Una cosa es el Austropotamobius pallipes y otra bien diferente el Procambarus clarkii. Bien, esta será una de las cosas que habrá que dejar meridianamente clara a los niños de los colegios y a los grupos de jubilados cuando acudan a visitar el Centro de Interpretación del Cangrejo que ya se encuentra en avanzado estado de gestación en la orilla derecha del regato Burejo a su paso por Herrera de Pisuerga.
Pues sí, que ya lo pregona la sabiduría popular: otros vendrán que de tu casa te echarán. Y así ha sido que el procambarus clakii, venido de las américas del norte, ha desplazado de nuestros ríos al austropotamobius pallipes, de casa de toda la vida. Y no es casualidad que así haya sido, porque, al parecer, el austropotamobius es un flojo que lo agarra todo y no aguanta un mal vertido, mientras que al procambus ya le puedes echar toda la mierda que quieras que no hace otra cosa que alimentarle.
Total, que hoy día es más fácil encontrar pepitas de oro que cangrejos autóctonos en nuestros ríos. Quizá, con mucha suerte, podrás encontrar alguno junto a las fuentes, en lo alto de las montañas. Lo demás, todo americano. Y los americanos, según me han explicado los proscritos, no valen para tomar por el saco. Apenas tienen carne. Y la que tienen, no sabe a nada. Claro que, bien es verdad, a los proscritos les revira el juicio la nostalgia de cuando cogían, agarraban, mataban un águila, la dejaban al sereno un par de días y luego usaban su carne como cebo. No veas, en un par de horas llenaban cuatro cubos y porque no querían más. Aquellos si que eran cangrejos.
Los de hoy, lo puedo atestiguar, son lo más parecido a una plaga. Bajas por el canal y a poco que te fijes los verás a docenas tomando el sol en las orillas. Pero da igual, muchos o pocos, mierdas o no, a la gente le gusta pescarlos para hacer grandes peroladas con ellos. Y se los regalan unos a otros. Y acaban por lo general en la basura. Porque, ya digo, a penas tienen qué comer. Y no es que hable de oídas, que una vez me los dieron en el menú de la fonda y tuve que pedir otra cosa para no quedar con hambre.
En fin, de estas y otras muchas cosas que yo ignoro, se podrán enterar los visitantes del futuro Centro de Interpretación del Cangrejo. Así que, no sufran aquellos que vieron sus emolumentos mermados por ley, porque nuestras autoridades hacen buen uso de lo sustraído. Estamos en buenas manos.
Hay que construir muchos más centros como éste: en algún sitio tendremos que colocar a los becarios de los institutos de investigación y de las universidades que se quedarán sin fondos y colgados por falta de financiación. En lugar de científicos serán los bedeles y porteros que atiendan a los turistas de estos centros de interpretación. Más divertido y útil para el país, dónde va a parar
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