Entonces va y viene el Sr. Bruce Springsteen y suelta así como el que no quiere la cosa: "yo no veo a la austeridad como el mejor método para luchar contra la crisis”. Y por eso, digo yo, será que la entrada más barata a una de sus actuaciones cueste 65 € del ala. Una bagatela para un indigneta.
Me maravilla, porque las canciones de este señor al que no sé por qué llaman The Boss, o sea, el jefe, tratan mayormente de tipos que andan como puta por rastrojo en el sentido amplio del término, es decir, tanto en lo moral como en lo pecuniario. De tipos que:
I get up in the evening
And I ain't got nothing to say
I come home in the morning
I go to bed feeling the same way
I ain't nothing but tired
Man, I'm just tired and bored with myself
Hey there baby, I could use just a little help
Ellos, el mantra con el que se fideliza a la clientela. Es el cuento de nunca acabar. Una vez en Salamanca vi como el eminente profesor García Calvo embobaba al auditorio con una bien dosificada proporción de “ellos”. Ellos por aquí, ellos por allá, tenían sometidos a los pobres chavales al imperio del futuro. Que no les dejaban vivir el presente, vamos, que es lo guay, salir por la noche y esas cosas.
Ellos, Moriati, Fumanchú, Mabuse y, pour quoi pas, Botín, sí, Botin, y también los Populares que en este caso son conservadores. Un conglomerado extenso y heteróclito contra el que nada se puede porque entre otras cosas viajan en avión privado. Igual, por cierto que The Boss.
La verdad, no se me alcanzan las razones por las que los medios de comunicación dan tanta importancia a los conciertos de The Boss. Porque o yo estoy muy equivocado o no son otra cosa que un alarde de pedestrería en todos los sentidos, excepción hecha del auditivo, que ese hay que lo que sufre el pobre. Claro que también es verdad que para los medios cualquier cosa que hace un multimillonario siempre es noticia. Y nada te digo cuando el multimillonario va de bueno, entonces ya tenemos ahí la contradicción estimulante. Como Humphrey Bogart en Casablanca que iba de duro pero en el fondo era un romántico blandengue y ¡menuda la que armó!
Me maravilla, porque las canciones de este señor al que no sé por qué llaman The Boss, o sea, el jefe, tratan mayormente de tipos que andan como puta por rastrojo en el sentido amplio del término, es decir, tanto en lo moral como en lo pecuniario. De tipos que:
I get up in the evening
And I ain't got nothing to say
I come home in the morning
I go to bed feeling the same way
I ain't nothing but tired
Man, I'm just tired and bored with myself
Hey there baby, I could use just a little help
Me levanto al atardecer
Y no tengo nada que decir
Vuelvo a casa por la mañana
Me voy a la cama sintiéndome de la misma manera
No tengo nada que no sea cansancio
Hombre, simplemente estoy cansado y aburrido conmigo mismo
Eh, nena, podría usarte un poco... (por decir algo)
Y no tengo nada que decir
Vuelvo a casa por la mañana
Me voy a la cama sintiéndome de la misma manera
No tengo nada que no sea cansancio
Hombre, simplemente estoy cansado y aburrido conmigo mismo
Eh, nena, podría usarte un poco... (por decir algo)
Cansados, aburridos de no hacer nada porque para qué si total…y entonces es cuando se saca a relucir el talismán que todo lo justifica: They, ellos en español. Ellos, los poderosos que lo tienen todo enmierdado porque así ganan mucho más. ¡Fantastic!, que diría Richard Burton en la Noche de la Iguana.
Ellos, el mantra con el que se fideliza a la clientela. Es el cuento de nunca acabar. Una vez en Salamanca vi como el eminente profesor García Calvo embobaba al auditorio con una bien dosificada proporción de “ellos”. Ellos por aquí, ellos por allá, tenían sometidos a los pobres chavales al imperio del futuro. Que no les dejaban vivir el presente, vamos, que es lo guay, salir por la noche y esas cosas.
Ellos, Moriati, Fumanchú, Mabuse y, pour quoi pas, Botín, sí, Botin, y también los Populares que en este caso son conservadores. Un conglomerado extenso y heteróclito contra el que nada se puede porque entre otras cosas viajan en avión privado. Igual, por cierto que The Boss.
La verdad, no se me alcanzan las razones por las que los medios de comunicación dan tanta importancia a los conciertos de The Boss. Porque o yo estoy muy equivocado o no son otra cosa que un alarde de pedestrería en todos los sentidos, excepción hecha del auditivo, que ese hay que lo que sufre el pobre. Claro que también es verdad que para los medios cualquier cosa que hace un multimillonario siempre es noticia. Y nada te digo cuando el multimillonario va de bueno, entonces ya tenemos ahí la contradicción estimulante. Como Humphrey Bogart en Casablanca que iba de duro pero en el fondo era un romántico blandengue y ¡menuda la que armó!
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