jueves, 28 de abril de 2011

Hereje vocacional.

Y lo mejor de todo es que todavía no me han quemado en la hoguera.

De los viajes pienso como Stern, que se hacen por necesidad, por enfermedad o por pura y simple imbecilidad. Bueno, quizá Stern se pasaba. El viajó hacia el sur tratando de poner algún remedio a su molesta tuberculosis. Así que no sabemos qué es lo que hubiese pensado de los viajes de haber sido un tipo sano. Seguramente hubiese atemperado lo de la imbecilidad dejándolo en una simple terapia antiaburrimiento. O cosa por el estilo. A mí, de todas formas, en lo que hace a esta liturgia, que me registren. Nadie encontrará la menor afición como no se considere viaje al natural transcurrir de día a día con sus inevitables sobresaltos.

De los perros pienso que no hay animal que se le pueda comparar en cuanto a grado de estupidez. Todo el día metiendo el morro en cacas y pises y luego yendo a restregarlo por las manos y rostros del que se deja. Y eso no es nada comparado con el triste y continuo concierto al que te puedes ver sometido si el vecino de al lado tiene unos perritos, ya sea sueltos o atados, pero siempre prestos a defender a ladridos el predio de su amo. Es la propia estupidez de su instinto la que le lleva a considerar que todo lo que se mueve alrededor de su territorio es enemigo potencial al que hay amedrentar. Una verdadera delicia de la que no hay otra forma de escapar que cambiando de domicilio, porque el dueño del chucho antes se dejará matar que consentir en prescindir de tan fiel servidor. En fin, razón e instinto, dos conceptos por así decirlo contrapuestos, o casi, que los chuchos han conseguido mezclar hasta hacerlos indistinguibles. Inteligente, cariñoso, fiel, sin lugar a dudas mucho más que las personas, es el chucho. ¡Qué le vamos a hacer!

Del fútbol, no sé qué decirles. Vi algunos partidos cuando, a los diez años, estando a la sazón interno en un colegio, me llevaban los domingos a "Los Campos de Sport" a ver jugar al equipo local. Supongo que entonces, contagiado por el ambiente partidista imperante, algo me emocionaría. Pero el caso es que al año siguiente me sacaron del internado y ya nunca más volví a un campo de fútbol. Luego, ya bastante mayor, en Barcelona, recuerdo haber hecho algún intento de integración mirando la pantalla del televisor mientras jugaba el Barça, pero resultó inútil. No conseguía centrar la atención. Seguramente era a causa de la falta de conocimientos técnicos sobre la materia en cuestión, aunque, no sé, quizá también influyese mi congénita incapacidad para tomar partido en asuntos en los que no me veo concernido. Un juego que juegan otros, por definición, no me interesa. Y lo de identificar equipos con patrias y toda esa basura, francamente, me parece cosa de oligofrénicos... por muy extendida que esté la epidemia.

Luego están los conspiranóicos, los naturalistas, los exquisitos, los, en definitiva, vampiros de los que conviene guardarse porque siempre están dispuestos a tirar su mondadientes usado a la hoguera en la que querrían quemarte para ganar alguna indulgencia.

5 comentarios:

  1. Desde luego que sí es raro que todavía sigas sin chamuscar sosteniendo todo lo que sostienes en esta entrada.

    En fin, lo que yo quería decir es que si algún amante de los viajes se siente lee estas líneas, este año le recomiendo que se venga por aquí. Tokio está precioso con la noche a media luz a causa de la parada obligatoria de la mitad del parque nuclear nacional. El precio de los hoteles y de los aviones, seguro que está tirado. Por no hablar de la parte aventurera: un terremoto de media intensidad cada día más o menos. No creo que haya mejor opción. En fin si alguien se anima, me avise.

    ¡Ah, sí, se me olvidaba! La radiación... Según todas las fuentes, oficiales e independientes, los niveles en las ciudades españolas superan (salvo San Sebastián, que no sé por qué tiene exactamente la misma cifra) a los que tenemos de media en Tokio estos días...

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  2. Si no al natural, sí que suelo ver Tokio a través de la NHK. Me hago una idea.

    Lo de la radiación de las ciudades españolas es curioso. A lo mejor es causada por la creatividad culinaria. Raciones, cazuelitas y todo eso. Vete a saber.

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  3. No tengo ni puñetera idea, pero me imagino que debe de ser más bien por la diferencia en radiación solar; aquí la primavera es nublada y en España no.

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  4. Realmente los españoles son tan tolerantes o es debido a la cantidad de información que recibimos por lo que somos más pasivos? O por aprecio que se tiene a las personas? O por la simple comodidad de no decir nada? O porque ese artículo te hace pensar y casi estás de acuerdo en todo? O ...

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