega a héroe justiciero... es decir, se caga en los americanos, desentierra la guerra civil, se pone del lado de los carlistas, reparte sin ton ni son... un verdadero maestro en el arte de despertar y enfrentar sensibilidades de difícil encaje. Y así es que, como dijo el clásico, andan entre sí armándose zancadillas, cayendo todos ellos con más daño que escarmiento.
Luego está lo de la raspa de la sardina. Y ahí es donde yo le eximiría de una parte de la culpa. Desde luego que fue necio a más no poder cuando se negó a reconocer a su debido tiempo que las vacas habían enflaquecido de una forma alarmante. Y no sólo se negó a reconocer sino que encima siguió alimentando la fantasía con entusiasmo. Entonces fue cuando se le ocurrió la luminosa idea de mandar construir miles de kilómetros de aceras y barandillas por todos los pueblos de España. Pero, así y todo, sería injusto no reconocer que la hecatombe económica venía de lejos. Era, por así decirlo, heredada. Heredada de anteriores gobernantes, de los bancos españoles y extranjeros, y, sobre todo, y aunque cueste reconocerlo, de un estado de ánimo colectivo propenso a trasgredir las leyes de la lógica. El sino de los tiempos en definitiva. Cuando todos son idiotas, el más idiota de todos es el que llega más alto. Es ley de vida.
Lo de las aceras supongo que lo aprendió de lo que le dijo Jordi Sevilla sobre Keynes en la tarde que le habló de economía. Por lo demás ya sabes: no hay individuo más peligroso que aquel que ha leído solo un libro y que siente que con eso ya va sobrado. Los cielos nos libre de los buenos, que de los malos ya nos libramos nosotros.
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