'No va a haber ningún rescate de la banca española'
Ha llegado un momento en el que "esto" no por preocupante deja de ser menos aburrido. Un verdadero tostón. Por así decirlo y con ánimo de sintetizar, a estos tiempos que corren les podríamos denominar los del "donde dije digo, digo Diego". Todo es un puro desdecirse a paso lento para un imposible avanzar desde la estulta ilusión hacia la cruda realidad.
La cosa tendría gracia si no fuese por lo que duele. Eso lo sabe de sobra cualquiera que haya pasado por el enganche a una droga. Qué bien, qué bonito, qué tontos los que no saben lo que se están perdiendo, te dices mientras dura la luna de miel. Mefistófeles sabe ser dulce en la cama. Pero, ¡ay!, luego, por la mañana, cada vez exige más atención. Hasta que caes en la cuenta de que esto te está matando. Me voy a quitar, te dices. Petit a petit. Doucement. Hoy rebajo la dosis un poco, mañana un poco más. Pero pasado estás tan deprimido que la vuelves a subir. No pasa nada, volvemos a comenzar. Y pasa un año y los dolores de cabeza son insoportables y no has conseguido rebajar un ápice la dosis inicial sino todo lo contrario. Lean, lean "el comedor de opio" de De Quincey y sabrán de qué les estoy hablando.
Sí, convénzanse, de la droga sólo se sale de golpe, cortando por lo sano. Pasándolas canutas. Convirtiéndose en mono que es la única forma de poder evolucionar a homínido. Lo demás, sólo palabrería de cobarde. O de walking dead si lo prefieren.
¿Vacaciones yo? ¡Ya te digo!
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