domingo, 22 de mayo de 2011

La provincia humillada

 
No es que me crea lo que escribo, pero me gusta fantasear. Y es que, como supongo se habrán enterado, ayer hubo elecciones regionales y, en la de soltera Santander y de casada Cantabria, la gente ha tenido a bien darme la alegría de mandar a la oposición, o sea, a la nada, al Sr. Revilla, alias "La Provincia".

Después del comunismo y el nazismo, por este orden, no hay nada peor que "la provincia".  Aunque, bien es verdad, las tres ideologías tienen serias concomitancias religiosas que en el terreno de lo práctico se traducen en limitaciones a las libertades individuales. Unas más que otras, es cierto, pero no por falta de ganas sino de medios. ¡Ay, si "la provincia" dispusiese de FF.AA! Se iban a enterar los tibios.

Ya sé que habrá más de uno que pensará que estoy paranoico perdido. Bueno, allá él. Que se fíe de la Virgen y no corra. Miren, si no, lo que dice al respecto de "la provincia" Félix de Azúa:

 "¿Veremos esta vez el final del terrorismo en el País Vasco?
Yo no. Los jóvenes sí. Veréis un País Vasco sin terrorismo, pero con nacionalistas. Será mejor, desde luego, pero se mantendrá la sojuzgación. Se mantendrá una población sojuzgada, cautiva, gregaria… de algo que en realidad es un movimiento religioso, pero todo eso yo no lo veré. No creo que ETA se disuelva en los próximos diez años."

En fin, ya digo, me alegro por toda la gente que vive en Cantabria y quiero, porque se ha alejado el espectro de la sojuzgación y el gregarismo. Además, de la sojuzgación y el gregarismo de la peor especie, es decir, del que va calando a la chita callando, a golpe de campechanías y palmaditas cariñosas.

Aunque, a qué engañarse, "la provincia" sigue creciendo en España. Bien es verdad que en la España más retrógrada: País Vasco, Cataluña, Asturias. Pero confío en que sea pasajero. Mi optimismo se basa en lo que ha pasado en Quebec. El espejo Quebec, en el que tan guapos se veían los nacionalistas catalanes, se ha roto. Los secesionistas allí, en las últimas elecciones al parlamento regional, han pasado de cincuenta a cuatro diputados. Un magnífico augurio para los que detestamos a "la provincia".

4 comentarios:

  1. Hay un punto que no hay que olvidar: la inmigración, los hijos de quienes vinieron a buscarse la vida y crecieron con los de los autóctonos. En las vascongadas, según me han contado, no había nadie más peligroso y radical que los conversos, aquellos que habían ido a la ikastola de chicos pero que se tenían que perdonar el estigma de apellidarse Rodríguez.

    Por otro lado están aquellos muchachos británicos de origen musulmán que pusieron las bombas en el metro de Londres. Ni sus propios padres se creían que sus vástagos podían haber cometido una barbaridad así hasta que vieron los cadáveres (más bien las cuatro piltrafas que quedaron tras la explosión).

    En fin, que no sé cómo va a acabar la cosa de aquí a que nosotros podamos verlo, pero desde luego que eso, la competencia de los países que han invertido en los últimos años en ilustrar a sus masas y la miseria mental de gran parte de la juventud del nuestro (ostensible en lo de "las acampadas al sol") supongo que serán los factores que inclinen la balanza.

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  2. También F. de Azúa, dice lo siguiente en el mismo artículo, mas significativo desde mi punto de vista. Se ahorraría mucha energía si nos lo tomáramos en serio:
    ¿Pero por qué hay que hacer caso a los políticos? Son unos parásitos aburridísimos. Los políticos han sustituido a los sacerdotes. Antes soportábamos una red eclesiástica ruinosa, una gente por cierto bastante sucia y que no servía para nada. Los políticos salen más caros porque se lavan más, van a hoteles de lujo, se empeñan en comer todos los días y además en los mejores sitios… pero hacen exactamente lo mismo que hacía la iglesia en la época de Franco: son la perfecta sustitución del clero católico. No sé por qué hay que hacerles el menor caso.

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  3. Una cosa es no tomárselos en serio y otra no vigilarlos. Porque suelen ser idiotas, pero con una tendencia a meterse en la vida privada de la gente que asusta. Si no estás atento, un día te los encuentras en la cama al despertar.

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  4. Jacobo, es curioso observar los rígidos límites que se han establecido para alcanzar la calidad de autóctono. Uno de Castro Urdiales, por ejemplo, nunca podría ser autóctono en Ortuella. Y ese es precisamente el resultado del trabajo que realizaron en su día tipos como Revilla. La exaltación de lo propio frente a lo extraño mezclado con la predominancia de lo colectivo sobre lo individual. Una bomba en definitiva.

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