Hace unos días, como el que no quiere la cosa, caí sobre "Milou en Mai". "Milou en Mayo" es una película francesa de los años ochenta o noventa que cuenta los hechos acaecidos un día cualquiera de aquel famoso mayo del sesenta y ocho en una casa de campo del sur francés. Una familia francesa se reune allí para hacer una exhibición de joie de vivre por todo lo alto. Joie de vivre o, para que mejor se entienda, de discreto encanto de la burguesía. O sea, la burguesía viviendo con discreto encanto, una mezcla de decadencia y despilfarro. Humor negro, en definitiva. Un invento muy francés que, malheureusement, está muy extendido por toda la ribera norte del Mediterráneo. En fin.
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Hace dos o tres día estuve escuchando una entrevista que le hacían un par de periodistas de postín a Nicolás Sarkosy. Bien, pues los del postín estuvieron todo el rato intentando sacar a relucir todos esos trapillos sucios que son inevitables en cualquier familia por mucho que todos sus miembros sean de comunión diaria. Pero Nicolás no se dejó arredrar, fue a lo suyo que no era otra cosa que la pedagogía pura y dura para escarnio de tibios y amigos de cuadrar el círculo por arte de birli-birloque.
Pues sí, dijo con esa vehemencia desengañada que tan bien sabe representar, hemos vivido treinta años en la mentira y ya va siendo hora de que asumamos nuestra situación real. Treinta años, desde que la producción industrial empezó a trasladarse a los países emergentes y nosotros hicimos como si eso no tuviese por qué afectarnos. Treinta años en los que no ha parado de aumentar nuestra demanda de crédito. Bueno, ¿pues saben lo que pasa ahora?, que la mayor partida de nuestros presupuestos, mayor incluso que la que dedicamos a sanidad y educación, va destinada a pagar los intereses de esa deuda. Y eso se tiene que acabar. De hecho se ha acabado ya. Sólo le faltó añadir, caiga quien caiga.
Así de contundente se mostró. Y no, al parecer, por propia iniciativa. Cuentan las malas lenguas que había estado los últimos tiempos intentando amañar estratagemas en el Banco Central Europeo para así amortiguar en lo posible el impacto de un frenazo en seco del crédito. Pero, también al parecer, fue la Sra. Merkel la que dijo que na-nay, que aquí se acabaron las componendas y que cada palo tiene que aguantar su vela. O sea, una verdadera tragedia. Al carajo la famosa joie de vivre. ¿Qué va a ser de nosotros, los ribereños felices?
lunes, 31 de octubre de 2011
sábado, 29 de octubre de 2011
El gran provocador
" Lo que hace sociables a los hombres es su incapacidad para soportar la soledad y, con ella, a sí mismos. Es el hastío y el vacío interior lo que les empuja a buscar compañía y emprender viajes."
Si hay un tipo al que no me gustaría perder de vista en lo que me reste de vida, ese tipo es Schopenhauer. Y no quiero que se me interprete mal, como si con ello quisiera dármelas de culto. No, lo que pasa es que Schopenhauer es el filósofo que mejor entiendo, por no decir que es al único que entiendo algo. Y ese algo que entiendo me gusta o, mejor dicho, me calma. Son ideas que me ordenan el pensamiento de forma natural, sin flatulencias ni acideces.
Así, cuando me dice que podemos encontrar motivos y fines para querer cosas concretas, pero no para el querer en general. Y esa es la cuestión que no hay forma de parar ese querer permanente que nos lleva a un esfuerzo sin límites. Porque, queramos o no, alcanzado un fin, ya estamos queriendo perseguir otro. Y así, de forma ilimitada. Y no conocemos otra forma de placer en la vida que el paso rápido de un fin alcanzado a un nuevo deseo. Y si vamos lentos en esto, sufrimos. Y ya no digo si paramos. Entonces es el aburrimiento: "Un deseo sordo sin objetivo. Una languidez mortal".
Dice, también, ¡qué herejía!, que Sócrates no debía ser un tipo muy espabilado. Simplemente es un personaje ideal que utilizó Platón para exponer sus pensamientos. Porque el caso es que, según Luciano, Sócrates tuvo el vientre abultado y, eso, no es precisamente uno de los distintivos del genio. Pero es que, además, tampoco dejó nada escrito. ¿Cómo puede un gran genio no utilizar el mayor descubrimiento del género humano?
Bueno, aquí, sobre la escritura, me da un poco de vergüenza transcribir al autor porque, como es obvio, yo escribo y, entonces, va a parecer que me quiero echar flores encima. Así y todo voy a arriesgarme con una pequeña muestra. "... por medio de la escritura, esa única guardiana fiel de los pensamientos. Además, todo espíritu que piensa siente por necesidad el impulso, para su propia satisfacción, de fijar sus pensamientos y hacerlos revestir de la mayor claridad y determinación posibles; por consiguiente, de darles cuerpo por medio de las palabras. Pero esto se efectúa mejor que nada mediante la escritura, porque la exposición escrita es esencialmente distinta de la oral, pues sólo ella permite la mayor precisión, concisión y significativa brevedad, convirtiéndose con esto en el molde del pensamiento."
Por lo demás, no se vayan a creer que me trago todo lo que me viene de él. Como con todas las personas a las que trato le someto a un escrupuloso escrutinio de intereses. Y en este caso el resultado es enormemente positivo, pero, como no podría ser de otra manera, no faltan los perinquinosos peros: su amor desmesurado a los perros; su desprecio patético de las mujeres; su antijudaismo... en fin, nada que no se le pueda pasar por alto.
Por cierto, no lean mucho que eso "priva al espíritu de elasticidad, al igual que una presión constante se la quita a un resorte, y el medio más eficaz para no tener ideas propias es abrir un libro tan pronto disponemos de un minuto de ocio."
Si hay un tipo al que no me gustaría perder de vista en lo que me reste de vida, ese tipo es Schopenhauer. Y no quiero que se me interprete mal, como si con ello quisiera dármelas de culto. No, lo que pasa es que Schopenhauer es el filósofo que mejor entiendo, por no decir que es al único que entiendo algo. Y ese algo que entiendo me gusta o, mejor dicho, me calma. Son ideas que me ordenan el pensamiento de forma natural, sin flatulencias ni acideces.
Así, cuando me dice que podemos encontrar motivos y fines para querer cosas concretas, pero no para el querer en general. Y esa es la cuestión que no hay forma de parar ese querer permanente que nos lleva a un esfuerzo sin límites. Porque, queramos o no, alcanzado un fin, ya estamos queriendo perseguir otro. Y así, de forma ilimitada. Y no conocemos otra forma de placer en la vida que el paso rápido de un fin alcanzado a un nuevo deseo. Y si vamos lentos en esto, sufrimos. Y ya no digo si paramos. Entonces es el aburrimiento: "Un deseo sordo sin objetivo. Una languidez mortal".
Dice, también, ¡qué herejía!, que Sócrates no debía ser un tipo muy espabilado. Simplemente es un personaje ideal que utilizó Platón para exponer sus pensamientos. Porque el caso es que, según Luciano, Sócrates tuvo el vientre abultado y, eso, no es precisamente uno de los distintivos del genio. Pero es que, además, tampoco dejó nada escrito. ¿Cómo puede un gran genio no utilizar el mayor descubrimiento del género humano?
Bueno, aquí, sobre la escritura, me da un poco de vergüenza transcribir al autor porque, como es obvio, yo escribo y, entonces, va a parecer que me quiero echar flores encima. Así y todo voy a arriesgarme con una pequeña muestra. "... por medio de la escritura, esa única guardiana fiel de los pensamientos. Además, todo espíritu que piensa siente por necesidad el impulso, para su propia satisfacción, de fijar sus pensamientos y hacerlos revestir de la mayor claridad y determinación posibles; por consiguiente, de darles cuerpo por medio de las palabras. Pero esto se efectúa mejor que nada mediante la escritura, porque la exposición escrita es esencialmente distinta de la oral, pues sólo ella permite la mayor precisión, concisión y significativa brevedad, convirtiéndose con esto en el molde del pensamiento."
Por lo demás, no se vayan a creer que me trago todo lo que me viene de él. Como con todas las personas a las que trato le someto a un escrupuloso escrutinio de intereses. Y en este caso el resultado es enormemente positivo, pero, como no podría ser de otra manera, no faltan los perinquinosos peros: su amor desmesurado a los perros; su desprecio patético de las mujeres; su antijudaismo... en fin, nada que no se le pueda pasar por alto.
Por cierto, no lean mucho que eso "priva al espíritu de elasticidad, al igual que una presión constante se la quita a un resorte, y el medio más eficaz para no tener ideas propias es abrir un libro tan pronto disponemos de un minuto de ocio."
jueves, 27 de octubre de 2011
Gloomy
Por así decirlo, tengo dos ventanales en mi salón. Uno se abre al mundo. Otro, al entorno. Y, la verdad, no sé a cuál de los dos hacer caso porque lo que me muestran uno y otro no concuerda en absoluto.
¿Estamos tan mal como dicen desde uno? ¿Estamos tan bien como me parece que está cuando observo desde el otro?
Escuchaba esta mañana a la cancillera de los alemanes decir con mucha circunspección que habrá que hacer grandes sacrificios durante bastantes años. Miraba para otro lado y veía como entraban y salían sin parar los aviones cargados de personas que, en su mayoría, juraría, van de aquí para allá sin otra finalidad que la de matar un ocio que amenaza insistente su salud mental.
Es un problema sin solución porque está mal planteado desde el principio, aseguraba un parlamentario británico acerca de la crisis del euro. Y al volver la cabeza veía que el aparcamiento del centro comercial, allí, al fondo, estaba que no cabía un coche más.
Bueno, ayer era un día y hoy es otro. Y entre los dos, en el silencio de la noche, alguna hada buena tiró de varita mágica. Porque de no ser así, ¿cómo explicar esta casi ascensión a los cielos que hoy se ha producido en los mercados de renta variable? Y, después, todos esos comentarios augurando un futuro de rosas.
Desde luego que esto es para volverse loco. Y todo por no tener banda ancha. Que si la tuviese a buena hora me iba a enterar yo de lo que dice la cancillera, el parlamentario inglés y la madre que les parió a todos. Estaría, por ejemplo, entretenido buscando información para resolver unos tontos problemas de combinatoria que se me ocurrieron ayer. Pero, ya digo, los de Telefónica me están haciendo sufrir. Se deben de estar vengando porque en lo que va de año les he hecho cambiar la línea cuatro veces. Un año agitado, lo reconozco, pero sólo he hecho uso de los derechos inalienables que me confieren los deberes insoslayables del abonado. La verdad es que ya estaría conectado si no se hubiese producido una incidencia. Es lo que tienen las fronteras, que lo que parecía Nueva Montaña va y resulta que es Peña Castillo. ¡Vaya por dios! Otra vez a empezar con los trámites. Paciencia que han de tener los que gustan de la trashumancia.
martes, 25 de octubre de 2011
Ensayo de resiliencia
Hay una palabra que los españoles apenas usamos si no es cuando se está hablando de las propiedades de los materiales. Concretamente en lo que hace a la elasticidad. Creo que es así: si tu agarras un material cualquiera y lo sometes a una fuerza que lo estira, pueden ocurrir dos cosas, que al cesar la fuerza que le estira vuelva a su posición inicial o que se quede estirado para siempre. En el primer caso se dice que es un material resiliente, en el segundo que no tiene resiliencia.
Bien, pues, en otros idiomas, esa palabra en principio aplicada a una propiedad de los materiales, es muy usada para describir cuestiones que tienen que ver con los comportamientos sociales a través del tiempo. Por ejemplo, una costumbre cambia en una determinada dirección porque hay una fuerza que empuja en tal sentido. Pasa un tiempo y esa costumbre parece ya asentada. Tan asentada, diríamos, que es consustancial a lo que se denomina cultura. Y, entonces, de pronto, por lo que sea, esa fuerza que empujaba se extingue y, automáticamente, se vuelve a las andadas, a lo que había anterior a esa costumbre que creíamos ya inmutable. ¿Adiós cultura? No, ni mucho menos. Nos hemos ido a una cultura mucho más originaria y por tanto mucho más culta. Al menos ese es el concepto de cultura que parece predominar desde que Zapatero inventó la Alianza de las Civilizaciones. ¡Pobre Hamlet! Él que creía que había mas honor en romper las tradiciones que en conservarlas.
Les cuento estas bobadas porque ayer me pegué una sesión intensiva de "sillonball". Es decir, una sabia combinación de sillón ikea con satelite ASTRA. Y así fue que pude observar con detenimiento desde muy diversos ángulos hasta qué punto es resiliente la sociedad libia. Las reformas modernizadoras conseguidas por cuarenta años de presión gadafista se han esfumado en un tris tras con la sola ayuda de unos cuantos pepinazos que podríamos calificar de otánicos.
A partir de ahora, Dios mediante, las mujeres en Libia volverán al sitio del que al parecer nunca debieran haber salido. Y las manos de los chorizos irán a parar a los cubos de la basura que para eso están. Y un sin fin más de sabias medidas que jamás debieran haber sido abandonadas por mor de una sociedad más justa y honorable.
En fin, no es por nada, pero creo que más vale que vayan interiorizando el concepto porque viene pegando muy fuerte. Y eso que los "troncholaris" todavía no le han adoptado. Pero ya verán, en cuatro días se olvidan de "escenario" y "relato" y empiezan con resiliencia para aquí, resiliencia para allá, y ya les tenemos calmaos para una temporada.
Bien, pues, en otros idiomas, esa palabra en principio aplicada a una propiedad de los materiales, es muy usada para describir cuestiones que tienen que ver con los comportamientos sociales a través del tiempo. Por ejemplo, una costumbre cambia en una determinada dirección porque hay una fuerza que empuja en tal sentido. Pasa un tiempo y esa costumbre parece ya asentada. Tan asentada, diríamos, que es consustancial a lo que se denomina cultura. Y, entonces, de pronto, por lo que sea, esa fuerza que empujaba se extingue y, automáticamente, se vuelve a las andadas, a lo que había anterior a esa costumbre que creíamos ya inmutable. ¿Adiós cultura? No, ni mucho menos. Nos hemos ido a una cultura mucho más originaria y por tanto mucho más culta. Al menos ese es el concepto de cultura que parece predominar desde que Zapatero inventó la Alianza de las Civilizaciones. ¡Pobre Hamlet! Él que creía que había mas honor en romper las tradiciones que en conservarlas.
Les cuento estas bobadas porque ayer me pegué una sesión intensiva de "sillonball". Es decir, una sabia combinación de sillón ikea con satelite ASTRA. Y así fue que pude observar con detenimiento desde muy diversos ángulos hasta qué punto es resiliente la sociedad libia. Las reformas modernizadoras conseguidas por cuarenta años de presión gadafista se han esfumado en un tris tras con la sola ayuda de unos cuantos pepinazos que podríamos calificar de otánicos.
A partir de ahora, Dios mediante, las mujeres en Libia volverán al sitio del que al parecer nunca debieran haber salido. Y las manos de los chorizos irán a parar a los cubos de la basura que para eso están. Y un sin fin más de sabias medidas que jamás debieran haber sido abandonadas por mor de una sociedad más justa y honorable.
En fin, no es por nada, pero creo que más vale que vayan interiorizando el concepto porque viene pegando muy fuerte. Y eso que los "troncholaris" todavía no le han adoptado. Pero ya verán, en cuatro días se olvidan de "escenario" y "relato" y empiezan con resiliencia para aquí, resiliencia para allá, y ya les tenemos calmaos para una temporada.
domingo, 23 de octubre de 2011
La piedad
"Pero para nosotros que estamos persuadidos que la ley ha sido instituida desde el principio siguiendo la voluntad de Dios, no observarla sería una impiedad. ¿Qué se podría cambiar en ella?, ¿qué se podría encontrar mejor?, ¿qué podrían aportar las otras leyes para mejorarla? ¿Cambiaría alguien el conjunto de nuestra constitución? ¿Qué ley podría ser más hermosa y más justa que la que atribuye a Dios el gobierno de todo, la que encomienda a los sacerdotes administrar los asuntos más importantes en interés público y que confía al sumo sacerdote, a su vez, la dirección de los demás sacerdotes?"
Así escribe Flavio Josefo acerca de la constitución teocrática que rige los destinos del pueblo judío desde que Moisés bajara del monte.
Siempre me ha inspirado curiosidad el pueblo judío. Y también sentimientos ambiguos. Y por eso ha sido, quizá, que nunca he desaprovechado ocasión de ilustrarme acerca de su origen, pasado y presente. Y no siempre es fácil. Como en todo lo que desata pasiones es muy difícil separar el grano de la paja.
Sostiene Josefo que a un judío no le puede pasar lo que a lo mayoría de los que no lo son, que se enteran de la existencia de una ley cuando les llega el castigo por haberla infringido. Los judíos son todos doctos en leyes desde la más tierna infancia. No hay otra enseñanza a la que den más importancia. La más bella y necesaria, dicen. La ley es estricta y omnipresente. Lo regula todo. Y todos la observan. Y de ahí la armonía en la que viven en las comunidades judías.
Sí, qué duda cabe de que Flavio Josefo es un avezado propagandista de lo suyo. No escatima florituras: ¿Cómo podría honrarse mejor a Dios que disponiendo a todo el pueblo a la piedad, confiando a los sacerdotes las funciones eminentes, de manera que todo el estado quede organizado como una ceremonia religiosa?
Funciones eminentes, es decir, vigilar a todos, dirimir las controversias, castigar a los condenados. Porque es que, añade, la mayor parte de las trasgresiones de la ley se castigan con pena de muerte.
La piedad, ahí está la clave del arco que sostiene todo el edificio judío. Una piedad que consiste en cumplir y hacer cumplir las leyes. Sin perdón posible, por así decirlo, para quien la trasgrede.
Así las cosas, no me queda más remedio que preguntarme cómo habrá sido que para mí, que vengo de esa tradición, la palabra piedad viene a significar, en cierto sentido, quizá el más importante, justamente lo contrario, es decir, sentir compasión por el que ha vulnerado la ley y aliviarle la pena tanto como sea posible. Porque el que vulnera la ley no es un sinvergüenza, es un desgraciado que ha actuado así por la fuerza de las circunstancias.
Sin comerlo ni beberlo, porque un tipo murió en la cruz, hemos pasado de un dios implacable a un dios misericordioso. Muy bien, maravilloso, pero amarra los machos y pásate por la armería, porque, no nos engañemos, con un dios misericordioso la ley es agua de borrajas. A la vista está.
viernes, 21 de octubre de 2011
Déjame entrar
Desde que Nacho me la recomendó vivamente no he dejado de mirar por aquí y por allá para ver si la encontraba. En las bibliotecas públicas, ni rastro. En las tiendas del centro, menos. Al final, como a casi todo lo imposible, lo encontré en El Corte Inglés. Está mejor la novela, me dijo la dependienta. Ya, pero a mí me han recomendado la película, le contesté. Bueno es que la película se adapta muy bien al texto, prosiguió ella. Me sorprendió que hubiese una dependienta en El Corte Inglés tan puesta en el tema. Y más, siendo domingo por la tarde. En fin, que no es extraño que todas esas pequeñas librerías que tanto gustan a los románticos revenidos se vayan al garete una tras otra sin pena ni gloria.
Hay tres filones que el cine no se cansa de explotar. Los vampiros, la mafia, y los nazis que, si no ando equivocado, viene a ser una mezcla de los dos anteriores.
Los que me conocen lo saben: siempre he estado muy interesado por el tema de los vampiros. Y no por nada sino porque un día, quizá tras leer a Stoker, me dí cuenta de que andaban por todas las partes. Y más aún, mi interés se acrecentó desde el momento en el que caí en la cuenta de que a nada que te descuides acabas convertido en uno de ellos. Porque es una tendencia natural que tenemos todos los humanos. Cuando, por lo que sea, las fuerzas nos flaquean, corremos a chupárselas a los que más a mano tenemos.
Poco más puedo decir de la película como no sea que su factura es tan perfecta que tardas unas cuantas horas en reponerte después de verla. La inocencia y la maldad cuando van de la mano dan para mucho. Y hay un detalle en la película que aparece de repente, como el que no quiere cosa. Como sin venir a cuento. Moralina si quieren. Pero, claro, a qué engañarse, es el resumen de todo. ¿Sabes dónde están tus hijos a partir de las diez de la noche? Bueno, uno ha sido padre. Y por así decirlo, mal padre a carta cabal. Sesentayochero. Insensato. Nunca supe en donde estaban mis hijas a partir de las diez de la noche. En fin, ¡ay!, espero que los padres que han visto esta película sepan a qué atenerse.
Hay tres filones que el cine no se cansa de explotar. Los vampiros, la mafia, y los nazis que, si no ando equivocado, viene a ser una mezcla de los dos anteriores.
Los que me conocen lo saben: siempre he estado muy interesado por el tema de los vampiros. Y no por nada sino porque un día, quizá tras leer a Stoker, me dí cuenta de que andaban por todas las partes. Y más aún, mi interés se acrecentó desde el momento en el que caí en la cuenta de que a nada que te descuides acabas convertido en uno de ellos. Porque es una tendencia natural que tenemos todos los humanos. Cuando, por lo que sea, las fuerzas nos flaquean, corremos a chupárselas a los que más a mano tenemos.
Poco más puedo decir de la película como no sea que su factura es tan perfecta que tardas unas cuantas horas en reponerte después de verla. La inocencia y la maldad cuando van de la mano dan para mucho. Y hay un detalle en la película que aparece de repente, como el que no quiere cosa. Como sin venir a cuento. Moralina si quieren. Pero, claro, a qué engañarse, es el resumen de todo. ¿Sabes dónde están tus hijos a partir de las diez de la noche? Bueno, uno ha sido padre. Y por así decirlo, mal padre a carta cabal. Sesentayochero. Insensato. Nunca supe en donde estaban mis hijas a partir de las diez de la noche. En fin, ¡ay!, espero que los padres que han visto esta película sepan a qué atenerse.
jueves, 20 de octubre de 2011
UNFORGIVEN
Había quedado con Isi y Pedro para dar un paseo por el campo.
El trayecto elegido fue la costa, por el lado de Galizano, hacia el este.
Sudamos bastante porque este octubre anda un tanto pasado de rosca.
De haber hecho frío y viento, aquellos parajes hubiesen recordado, y mucho, a los de la Posada de Jamaica.
Praderías, bosques de eucaliptos, de pinos, acantilados...
De regreso ya, hicimos escala en Langre porque se querían dar un cole.
Yo, les dije, que ni por cien mil demonios hirsutos.
Les esperé sentado al borde del acantilado.
Leyendo "Mi último suspiro".
A mis espaldas, el cementerio de Langre.
El que puso punto final a los sucesos de Liermo que ahora les paso a contar.
LIERMO
I
Sobre una loma que parte
tierras de Ribamontán,
rodeado de eucaliptos,
pinos y prados, está
el pueblecito de Liermo,
casi secreto lugar;
fortaleza inexpugnable
le llegaron a llamar.
Ahora pasaré a contarles
como vino a claudicar
por hechos acaecidos
de difícil olvidar.
II
Mil novecientos ochenta,
veintisiete de noviembre;
era jueves por la tarde
con temporal de noroeste:
vientos húmedos que traen
un cuchillo de aguanieve
que con su filo acerado
viejas rencillas remueve.
El trasgo de la discordia
se pasea entre la gente
con su carga de amargura
y cizaña que promete
inculcársela en el alma
al primero que se encuentre.
Fue Ángel Crespo Solana
en quien recayó la suerte
para ejecutar designios
funestos donde los hubiere:
hacer pago de la cuenta
crudelísima de muertes
que en poco más de una hora
de un horror sin precedentes
entre pasado y futuro
cava el foso de un presente
imposible de saltar
por la sangre que contiene.
III
Está Ángel picando leña
a la puerta de su casa.
Nada hace presagiar
lo que por su mente pasa,
pero allí se están cociendo
los deseos de venganza,
al creer que en sus derechos
la justicia no le ampara;
sensación que se acrecienta
a cada golpe de hacha,
hasta dar en la locura
y desatar la vesania:
si los jueces son corruptos
él medirá con su vara.
A las cinco de la tarde,
rachas atemporaladas;
sin que nadie lo presuma
está la sentencia echada:
la víctima será verdugo,
y los verdugos, becadas.
¡Que se vayan preparando
porque Ángel nunca falla!
Es cazador desde niño;
certero donde los haya.
Afirmado en sus razones
la urgencia le reclama;
abandona su tarea
y va a recoger el arma.
IV
¿Que cuáles fueron las causas
que cuajaron la tragedia?
Como siempre que hay dos partes,
depende de quién las cuenta:
aunque es fácil percibir
que hay acuerdo en la esencia:
es el totem que preside
la propiedad de la tierra.
Lo demás son pinceladas
de una historia truculenta.
En un terreno que Campos
cree suyo por herencia,
construir un miniparque
para niños se planea.
La ejecución de la obra,
con los trámites que lleva,
pronto queda en suspenso
por mezquindades de aldea.
En vez de tender las manos
la envidia arma pelea.
Expropiaciones injustas;
abusos de competencia;
peticiones denegadas;
un carro que se atraviesa;
los ediles lo retiran
y el drama desencadenan.
Sale Ángel de su casa
cuando son las cinco y media,
con la rabia contenida
y terciada la escopeta,
para el periplo sangriento,
la mortífera carrera,
que por voto de los hados
justo a esa hora comienza.
V
Traigamos ahora al relato
la secuencia de los hechos.
Fue Inocencio Palacios
el primero en caer muerto.
Presidente de la Junta
Vecinal y treintañero,
se lo encontró por azar
en un camino del pueblo
y le asestó por la espalda
un par de tiros certeros.
Sin pensárselo dos veces,
con el ánimo resuelto,
a casa de los Revuelta
se dirige sin rodeos.
Amalio está en la cocina
se calienta junto al fuego;
por ser vocal de la Junta
va apagar un alto precio;
el destino le depara
dos disparos a degüello
que entrando por la ventana
hacen diana en su pecho.
Seguido le toca el turno
a Manuel que sale huyendo;
nunca lo hiciera, dos balas
en su cara dan de lleno;
por ser hermano de Amalio
tuvo final tan siniestro.
Será el próximo blanco
del infalible artillero,
Encarnación Cruz, esposa
de Amalio hace mucho tiempo,
que va corriendo a esconderse
en unas ruinas, no lejos,
sin saber que la persiguen
dos ojos siempre al acecho.
Recibe dos andanadas
que la cosen con el suelo;
allí la dejó el matador,
tirada en un caminejo,
siendo la última en hallarse
cuando se hizo el recuento.
Sigue Ángel su derrota
sin detenerse un momento;
la tarea ejecutada
le afianza en su empeño;
de Vicente Lopéz Díaz
se dirige al encuentro;
el ser vocal de la junta
le condena sin remedio.
En la cuadra le tropieza;
en las manos tiene un bieldo;
no le va a servir de nada
de la defensa a efectos;
sin mediar ni dos palabras
allí mismo queda seco
de dos tiros que recibe
en la cabeza y el pecho.
No sintiendo todavía
su instinto satisfecho,
decide Campos saldar
viejas cuentas al respecto,
con vecinos por quien siempre
sintió aborrecimiento.
Es Juan Manuel Veci Cruz,
cuarenta años, soltero,
el siguiente de la lista;
bien que de ello estaba ajeno
mientras hacía en la cuadra
labores de ganadero:
descargas de perdigones
le quitaron el resuello.
No ahíto aún el presunto
asesino con el sexto
homicidio, se encamina
de inmediato al aposento
de la madre de Juan Veci
por quien profesa desprecio.
Pero topa con Elisa
Vici Cruz, porque el dedo
del destino así apuntó,
aunque quiso al hacerlo
que respetase su vida
aunque interesase el cuello.
"Ésta ya tiene bastante",
dice Ángel con despecho.
Ante los gritos de Elisa
viene su madre corriendo;
le esperaba el asesino
con el ánimo dispuesto
a poner punto final
a su periplo funesto.
Es Concepción Cruz Cedrún
a quien el tiro postrero
da de lleno en la cara
destrozándola al completo.
Nada se vuelve a saber
a partir de ese momento
de Ángel Campos Solana
hasta que aparece muerto.
VI
Dolor y llanto en Liermo,
reducto de horror y espanto,
por designio de los dioses
para siempre está marcado.
En poco más de una hora
las Parcas fueron cobrando
monstruosa cuota de muertes
que deja al pueblo diezmado.
Fuerzas del orden rastrean
del lugar los aledaños
en busca del asesino
con perros amaestrados.
La lluvia torrencial caída
toda la noche de autos
actuó de detergente
eliminando los rastros.
Millones de conjeturas
se barajan entre tanto.
Todo el mundo sabe que Ángel,
un cazador consumado,
conoce a la perfección
esos parajes quebrados,
llenos de bosques y cuevas
que estarán dándole amparo.
Quizá desde algún cotero
Campos les esté observando,
no del todo satisfecho,
otras muertes maquinando.
Otros piensan que en el fondo
de una torca haya acabado.
Todos hacen predicciones,
nadie se queda callado;
tratan de ahuyentar el miedo
que les tiene atenazados,
y saben que durará
hasta que Ángel sea hallado.
Nadie sale de su casa,
otros muchos se han marchado;
sólo rompen el silencio
vientos húmedos y helados
que traen mugidos de vacas
a quien nadie ha ordeñado.
Sigue la Guardia Civil
la búsqueda sin desmayo.
VII
Ya dos días han pasado
y sigue el compás de espera;
el asesino anda suelto;
la fantasía exagera.
En la parroquia de Omoño
funerales se celebran;
porque la iglesia de Liermo
está declarada en quiebra.
Mientras en el cementerio
se hacen nichos con urgencia.
A mil quinientas personas
asciende la concurrencia
que dice el último adiós
a muertos que no lo fueran
si la tierra no engendrase
el odio y la intransigencia.
Un aullido rasga el aire
de inconfundible tristeza
cuando se cierran los nichos
de los hermanos Revuelta:
perro que queda sin amo
nunca levanta cabeza.
Todos van sobrecogidos
cuando el camposanto dejan.
VIII
Han pasado cuatro días;
de Campos nada se sabe;
en Liermo y alrededores
está desierta la calle;
sólo la Guardia Civil,
periodistas a quien nadie
quiere dar explicaciones,
menos entrar en detalles.
Es en alas del azar
como llega el desenlace:
vientos salados azotan
la necrópolis de Langre;
cuando arrecia el temporal
las olas sus muros lamen.
Allí lo van a encontrar
dos desconsolados padres
que a su hijo ofrendan flores
cuando es lunes por la tarde;
Federico y Belén
oyen la puerta cerrarse;
sobresaltados se vuelven:
ven dos pies que sobresalen
de la cavidad de un nicho
de los que esperan cadáver;
Y la boina sobre el césped
también pertenece a Ángel.
A su lado la escopeta
compañera inseparable
hasta el último momento
de locura y disparate.
sin duda fue la querencia
de lejanas mocedades
la que hizo escoger
tal lugar pa suicidarse.
Aquí pasó la niñez;
y luego vino a casarse;
porque nunca dio qué hablar
todos le aprecian en Langre;
todos fueron a su entierro,
el último adiós a darle.
El resumen de su vida
queda escrito sobre el aire:
"Mató y murió por la tierra
que es la verdadera madre"
NOTA.- Este romance ha sido confeccionado en su totalidad con los datos -y expresiones- recogidos de los rotativos ALERTA y DIARIO MONTAÑÉS de los días 28, 29, 30 de Noviembre y 2, 3 de diciembre de 1980.
El trayecto elegido fue la costa, por el lado de Galizano, hacia el este.
Sudamos bastante porque este octubre anda un tanto pasado de rosca.
De haber hecho frío y viento, aquellos parajes hubiesen recordado, y mucho, a los de la Posada de Jamaica.
Praderías, bosques de eucaliptos, de pinos, acantilados...
De regreso ya, hicimos escala en Langre porque se querían dar un cole.
Yo, les dije, que ni por cien mil demonios hirsutos.
Les esperé sentado al borde del acantilado.
Leyendo "Mi último suspiro".
A mis espaldas, el cementerio de Langre.
El que puso punto final a los sucesos de Liermo que ahora les paso a contar.
LIERMO
I
Sobre una loma que parte
tierras de Ribamontán,
rodeado de eucaliptos,
pinos y prados, está
el pueblecito de Liermo,
casi secreto lugar;
fortaleza inexpugnable
le llegaron a llamar.
Ahora pasaré a contarles
como vino a claudicar
por hechos acaecidos
de difícil olvidar.
II
Mil novecientos ochenta,
veintisiete de noviembre;
era jueves por la tarde
con temporal de noroeste:
vientos húmedos que traen
un cuchillo de aguanieve
que con su filo acerado
viejas rencillas remueve.
El trasgo de la discordia
se pasea entre la gente
con su carga de amargura
y cizaña que promete
inculcársela en el alma
al primero que se encuentre.
Fue Ángel Crespo Solana
en quien recayó la suerte
para ejecutar designios
funestos donde los hubiere:
hacer pago de la cuenta
crudelísima de muertes
que en poco más de una hora
de un horror sin precedentes
entre pasado y futuro
cava el foso de un presente
imposible de saltar
por la sangre que contiene.
III
Está Ángel picando leña
a la puerta de su casa.
Nada hace presagiar
lo que por su mente pasa,
pero allí se están cociendo
los deseos de venganza,
al creer que en sus derechos
la justicia no le ampara;
sensación que se acrecienta
a cada golpe de hacha,
hasta dar en la locura
y desatar la vesania:
si los jueces son corruptos
él medirá con su vara.
A las cinco de la tarde,
rachas atemporaladas;
sin que nadie lo presuma
está la sentencia echada:
la víctima será verdugo,
y los verdugos, becadas.
¡Que se vayan preparando
porque Ángel nunca falla!
Es cazador desde niño;
certero donde los haya.
Afirmado en sus razones
la urgencia le reclama;
abandona su tarea
y va a recoger el arma.
IV
¿Que cuáles fueron las causas
que cuajaron la tragedia?
Como siempre que hay dos partes,
depende de quién las cuenta:
aunque es fácil percibir
que hay acuerdo en la esencia:
es el totem que preside
la propiedad de la tierra.
Lo demás son pinceladas
de una historia truculenta.
En un terreno que Campos
cree suyo por herencia,
construir un miniparque
para niños se planea.
La ejecución de la obra,
con los trámites que lleva,
pronto queda en suspenso
por mezquindades de aldea.
En vez de tender las manos
la envidia arma pelea.
Expropiaciones injustas;
abusos de competencia;
peticiones denegadas;
un carro que se atraviesa;
los ediles lo retiran
y el drama desencadenan.
Sale Ángel de su casa
cuando son las cinco y media,
con la rabia contenida
y terciada la escopeta,
para el periplo sangriento,
la mortífera carrera,
que por voto de los hados
justo a esa hora comienza.
V
Traigamos ahora al relato
la secuencia de los hechos.
Fue Inocencio Palacios
el primero en caer muerto.
Presidente de la Junta
Vecinal y treintañero,
se lo encontró por azar
en un camino del pueblo
y le asestó por la espalda
un par de tiros certeros.
Sin pensárselo dos veces,
con el ánimo resuelto,
a casa de los Revuelta
se dirige sin rodeos.
Amalio está en la cocina
se calienta junto al fuego;
por ser vocal de la Junta
va apagar un alto precio;
el destino le depara
dos disparos a degüello
que entrando por la ventana
hacen diana en su pecho.
Seguido le toca el turno
a Manuel que sale huyendo;
nunca lo hiciera, dos balas
en su cara dan de lleno;
por ser hermano de Amalio
tuvo final tan siniestro.
Será el próximo blanco
del infalible artillero,
Encarnación Cruz, esposa
de Amalio hace mucho tiempo,
que va corriendo a esconderse
en unas ruinas, no lejos,
sin saber que la persiguen
dos ojos siempre al acecho.
Recibe dos andanadas
que la cosen con el suelo;
allí la dejó el matador,
tirada en un caminejo,
siendo la última en hallarse
cuando se hizo el recuento.
Sigue Ángel su derrota
sin detenerse un momento;
la tarea ejecutada
le afianza en su empeño;
de Vicente Lopéz Díaz
se dirige al encuentro;
el ser vocal de la junta
le condena sin remedio.
En la cuadra le tropieza;
en las manos tiene un bieldo;
no le va a servir de nada
de la defensa a efectos;
sin mediar ni dos palabras
allí mismo queda seco
de dos tiros que recibe
en la cabeza y el pecho.
No sintiendo todavía
su instinto satisfecho,
decide Campos saldar
viejas cuentas al respecto,
con vecinos por quien siempre
sintió aborrecimiento.
Es Juan Manuel Veci Cruz,
cuarenta años, soltero,
el siguiente de la lista;
bien que de ello estaba ajeno
mientras hacía en la cuadra
labores de ganadero:
descargas de perdigones
le quitaron el resuello.
No ahíto aún el presunto
asesino con el sexto
homicidio, se encamina
de inmediato al aposento
de la madre de Juan Veci
por quien profesa desprecio.
Pero topa con Elisa
Vici Cruz, porque el dedo
del destino así apuntó,
aunque quiso al hacerlo
que respetase su vida
aunque interesase el cuello.
"Ésta ya tiene bastante",
dice Ángel con despecho.
Ante los gritos de Elisa
viene su madre corriendo;
le esperaba el asesino
con el ánimo dispuesto
a poner punto final
a su periplo funesto.
Es Concepción Cruz Cedrún
a quien el tiro postrero
da de lleno en la cara
destrozándola al completo.
Nada se vuelve a saber
a partir de ese momento
de Ángel Campos Solana
hasta que aparece muerto.
VI
Dolor y llanto en Liermo,
reducto de horror y espanto,
por designio de los dioses
para siempre está marcado.
En poco más de una hora
las Parcas fueron cobrando
monstruosa cuota de muertes
que deja al pueblo diezmado.
Fuerzas del orden rastrean
del lugar los aledaños
en busca del asesino
con perros amaestrados.
La lluvia torrencial caída
toda la noche de autos
actuó de detergente
eliminando los rastros.
Millones de conjeturas
se barajan entre tanto.
Todo el mundo sabe que Ángel,
un cazador consumado,
conoce a la perfección
esos parajes quebrados,
llenos de bosques y cuevas
que estarán dándole amparo.
Quizá desde algún cotero
Campos les esté observando,
no del todo satisfecho,
otras muertes maquinando.
Otros piensan que en el fondo
de una torca haya acabado.
Todos hacen predicciones,
nadie se queda callado;
tratan de ahuyentar el miedo
que les tiene atenazados,
y saben que durará
hasta que Ángel sea hallado.
Nadie sale de su casa,
otros muchos se han marchado;
sólo rompen el silencio
vientos húmedos y helados
que traen mugidos de vacas
a quien nadie ha ordeñado.
Sigue la Guardia Civil
la búsqueda sin desmayo.
VII
Ya dos días han pasado
y sigue el compás de espera;
el asesino anda suelto;
la fantasía exagera.
En la parroquia de Omoño
funerales se celebran;
porque la iglesia de Liermo
está declarada en quiebra.
Mientras en el cementerio
se hacen nichos con urgencia.
A mil quinientas personas
asciende la concurrencia
que dice el último adiós
a muertos que no lo fueran
si la tierra no engendrase
el odio y la intransigencia.
Un aullido rasga el aire
de inconfundible tristeza
cuando se cierran los nichos
de los hermanos Revuelta:
perro que queda sin amo
nunca levanta cabeza.
Todos van sobrecogidos
cuando el camposanto dejan.
VIII
Han pasado cuatro días;
de Campos nada se sabe;
en Liermo y alrededores
está desierta la calle;
sólo la Guardia Civil,
periodistas a quien nadie
quiere dar explicaciones,
menos entrar en detalles.
Es en alas del azar
como llega el desenlace:
vientos salados azotan
la necrópolis de Langre;
cuando arrecia el temporal
las olas sus muros lamen.
Allí lo van a encontrar
dos desconsolados padres
que a su hijo ofrendan flores
cuando es lunes por la tarde;
Federico y Belén
oyen la puerta cerrarse;
sobresaltados se vuelven:
ven dos pies que sobresalen
de la cavidad de un nicho
de los que esperan cadáver;
Y la boina sobre el césped
también pertenece a Ángel.
A su lado la escopeta
compañera inseparable
hasta el último momento
de locura y disparate.
sin duda fue la querencia
de lejanas mocedades
la que hizo escoger
tal lugar pa suicidarse.
Aquí pasó la niñez;
y luego vino a casarse;
porque nunca dio qué hablar
todos le aprecian en Langre;
todos fueron a su entierro,
el último adiós a darle.
El resumen de su vida
queda escrito sobre el aire:
"Mató y murió por la tierra
que es la verdadera madre"
NOTA.- Este romance ha sido confeccionado en su totalidad con los datos -y expresiones- recogidos de los rotativos ALERTA y DIARIO MONTAÑÉS de los días 28, 29, 30 de Noviembre y 2, 3 de diciembre de 1980.
miércoles, 19 de octubre de 2011
Lavarse las manos
Me pasa Maite unos folios en los que ha impreso, o imprimido, que no sé, algunos de los comentarios que aparecen en el foro de INVERTIA, un portal que frecuentan los aficionados a los juegos de "la bolsa o la vida". Bien, reconozco que son ingeniosos, divertidos acaso, aunque también quizá un pelín ingenuos. Y eso por no decir conspiranoicos e incluso handicapaos, ya que, en mi opinión, olvidan, como diría Buñuel, a la mitad del hombre, o sea, para mejor entendernos, la inabarcable complejidad de lo que nos rodea.
Escribe uno de los intervinientes:
"Si metes a una rana en agua hirviendo huye de un salto inmediatamente pero si la metes en agua fría y la vas calentando progresivamente, llegara a hervirse sin que huya"
Bueno, yo no he hecho el experimento, pero no las tengo todas conmigo de que eso funcione así.
Sigue:
"Eso es exactamente lo que hace el poder con la maquinaria propagandistica: si en 2007 nos hubiesen anunciado de golpe todo lo que han llevado a cabo durante la "crisis" los hubiéramos quemado, crucificado y apedreado en las plazas pero lo han hecho progresivamente y de manera magistral hasta el punto de que el pueblo incluso llega a creer absolutamente necesarios los pasos que se dan, pasos que se hubiesen rechazado si se hubiesen dado de inicio."
Luego se mete el tipo en una serie de honduras a las que no puedo llegar por falta de oxigeno en las neuronas, para terminar de tal modo:
"Para ello se ha creado la tragedia griega que parece justificarlo todo y solo han necesitado cuatro años, es asombroso como el capitalismo es cada vez más eficiente en sus propósitos."
Reconozco que lo de "tragedia griega" da fuerza al argumento, pero, la verdad, no me lo puedo creer, cuatro años maquinando para poder meterla doblada. Como si hubiese unas mentes demoniacas instaladas en las cúpulas del poder. Sarkosy y Merkel. O Obama. Incluso los Botín de turno. ¡Anda ya! Para mí que lo que pasa es que, una vez más, ha aumentado peligrosamente la fuerza con la que baja el Río de la Historia y se está llevando por delante todo lo que no está sólidamente fundamentado. En realidad la cosa empezó, como suele pasar siempre, por un acto banal y muy sencillo: un médico húngaro dijo que si te lavas las manos antes de atender un parto es muy probable que la mujer no muera de fiebres puerperales. Y así comenzó la explosión demográfica. Luego vino lo de Fleming y ya fue la bomba. Redondeó el asunto aquel economista del Blomsbury Team que convenció a un presidente americano de que lo mejor para acabar con todos los males era convertir en consumidores compulsivos hasta a los perros y gatos de las familias obreras. Y ahora, pasada la luna de miel de todas aquellas bodas, vas, te asomas a la ventana y ves, y sientes, como todo el edificio se resquebraja. Como si fuese la Casa Usher de Edgar Allan Poe. No resiste el sobrepeso. Hay que apuntalarlo. Pero ¿con qué? Ya no hay madera en los bosques. La única solución que se nos ocurre es quitar habitaciones a la casa y que el personal se amontone en las que quedan. Así, con un poco de suerte, volverán las infecciones, bajará la población y ¿quién sabe?, quizá todavía queden recursos en el planeta para unos cuantos pocos. Son los mismos parches de lógica barata con los que siempre se consiguió que la Bola del Mundo siguiese rodando.
Y al final, ya digo, lo de siempre, que cada uno se las apañe como pueda.
Escribe uno de los intervinientes:
"Si metes a una rana en agua hirviendo huye de un salto inmediatamente pero si la metes en agua fría y la vas calentando progresivamente, llegara a hervirse sin que huya"
Bueno, yo no he hecho el experimento, pero no las tengo todas conmigo de que eso funcione así.
Sigue:
"Eso es exactamente lo que hace el poder con la maquinaria propagandistica: si en 2007 nos hubiesen anunciado de golpe todo lo que han llevado a cabo durante la "crisis" los hubiéramos quemado, crucificado y apedreado en las plazas pero lo han hecho progresivamente y de manera magistral hasta el punto de que el pueblo incluso llega a creer absolutamente necesarios los pasos que se dan, pasos que se hubiesen rechazado si se hubiesen dado de inicio."
Luego se mete el tipo en una serie de honduras a las que no puedo llegar por falta de oxigeno en las neuronas, para terminar de tal modo:
"Para ello se ha creado la tragedia griega que parece justificarlo todo y solo han necesitado cuatro años, es asombroso como el capitalismo es cada vez más eficiente en sus propósitos."
Reconozco que lo de "tragedia griega" da fuerza al argumento, pero, la verdad, no me lo puedo creer, cuatro años maquinando para poder meterla doblada. Como si hubiese unas mentes demoniacas instaladas en las cúpulas del poder. Sarkosy y Merkel. O Obama. Incluso los Botín de turno. ¡Anda ya! Para mí que lo que pasa es que, una vez más, ha aumentado peligrosamente la fuerza con la que baja el Río de la Historia y se está llevando por delante todo lo que no está sólidamente fundamentado. En realidad la cosa empezó, como suele pasar siempre, por un acto banal y muy sencillo: un médico húngaro dijo que si te lavas las manos antes de atender un parto es muy probable que la mujer no muera de fiebres puerperales. Y así comenzó la explosión demográfica. Luego vino lo de Fleming y ya fue la bomba. Redondeó el asunto aquel economista del Blomsbury Team que convenció a un presidente americano de que lo mejor para acabar con todos los males era convertir en consumidores compulsivos hasta a los perros y gatos de las familias obreras. Y ahora, pasada la luna de miel de todas aquellas bodas, vas, te asomas a la ventana y ves, y sientes, como todo el edificio se resquebraja. Como si fuese la Casa Usher de Edgar Allan Poe. No resiste el sobrepeso. Hay que apuntalarlo. Pero ¿con qué? Ya no hay madera en los bosques. La única solución que se nos ocurre es quitar habitaciones a la casa y que el personal se amontone en las que quedan. Así, con un poco de suerte, volverán las infecciones, bajará la población y ¿quién sabe?, quizá todavía queden recursos en el planeta para unos cuantos pocos. Son los mismos parches de lógica barata con los que siempre se consiguió que la Bola del Mundo siguiese rodando.
Y al final, ya digo, lo de siempre, que cada uno se las apañe como pueda.
martes, 18 de octubre de 2011
Isla desierta
Hay una pregunta que no por frecuente en todo tipo de entrevistas deja de parecerme bastante tonta: ¿qué libro se llevaría usted a una isla desierta? Buñuel dice que cuando se la hacían, al principio, empezaba a pensar en éste o aquel, pero que al final pensó que la mejor respuesta era ninguno. Para empezar nadie suele ir de grado a una isla desierta y si, por casualidad, o más bien accidente, cae atrapado en una, lo último en lo que supongo se pondrá a pensar es en un libro concreto. Cualquiera puede servir en tal caso. Uno sobre ajedrez, por ejemplo, como en una película que vi cuando era chaval, que sirve para convertir al protagonista en campeón una vez recuperada la libertad.
Personalmente, si tuviera que elegir, preferiría uno con las páginas en blanco y un lapicero. Así podría atrapar mis pensamientos y conservar mis recuerdos. Y, por ende, tener una muleta en la que apoyarme a la hora de reflexionar sobre las cosas de la vida, la propia y la ajena.
Aunque, ahora que caigo, si bien se mira por el lado de la metáfora, la mayoría de nosotros, afortunados mortales, nos pasamos grandes trechos de la vida en la dichosa isla desierta. Unas veces por necedad, otras por desidia, otras, simple y llanamente, por expreso deseo. Deseo de soledad, de experimentar la nada, de abandonarse a ensoñaciones que recrean mundos tan maravillosos como imposibles.
Imaginar, lo que nos asemeja a ese Dios en el que no creemos, pero envidiamos. Porque si yo fuera Él, ni te digo lo bien que iba a poner todo esto que me rodea. Armonía total, aburrimiento infinito. Afortunadamente, de las ensoñaciónes nos saca cualquier vecino que se pone, un suponer, a colgar un cuadro. Entonces, la isla desierta se desvanece y volvemos a la realidad, ¡ay!, el pico y la pala, y los callos en las manos.
Sí, definitivamente, si tuviese que recluirme en una isla desierta, en vez de un libro, prefeririía llevarme un pico y una pala. O un cuaderno y un lapicero.
Personalmente, si tuviera que elegir, preferiría uno con las páginas en blanco y un lapicero. Así podría atrapar mis pensamientos y conservar mis recuerdos. Y, por ende, tener una muleta en la que apoyarme a la hora de reflexionar sobre las cosas de la vida, la propia y la ajena.
Aunque, ahora que caigo, si bien se mira por el lado de la metáfora, la mayoría de nosotros, afortunados mortales, nos pasamos grandes trechos de la vida en la dichosa isla desierta. Unas veces por necedad, otras por desidia, otras, simple y llanamente, por expreso deseo. Deseo de soledad, de experimentar la nada, de abandonarse a ensoñaciones que recrean mundos tan maravillosos como imposibles.
Imaginar, lo que nos asemeja a ese Dios en el que no creemos, pero envidiamos. Porque si yo fuera Él, ni te digo lo bien que iba a poner todo esto que me rodea. Armonía total, aburrimiento infinito. Afortunadamente, de las ensoñaciónes nos saca cualquier vecino que se pone, un suponer, a colgar un cuadro. Entonces, la isla desierta se desvanece y volvemos a la realidad, ¡ay!, el pico y la pala, y los callos en las manos.
Sí, definitivamente, si tuviese que recluirme en una isla desierta, en vez de un libro, prefeririía llevarme un pico y una pala. O un cuaderno y un lapicero.
domingo, 16 de octubre de 2011
Pisar el centro
Me pasa Nati un artículo aparecido en El País el 24 de septiembre. Es de un tal Ismael Grasa y trata de ese asunto tan controvertido que es la educación. El artículo se titula "Pisar el aula" y el encabezamiento que resume el contenido reza así: "Los centros públicos españoles equilibran a la baja el nivel de estudios porque los colegios concertados que financia el Estado, la mayoría religiosos, no se hacen cargo de los alumnos problemáticos ni inmigrantes."
El caso es que semejante conclusión me ha hecho gracia, no por nada si no porque acababa de leer lo siguiente en las memorias de Buñuel cuando se dedica a reflexionar sobre los comunistas: "Todo debía obedecer a los mecanismos socioeconómicos, lo cual me parecía absurdo. Se olvidaba a la mitad del hombre."
Bien, eso mismo pienso yo, que, a parte de los alumnos problematicos e inmigrantes -en mi colegio también los había- algo más habrá para diferenciar los resultados en un tipo y otro de colegio. Lo que llaman los métodos socializadores y todo eso.
Por lo demás, se podrían suscribir las apreciaciones del autor que, en su mayoría, son los lugares comunes al uso para tal tema. Pero, de todas formas, hay un parrafo que quiero comentar porque me parece significativo en lo que hace al envenenmiento ideológico que subyace en casi todas las actividades públicas de este país. Actividades que, in my opinion, debieran ser ideológicamente neutras por definición.
Sostiene Grasa: "a mí siempre me ha gustado vivir en el centro de las ciudades, no entiendo que haya un lujo mayor, aunque no todos mis alumnos están de acuerdo en esto conmigo y he discutido sobre ello alguna vez. Me gusta seguir sintiéndome, en cierto modo, un ciudadano romano y entiendo que es un priviegio vivir junto a estás murallas. Muchos de mis alumnos tampoco han ido nunca al rastro de la ciudad, que es uno de mis rincones dominicales favoritos. ¿Usted va ahí?, me preguntó una vez una alumna en tono de reprovación... Y, honestamente, no creo haber enseñado más en mi colegio de lo que he aprendido en él. En todo caso, una de las cosas que he tratado de transmitir a mis alumnos es el amor a la propia ciudad, a su centro, -y a su pasado-, y a los lugares comunes. Me doy cuenta de que no tengo nada de qué hablar con las personas que, por así decirlo, nunca "pisan el centro".
Bueno me imagino que este tipo será de los que se horrorizan si un día por error entra en un centro cormecial de las afueras. Y no digamos ya si le propones un Macpollo con cocacola a media tarde para matar el gusanillo. O si entra en un appel store. O, en fin, cualquiera de todas esas cosas que hace la gente que, como se suele decir, "vive en el siglo".
Este profe, me temo, ha visto demasiado cine francés. Del rancio. De ese que sale un tipo con cara de payaso fracasado recitando las cosas que le gustan y no le gustan. O sea, definiendose hasta la náusea. Pues muy bien, allá usted, con su pan se lo coma, pero a mí enseñeme aquello para lo que le pagan, yo que sé, matemáticas, latín, o lo que sea con un toque de ironía o sentido del humor si quiere, que lo de los gustos ya me las apañaré yo con mi propia experiencia. ¡Faltaría más!
El caso es que semejante conclusión me ha hecho gracia, no por nada si no porque acababa de leer lo siguiente en las memorias de Buñuel cuando se dedica a reflexionar sobre los comunistas: "Todo debía obedecer a los mecanismos socioeconómicos, lo cual me parecía absurdo. Se olvidaba a la mitad del hombre."
Bien, eso mismo pienso yo, que, a parte de los alumnos problematicos e inmigrantes -en mi colegio también los había- algo más habrá para diferenciar los resultados en un tipo y otro de colegio. Lo que llaman los métodos socializadores y todo eso.
Por lo demás, se podrían suscribir las apreciaciones del autor que, en su mayoría, son los lugares comunes al uso para tal tema. Pero, de todas formas, hay un parrafo que quiero comentar porque me parece significativo en lo que hace al envenenmiento ideológico que subyace en casi todas las actividades públicas de este país. Actividades que, in my opinion, debieran ser ideológicamente neutras por definición.
Sostiene Grasa: "a mí siempre me ha gustado vivir en el centro de las ciudades, no entiendo que haya un lujo mayor, aunque no todos mis alumnos están de acuerdo en esto conmigo y he discutido sobre ello alguna vez. Me gusta seguir sintiéndome, en cierto modo, un ciudadano romano y entiendo que es un priviegio vivir junto a estás murallas. Muchos de mis alumnos tampoco han ido nunca al rastro de la ciudad, que es uno de mis rincones dominicales favoritos. ¿Usted va ahí?, me preguntó una vez una alumna en tono de reprovación... Y, honestamente, no creo haber enseñado más en mi colegio de lo que he aprendido en él. En todo caso, una de las cosas que he tratado de transmitir a mis alumnos es el amor a la propia ciudad, a su centro, -y a su pasado-, y a los lugares comunes. Me doy cuenta de que no tengo nada de qué hablar con las personas que, por así decirlo, nunca "pisan el centro".
Bueno me imagino que este tipo será de los que se horrorizan si un día por error entra en un centro cormecial de las afueras. Y no digamos ya si le propones un Macpollo con cocacola a media tarde para matar el gusanillo. O si entra en un appel store. O, en fin, cualquiera de todas esas cosas que hace la gente que, como se suele decir, "vive en el siglo".
Este profe, me temo, ha visto demasiado cine francés. Del rancio. De ese que sale un tipo con cara de payaso fracasado recitando las cosas que le gustan y no le gustan. O sea, definiendose hasta la náusea. Pues muy bien, allá usted, con su pan se lo coma, pero a mí enseñeme aquello para lo que le pagan, yo que sé, matemáticas, latín, o lo que sea con un toque de ironía o sentido del humor si quiere, que lo de los gustos ya me las apañaré yo con mi propia experiencia. ¡Faltaría más!
miércoles, 12 de octubre de 2011
Un chien andalou
Bretón fue a Mexico. Allí fue a visitar a Trosky. Luego le contaba a Buñuel:
“Tosky tiene un perro al que quiere mucho. Un día que el perro estaba a su lado, mirándole, Trosky me dijo: <<Este perro tiene mirada humana, ¿verdad?>> ¿Se da usted cuenta? No comprendo como Trosky puede decir semejante estupidez. ¡Un perro no tiene mirada humana! ¡Un perro tiene mirada de perro!
Era media tarde cuando he caído en la cuenta de que tenía hambre. Como tengo todo empacado no me ha quedado más remedio que salir en busca de condumio. Hacía un calor de justicia y por la calle solo había solitarios y solitarias paseando el perro. El perro de mirada humana que ha puesto todas las esquinas y árboles y farolas de la ciudad hechas un asco. Sin comentarios. Media tarde y fiesta, lo mejor MacDonald, me he dicho. Allí he ido y he tomado un Macpollo y unas patatas fritas en gajos que estaban de madre. Y la correspondiente coca-cola. Y el local estaba limpio, fresco y silencioso. He comido y luego me he quedado un rato leyendo las memorias de Buñuel. Es la segunda vez que las leo y me están gustando más que la primera si cabe. ¡Dios, es que, además, quién no hubiese querido vivir una vida como la suya!
Dice:
“Nunca he viajado por placer. Esa afición por el turismo, tan difundida a mi alrededor, me es desconocida. No experimento ninguna curiosidad por los países que desconozco y que nunca conoceré. Por el contrario, me gusta volver a los sitios en los que he vivido y a los que me atan los recuerdos”
martes, 11 de octubre de 2011
Vagabundeo
Tenía, pero hace tiempo/ ahora ya no tengo na.
Ayer estuve en el notario para firmar la venta de la casa que tenía en Alar del Rey. Aparte de que como quien dice la he medio regalado -los tiempos son los que son-, sentí un gran alivio al estampar la firma. Como si me hubiese limpiado alguna inmundicia caída del cielo. No tener nada que no puedas llevar encima es, cada vez más, la meta que me propongo alcanzar para poder considerarme una persona rica. Porque, sí, lo confieso sin sonrojo, quiero ser rico aunque sea a costa de no poder entrar en el Reino de los Cielos.
Ayer, como digo, le tocó a la casa de Alar y pasado mañana le toca a este piso de Palencia que ha sido un verdadero fracaso. Apenas me duró cuatro meses y eso porque la mayoría del tiempo anduve por ahí vagabundeando. Así que pasado mañana le toca a Nueva Montaña y que sea lo que Dios quiera.
La verdad es que lo de vivir en un piso cada vez me parece menos apetecible. Quizá si fuese una altura 42 en el down town de una gran ciudad, no sé, a lo mejor me molaba. Pero en Nueva Montaña tendré que hacer de la necesidad virtud para soportarlo... de muy mala gana en cualquier caso.
Y es que comprendo bien en donde reside la raíz de mi imposible realización como persona. Es ni más ni menos que en mi asquerosa condición de pequeño burgués. O sea, la típica víctima del quiero pero no puedo de por vida. Porque, si fuese un gran burgués, lo tendría claro, sería huésped permanente de un cuatro o cinco estrellas de cualquier megacapital anglófona. O, también, podría optar por un "cabanon" en Cap d´Agde, o sitio por el estilo. Y si fuese menos que un pequeño burgués, me compraría una furgoneta de segunda mano y andaría por los caminos con mi guitarra y mi ordenador. Y también la bicicleta, que se me olvidaba.
Bueno, eso es todo. A partir de ahora me dirigiré a ustedes desde Nueva Montaña.... hasta nuevo aviso.
Ayer estuve en el notario para firmar la venta de la casa que tenía en Alar del Rey. Aparte de que como quien dice la he medio regalado -los tiempos son los que son-, sentí un gran alivio al estampar la firma. Como si me hubiese limpiado alguna inmundicia caída del cielo. No tener nada que no puedas llevar encima es, cada vez más, la meta que me propongo alcanzar para poder considerarme una persona rica. Porque, sí, lo confieso sin sonrojo, quiero ser rico aunque sea a costa de no poder entrar en el Reino de los Cielos.
Ayer, como digo, le tocó a la casa de Alar y pasado mañana le toca a este piso de Palencia que ha sido un verdadero fracaso. Apenas me duró cuatro meses y eso porque la mayoría del tiempo anduve por ahí vagabundeando. Así que pasado mañana le toca a Nueva Montaña y que sea lo que Dios quiera.
La verdad es que lo de vivir en un piso cada vez me parece menos apetecible. Quizá si fuese una altura 42 en el down town de una gran ciudad, no sé, a lo mejor me molaba. Pero en Nueva Montaña tendré que hacer de la necesidad virtud para soportarlo... de muy mala gana en cualquier caso.
Y es que comprendo bien en donde reside la raíz de mi imposible realización como persona. Es ni más ni menos que en mi asquerosa condición de pequeño burgués. O sea, la típica víctima del quiero pero no puedo de por vida. Porque, si fuese un gran burgués, lo tendría claro, sería huésped permanente de un cuatro o cinco estrellas de cualquier megacapital anglófona. O, también, podría optar por un "cabanon" en Cap d´Agde, o sitio por el estilo. Y si fuese menos que un pequeño burgués, me compraría una furgoneta de segunda mano y andaría por los caminos con mi guitarra y mi ordenador. Y también la bicicleta, que se me olvidaba.
Bueno, eso es todo. A partir de ahora me dirigiré a ustedes desde Nueva Montaña.... hasta nuevo aviso.
jueves, 6 de octubre de 2011
El mundo es ansí
Así, esa composición fotográfica, sin comentarios, es como apareció la entrada de ayer en el blog de Arcadi Espada.
Dos mundos. España y USA. Pasado y presente. Corazón y cabeza. Ruina y esperanza. En fin, de todo tiene que haber.
Dos mundos. España y USA. Pasado y presente. Corazón y cabeza. Ruina y esperanza. En fin, de todo tiene que haber.
El legado
He conocido a unos cuantos como él. Gente gris, con escasa preparación, una cierta fachada y un poderoso "instinto de medre". Fíjense que digo instinto y no inteligencia, dos cosas que suelen confundir los dueños de los perros, o sea, la mayoría de la gente.
Asintiendo a los de arriba y halagando a los de abajo se van escalando peldaños como el que no quiere la cosa. Al final, sin casi darse cuenta y por el querer de los dioses, se está en el lugar preciso por donde se sale del atolladero. Entonces, sin el menor esfuerzo, sale el primero y se queda con la banca.
A partir de ahí, y también por instinto, humilla a los de arriba para manipular a los de abajo. Remueve sentimientos peligrosos, traspasa lineas rojas, juega a héroe justiciero... es decir, se caga en los americanos, desentierra la guerra civil, se pone del lado de los carlistas, reparte sin ton ni son... un verdadero maestro en el arte de despertar y enfrentar sensibilidades de difícil encaje. Y así es que, como dijo el clásico, andan entre sí armándose zancadillas, cayendo todos ellos con más daño que escarmiento.
Luego está lo de la raspa de la sardina. Y ahí es donde yo le eximiría de una parte de la culpa. Desde luego que fue necio a más no poder cuando se negó a reconocer a su debido tiempo que las vacas habían enflaquecido de una forma alarmante. Y no sólo se negó a reconocer sino que encima siguió alimentando la fantasía con entusiasmo. Entonces fue cuando se le ocurrió la luminosa idea de mandar construir miles de kilómetros de aceras y barandillas por todos los pueblos de España. Pero, así y todo, sería injusto no reconocer que la hecatombe económica venía de lejos. Era, por así decirlo, heredada. Heredada de anteriores gobernantes, de los bancos españoles y extranjeros, y, sobre todo, y aunque cueste reconocerlo, de un estado de ánimo colectivo propenso a trasgredir las leyes de la lógica. El sino de los tiempos en definitiva. Cuando todos son idiotas, el más idiota de todos es el que llega más alto. Es ley de vida.
Asintiendo a los de arriba y halagando a los de abajo se van escalando peldaños como el que no quiere la cosa. Al final, sin casi darse cuenta y por el querer de los dioses, se está en el lugar preciso por donde se sale del atolladero. Entonces, sin el menor esfuerzo, sale el primero y se queda con la banca.
A partir de ahí, y también por instinto, humilla a los de arriba para manipular a los de abajo. Remueve sentimientos peligrosos, traspasa lineas rojas, juega a héroe justiciero... es decir, se caga en los americanos, desentierra la guerra civil, se pone del lado de los carlistas, reparte sin ton ni son... un verdadero maestro en el arte de despertar y enfrentar sensibilidades de difícil encaje. Y así es que, como dijo el clásico, andan entre sí armándose zancadillas, cayendo todos ellos con más daño que escarmiento.
Luego está lo de la raspa de la sardina. Y ahí es donde yo le eximiría de una parte de la culpa. Desde luego que fue necio a más no poder cuando se negó a reconocer a su debido tiempo que las vacas habían enflaquecido de una forma alarmante. Y no sólo se negó a reconocer sino que encima siguió alimentando la fantasía con entusiasmo. Entonces fue cuando se le ocurrió la luminosa idea de mandar construir miles de kilómetros de aceras y barandillas por todos los pueblos de España. Pero, así y todo, sería injusto no reconocer que la hecatombe económica venía de lejos. Era, por así decirlo, heredada. Heredada de anteriores gobernantes, de los bancos españoles y extranjeros, y, sobre todo, y aunque cueste reconocerlo, de un estado de ánimo colectivo propenso a trasgredir las leyes de la lógica. El sino de los tiempos en definitiva. Cuando todos son idiotas, el más idiota de todos es el que llega más alto. Es ley de vida.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Becerril de Campos
Nos recrimina Juan Pablo a Jacobo y a mí, que veamos tanta televisión. Creo que no le falta razón y sólo se me ocurre argumentar en nuestro descargo nuestra condición de singles. Coges, agarras, colocas algo sobre la bandeja y automáticamente te pones delante del televisor en un intento desesperado de distraer la aburrida ingestión de alimentos. Porque es que comer sólo suele ser más triste incluso que el hacerlo en malas compañías. A D. G. el mundo está lleno de restaurantes económicos con espectáculo incluido. Ayer, sin ir más lejos, paré en "El Ratón" de Paredes de Nava. Estaba vacío cuando entré. No llevaba sentado ni dos minutos cuando entró un tipo pequeñito, El Ratón seguramente, y encendió el televisor. Entonces empezaron a entrar clientes. Obreros con chalecos reflectantes, mayormente. Y en la tele hablaban y no paraban de la boda de la duquesa. Allí estaban, sin esconder su ufanía, "Luchino y Visconti", los prestigiosos diseñadores sevillanos que al parecer están ejerciendo de maestros de ceremonias de todo aquel circo. Bueno, no hubo comensal que no tuviese algo que decir al respecto. Comentarios de pueblo llano.
Salí de allí satisfecho a la busca de una "adecuación" en la que poder echar una siestecilla. La encontré en unas magníficas instalaciones deportivas que estaban abiertas y desiertas. Puse el jersey de almohada y me tumbé en un banco al que daba sombra un tilo. Nadie me molestó en el rato largo que allí estuve. Apunté el dato y salí en busca de la carretera de Palencia. Estaba allí al lado. Aunque el sol estaba alto corría una brisilla del norte que hacía muy agradable el pedaleo. A la salida de Paredes me llamó la atención la enorme extensión de terreno urbanizado, con sus aceras y farolas, con pretensiones por lo visto de polígono industrial. Bueno, así lo atestiguaban dos cartelones, uno al lado del otro, de carácter institucional. GESTURCAL, una empresa de gestión del territorio de la comunidad castellano-leonesa. Bien, por qué dos carteles iguales y juntos, me pregunté. Han debido de costar un pastón, pensé. Y, evidentemente, no han servido para nada porque la maleza ya señorea el territorio. Dentro de un año sólo se verán las puntas de las farolas. En fin, debe ser por la crisis que nos fijamos en estas cosas.
No tardé en llegar a Becerril. Hay allí, junto a la carretera que bordea el pueblo, un humilladero y un abrevadero con dos caños por donde mana el agua con fuerza. Paré a repostar y de paso eché una ojeada a las hermosas truchas que zanganean por el estanque del abrevadero. Bueno, pensé, o algo ha cambiado en este país o los de Becerril son muy educados, porque estas truchas... El caso es que por la mañana, durante el viaje de ida, había hecho un alto en el pueblo para quedar maravillado con lo visto. Aparte de las gigantescas y lujosas iglesias que son moneda corriente por toda la Tierra de Campos, en el centro de Becerril hay un edificio modernista que fue construido hace más de cien años con el fin de albergar todas las instituciones oficiales del pueblo. Y sigue sirviendo para lo que fue concebido salvo lo de las escuelas. Y cosa curiosa, encima de cada ventana hay un escudo con leyenda que es incitación a ser como Dios manda. Les doy un ejemplo: "El ocio lleva al vicio. Y éste lleva al precipicio". En fin, aquí les dejo unas fotos para que se hagan una idea.
Luego, Villaumbrales, donde se bifurca el Canal de Castilla. Allí vegetaba muerto de risa el barquito para turistas que no acaban de llegar. Igual que "El Marqués de la Enseñada" que se pudre en el muelle de Herrera. Se ve que los políticos no arriesgan de sus bolsillos en éstas fantasiosas empresas.
Y Grijota, un canto a la burbuja que nos corroe. Con su golf y todo. Un golf en el desierto. ¡Agua va!
Por fin, Palencia. Ya tenía ganas de llegar.
Salí de allí satisfecho a la busca de una "adecuación" en la que poder echar una siestecilla. La encontré en unas magníficas instalaciones deportivas que estaban abiertas y desiertas. Puse el jersey de almohada y me tumbé en un banco al que daba sombra un tilo. Nadie me molestó en el rato largo que allí estuve. Apunté el dato y salí en busca de la carretera de Palencia. Estaba allí al lado. Aunque el sol estaba alto corría una brisilla del norte que hacía muy agradable el pedaleo. A la salida de Paredes me llamó la atención la enorme extensión de terreno urbanizado, con sus aceras y farolas, con pretensiones por lo visto de polígono industrial. Bueno, así lo atestiguaban dos cartelones, uno al lado del otro, de carácter institucional. GESTURCAL, una empresa de gestión del territorio de la comunidad castellano-leonesa. Bien, por qué dos carteles iguales y juntos, me pregunté. Han debido de costar un pastón, pensé. Y, evidentemente, no han servido para nada porque la maleza ya señorea el territorio. Dentro de un año sólo se verán las puntas de las farolas. En fin, debe ser por la crisis que nos fijamos en estas cosas.
No tardé en llegar a Becerril. Hay allí, junto a la carretera que bordea el pueblo, un humilladero y un abrevadero con dos caños por donde mana el agua con fuerza. Paré a repostar y de paso eché una ojeada a las hermosas truchas que zanganean por el estanque del abrevadero. Bueno, pensé, o algo ha cambiado en este país o los de Becerril son muy educados, porque estas truchas... El caso es que por la mañana, durante el viaje de ida, había hecho un alto en el pueblo para quedar maravillado con lo visto. Aparte de las gigantescas y lujosas iglesias que son moneda corriente por toda la Tierra de Campos, en el centro de Becerril hay un edificio modernista que fue construido hace más de cien años con el fin de albergar todas las instituciones oficiales del pueblo. Y sigue sirviendo para lo que fue concebido salvo lo de las escuelas. Y cosa curiosa, encima de cada ventana hay un escudo con leyenda que es incitación a ser como Dios manda. Les doy un ejemplo: "El ocio lleva al vicio. Y éste lleva al precipicio". En fin, aquí les dejo unas fotos para que se hagan una idea.
Luego, Villaumbrales, donde se bifurca el Canal de Castilla. Allí vegetaba muerto de risa el barquito para turistas que no acaban de llegar. Igual que "El Marqués de la Enseñada" que se pudre en el muelle de Herrera. Se ve que los políticos no arriesgan de sus bolsillos en éstas fantasiosas empresas.
Y Grijota, un canto a la burbuja que nos corroe. Con su golf y todo. Un golf en el desierto. ¡Agua va!
Por fin, Palencia. Ya tenía ganas de llegar.
martes, 4 de octubre de 2011
Castilla forever
Me he pasado la vida largándome de los sitios. Y, por lo general, lo hacía no sólo con gusto sino incluso con regodeo. Siempre, mientras estaba empacando, ensoñaba tiempos fabulosos por venir en las nuevas latitudes. Y no se crean que erraba, ni mucho menos: muchos de esos sueños se cumplieron y con creces. Pero, claro, todo sueño bonito tiene un despertar que suele ser amargo. Y, entonces, otra vez a empacar, y vuelta a empezar.
Y así hasta que recalé en Castilla, la Vieja y rural, la verdadera Castilla de la que ahora me voy con un sentimiento ambiguo, como de melancolía, ese estado de la conciencia que un poeta catalogó como de dulce tristura. De goce en el dolor. De masoquismo, en definitiva.
Castilla, la Vieja y rural, el último Far West donde es posible cabalgar horas y horas con las montañas siempre al fondo. El hombre hecho individuo. Solo frente a los elementos. Y, entonces, llegas a Wichita, ciudad sin ley. Y te sientas a comer en una terraza al socaire de una torre medieval. Y todo está en silencio y sólo pasa por allí el alma en pena del inocente del pueblo.
Sí, lo reconozco, me cuesta irme de Castilla. Y albergo vagas esperanzas de que algún día volveré. Porque sólo aquí, me digo, podré morir con las botas puestas.
Y así hasta que recalé en Castilla, la Vieja y rural, la verdadera Castilla de la que ahora me voy con un sentimiento ambiguo, como de melancolía, ese estado de la conciencia que un poeta catalogó como de dulce tristura. De goce en el dolor. De masoquismo, en definitiva.
Castilla, la Vieja y rural, el último Far West donde es posible cabalgar horas y horas con las montañas siempre al fondo. El hombre hecho individuo. Solo frente a los elementos. Y, entonces, llegas a Wichita, ciudad sin ley. Y te sientas a comer en una terraza al socaire de una torre medieval. Y todo está en silencio y sólo pasa por allí el alma en pena del inocente del pueblo.
Sí, lo reconozco, me cuesta irme de Castilla. Y albergo vagas esperanzas de que algún día volveré. Porque sólo aquí, me digo, podré morir con las botas puestas.
lunes, 3 de octubre de 2011
Corporativismo corleonesco
Profesores y padres escenifican la "muerte" de la educación pública. Bueno, la televisión pública dijo que eran unas cuantas decenas. O sea, que lo único sorprendente es que diesen la noticia. Quizá, digo yo, por la afinidad o simpatía que hay entre las cosas públicas. Porque hay que reconocer que a cualquier cosa, excepción hecha de las mujeres, le pones el calificativo de púbica y automáticamente la revistes de un aura de respetabilidad que la deja fuera de toda sospecha.
Y ese es el caso, que lo que por naturaleza es opinable deja de serlo porque funciona como tópico. Y así es que se discute a muerte sobre si la sanidad y la educación deben de ser públicas o privadas, dejando en segundo plano lo único que, a mi juicio, realmente importa, su calidad. Datisdecuestion: la calidad.
A lo largo de mi vida he conocido a montones de profesores, mayormente del sector público. Y la verdad es que la mayoría, aparte de porreros tenían unas firmes convicciones de tipo, por así decirlo, izquierdistas. A favor de los desfavorecidos y todo eso. Y contaban y no paraban sobre la realidad cotidiana en sus centros de enseñanza de las afueras, eso que los franceses llaman "zonas sensibles".
Bien, todo eso está muy bien, y yo les comprendo. Pero que los árboles no nos quiten la vista del bosque, o sea, los pésimos resultados obtenidos en todas las evaluaciones de carácter internacional. ¿Es que acaso no tendrá algo, aunque sea poco, que ver esa debacle con la capacidad pedagógica de los profesores? Pues chico, parece ser que no. Y no por nada sino porque un profesor de izquierdas, es decir, a favor de la enseñanza pública, no puede, por la propia naturaleza de las cosas, ser un mal profesor.
Y así corre el mundo, amigo Sancho, con la venda de los tópicos sobre los ojos, directo al despeñadero. Pues bien, te diré lo que pienso aunque por ello me apedreen, la causa primera y principal de que los alumnos obtengan tan malos resultados es la escasa preparación de sus profesores. Todo lo demás, mandangas corporativistas de corte corleonesco.
Y ese es el caso, que lo que por naturaleza es opinable deja de serlo porque funciona como tópico. Y así es que se discute a muerte sobre si la sanidad y la educación deben de ser públicas o privadas, dejando en segundo plano lo único que, a mi juicio, realmente importa, su calidad. Datisdecuestion: la calidad.
A lo largo de mi vida he conocido a montones de profesores, mayormente del sector público. Y la verdad es que la mayoría, aparte de porreros tenían unas firmes convicciones de tipo, por así decirlo, izquierdistas. A favor de los desfavorecidos y todo eso. Y contaban y no paraban sobre la realidad cotidiana en sus centros de enseñanza de las afueras, eso que los franceses llaman "zonas sensibles".
Bien, todo eso está muy bien, y yo les comprendo. Pero que los árboles no nos quiten la vista del bosque, o sea, los pésimos resultados obtenidos en todas las evaluaciones de carácter internacional. ¿Es que acaso no tendrá algo, aunque sea poco, que ver esa debacle con la capacidad pedagógica de los profesores? Pues chico, parece ser que no. Y no por nada sino porque un profesor de izquierdas, es decir, a favor de la enseñanza pública, no puede, por la propia naturaleza de las cosas, ser un mal profesor.
Y así corre el mundo, amigo Sancho, con la venda de los tópicos sobre los ojos, directo al despeñadero. Pues bien, te diré lo que pienso aunque por ello me apedreen, la causa primera y principal de que los alumnos obtengan tan malos resultados es la escasa preparación de sus profesores. Todo lo demás, mandangas corporativistas de corte corleonesco.
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