Estamos mal, pero vamos bien es una brillante adversativa que la humanidad debe a aquel, tirando a esperpéntico, presidente de Argentina, llamado Menen. Sí, tenemos que reconocer que Argentina no sólo ha dado al mundo sus maravillosos tangos, también nos ha proporcionado una notable caterva de hacedores de grandilocuencias. Pero eso es historia para otro día que, la de hoy, va de lo que se ha dado en denominar optimismo antropológico.
La cuestión es que la frase de Menen me viene como de molde para dar rienda suelta a los pensamientos más esperanzadores de entre los que me han asaltado en lo que va de semana. Y es que, como dice Noséquién, ¡vaya semanita! De pronto, así, como el que no quiere la cosa, por mor de unas palabrejas soltadas al unísono por Merkel y Sarkosy, van mis equities y se revalorizan en 10000 euros o así, dejándome como todos ustedes se podrán suponer. Pero dura poco la felicidad en casa del especulador de pacotilla: a los dos días del subidón va un tal Papandreu y dice no sé qué inconveniencias y no sólo pierdo los diez mil ganados sino otros diez mil del ala que, como también podrán suponer, me ha provocado algunas incertidumbres sobre lo acertado de mis previsiones.
Pero, pelillos a la mar, porque sé de sobra que todos esos altibajos no son más que las naturales oscilaciones de una corriente que tiene que ser por fuerza alterna so pena de perder por el camino el interés de un capital que sueña con revalorizarse. Y así ha sido que, cuando ya va de retirada la semana, voy y me entero de que la cosa se está poniendo caliente de verdad. Y no, precisamente, con paños, sino por el progresivo acercamiento de dos polaridades de reconocida incompatibilidad. Y ya saben, si se siguen acercando, en alcanzando cierta proximidad, es inevitable que salten chispas. Y si la cercanía es total, rayos y centellas.
Pues sí, señores, se vuelve a las andadas. Todo el mundo sabe que una gran crisis económica sólo la resuelve una guerra. Cuando la del 29 se pensó que convirtiendo a los obreros en consumidores se conseguía cuadrar el círculo, pero sólo fue un engaño. De la crisis sólo se salió cuando todos se pusieron a fabricar aviones, cañones y demás artilugios con los que poder machacar a los malos de la película. Porque es lo que tiene la guerra, que tienes la certeza de que vas a vender todo lo que fabriques y más que pudieras. Y así es como la corriente que impulsa a las equities pasa de alterna a continua: suben y suben y vuelven a subir hasta que están tan altas que ya ni siquiera se ve al enemigo y se puede pasar página sin peligro de reincidencia... por el momento.
Y en esas estamos. Netanyahu ha pedido a sus socios que le echen una manita para parar los pies al matón de turno que no es otro que Ahmadinejad. Parecía que la cosa se había calmado, pero no, estaba ahí latente y a la espera de una ocasión propicia. Y el caso es que los socios, Obama y Cameron, han dicho que sí, que cuente con ellos. Y andan estudiando las medidas a tomar para poner por obra lo que hasta ahora sólo eran promesas. Bueno, en resumidas cuentas, es una puerta que se abre a la esperanza de que las cosas mejoren en lo que hace a las equities que es tanto como decir en todo lo demás. En fin, si dios no lo remedia, me voy a forrar. Ya digo, estamos mal, pero vamos bien.
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