Salgo de casa, cruzo las vías por el paso subterráneo, bordeo Los Jardinillos, circundo la Plaza de León, y me doy de bruces con la Biblioteca Pública Provincial de Palencia.
Es una biblioteca que está justo por donde la gente pasa para casi todo. En el mismísimo cogollo de la ciudad. Y, claro, eso no es en vano. Hay un trasiego de gente que entra y sale que aquello parece a primera vista la casa de tócame Roque. Y los aparcamientos para bicicletas de la entrada siempre están atiborrados. Vamos, que tiene vidilla.
Junto a la entrada de la planta baja hay un mostrador con un tipo que deja de leer el periódico tan pronto como le pides información. Te la da con la mar de simpatía. El resto de la planta está hasta los topes de señores que leen la prensa diaria. Subes por unas escaleras colgantes de cemento a las que ilumina una enorme lucera. Un conjunto arquitectónico francamente llamativo. Y llegas a la segunda planta donde prestan libros y películas.
La videoteca es para caerse de culo. Diría que hay más de mil películas perfectamente ordenadas por orden alfabético. Puedes llevarte dos y no las tienes que devolver hasta siete días después.
De libros, solo miré la estantería de matemáticas. Había mogollón y muy usados. Buena señal, me dije.
Luego,en el mostrador de prestamos había varias señoras que no daban a basto a sellar las peticiones.
Bueno, estas son las cosas que dan confianza en el futuro. Porque si sólo te fijas en lo que ves por las calles es como para "apaga y vámonos".
El caso es que el otro día estuve en la biblioteca nueva de Santander y saqué una impresión muy diferente. Es aquel un edificio rimbombante, a trasmano de todo, lleno de espacios vacíos, frío como la madre que le parió, con oficinistas que no hacen más que tocarse las narices, con una vidioteca de pena y de las estanterías de libros, mejor no hablar. Eso sí, mucho dirigismo cultural. El libro de la semana y todas esas mamarrachadas de cariz netamente socialdemócrata. Deprimente.
En fin, ya que cuestan tanto, por lo menos que funcionen. Y luego, guste o no guste a los guardianes de las esencias, está lo de la adecuación a los tiempos que vivimos. Porque los inventos están para algo y resulta que en el caso de los libros hay uno que puede abaratar ad infinitum los costes a la vez que mejora la disponibilidad. Y bien, si a ti sólo te gustan los de papel, pues vas y te los compras. Porque un Estado eficaz no está para pagar los caprichos de la gente.
O sea que, lo inminente, dar a la tecla y bajarte lo que gustes. No hay otra opción sostenible.
Lo siento.
Sí. No hay otra opción sostenible. Acabo de ver que la prensa española se ha aliado contra la crisis en una macro-plataforma que te permite leer por cuatro duros toda ella en una tableta o en tu móvil. Ni por esas la gente va a tragar. En el fondo ya vamos viendo cuál es el valor real de esa información depauperada. Si por lo menos fueran como el Times de antes, lleno de artículos de opinión de gente que sabía. El que los de El País o Vocento no se hayan dado cuenta de que esta tendencia a la desaparición de la prensa tradicional no tiene vuelta de hoja parece síntoma de que, por su insensatez, se la tienen de verdad merecida.
ResponderEliminarEn cualquier caso no se puede poner puertas al campo, y lo de la biblioteca de la que hablas es buena señal. Habrá que ahorrar, pero no en lo único que nos puede salvar de la crisis. El lema de la asociación de enseñantes belgas dice más o menos así: "Si piensas que la educación es cara, prueba la ignorancia".
Conozco devotos de El Pais o del ABC que no cambiarían de tercio ni que les matasen. Son como los peces del villancico. Leen y leen y vuelven a leer a los mismos columnistas que dicen lo mismo cada día y como si nada. Es como los que van a los servicios de su iglesia a escuchar las mismas homilías. Se lo saben de memoria y lo que les gusta es corroborarse en su idea. De esos es de quien viven esos periódicos.
ResponderEliminarDesde luego que creo que no hay dinero mejor gastado que el de la educación. Conozco por experiencia que un mal educado pesa más en el ambiente que mil bien educados. Pero hay que gastar con sentido porque no se puede estar viviendo indefinidamente de prestado. Las bibliotecas digitales pueden ser un buen procedimiento para prescindir de ejércitos de empleados públicos.
A la corta lo de los empleados públicos tiene poca solución, pero sí es verdad que algo habrá que hacer todo ese endeudamiento que pesa como una losa y habrá que recortar gastos o ser más imaginativos con su uso. Endeudarse está muy bien, pero siempre que le vayas a sacar partido a medio plazo a ese endeudamiento.
ResponderEliminarDe cualquier modo el abaratamiento de la verdadera cultura me parece el logro más grande de nuestra época. Cuando yo estudiaba clásicas el conseguir un texto original de Homero en buena edición te costaba un ojo de la cara. Hoy cualquiera que tenga una tableta barata puede disponer de todo el corpus grecolatino. Maravilloso. Por otro lado, gracias a esta baratura si alguien tiene interés por una edición de segunda mano, se la encuentra regalada en internet. Qué tiempos estos para ser joven, chacho.
A primera vista sí. Pero, luego, bien considerado, juraría que ninguna época ha sido ni será buena para ser joven. Porque cuando se es joven, como una vez le oí decir al cantante galáctico, lo único que se tiene es juventud. O sea,en el mejor de los casos, nada.
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