Un tipo que ha llegado a un puesto político muy alto en el País Vasco ha dicho que "llegará el momento en el que ETA se disuelva por vocación".
Para empezar les quiero decir lo que para mí significa "muy alto" cuando me estoy refiriendo al País Vasco. Pues "muy alto" en el País Vasco es el equivalente a un "muy bajo" en cualquier otro sitio de España al que ha sido preciso elevar de categoría gracias a su habilidad para el matonismo. Dejen esos señores de tener amenazado al personal y quedan en casi nada. Un matadillo de provincias.
En resumidas cuentas que, como es un matón, abre la boca y al instante tiene mil micrófonos dispuestos a amplificarle la ocurrencia. Porque eso de la vocación no me negarán que ha tenido que ser una ocurrencia. Una ocurrencia muy española. Española de cuando aquella España de la espada y el altar. La España, en definitiva, de la que no se quieren apear unos cuantos millones de españoles, casi todos de origen vasco, para qué engañarse.
Yo, por cuestiones meramente biológicas, me vi obligado a pasar la infancia y juventud en aquella España de marras. Eran tiempos en los que, por un casual, podías sentir la llamada de Dios y entonces iba la gente y decía que tenías vocación. Y el caso es que de todos es sabido que en el País Vasco el número de esas llamadas divinas se multiplicaban por diez, o acaso veinte, respecto a las del resto de los territorios nacionales. No por nada sino, meramente, porque así lo quería Dios. Su pueblo elegido y tal, supongo.
Y así es que, fieles como ninguno a la tradición, van los aberzales y no pueden dejar de hacer lo que sea que hagan si no es por vocación. O sea, mato por vocación, dejo de matar por vocación. Y los demás lo tenemos que comprender. Porque ellos no tienen mala intención. Sólo tienen vocación, o sea, mandato de Dios. ¿Y quién puede nada contra eso? A no ser, claro está, se me ocurre, que surgiesen por ahí otros vocacionales de signo contrario. Tendríamos entonces una especie de choque de partículas elementales del que se desprendería un a modo de "esto se está poniendo feo, tío" que obligaría a los responsables del acelerador a cortar la corriente.
El maca ese del que hablas creo que era redactor jefe de un periódico con 20 años. Te puedes imaginar lo bien que se formó entre sus colegas de la prensa aberlache, chiquito arriba, chiquito abajo, pincho va y pincho viene. No son de extrañar frases como la que glosas. Eso sí, él también lo ha hecho por vocación: lo lleva en la sangre, qué le va a hacer.
ResponderEliminarVerdaderamente si hay región española en la que las señas de identidad nacionales se apuren hasta las heces, esa es la región vasca. Porque vamos a ver: ¿dónde se potea con mayor fervor que en Vascongadas? ¿Dónde se llega al límite de lo sobrenatural en la elaboración de pintxos, raciones y cazuelitas? Por no hablar de las tendencias puertourraqueñas de lo más granado del colectivo aberzale. Desde luego que a españoles, mal que les pese, no les gana nadie.
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